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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

28
Oct
2022

Oración en un mundo sin Dios

4 comentarios
roseton03

Escribo desde Salamanca. Los días 26 y 27 de octubre se han celebrado en la Universidad Pontificia unas Jornadas de Teología, sobre “la oración en mundo sin Dios”. A mi me han hecho el honor de solicitarme la primera de las conferencias. La he titulado: “El hombre como ser orante. Dimensiones antropológicas y teológicas de la oración”. Dado el sentido de las jornadas, he comenzado por preguntarme no tanto si era posible orar en un mundo en el que Dios parece ausente, sino si era posible una oración sin Dios. Esta es la propuesta de algunos filósofos y grupos contemporáneos, que afirman que la espiritualidad no es monopolio de los cristianos ni de las tradiciones religiosas. La espiritualidad, en cierto sentido, es un ejercicio de superación de los propios límites. Cultivar la espiritualidad es ejercitar el espíritu, sin miedo a enfrentarse con la realidad.

Después de valorar este tipo de propuestas he reflexionado sobre el sentido antropológico de la oración, pues la oración a Dios es una realización de la peculiar dimensión comunicativa del ser humano. Sin base antropológica, si la oración no designase un fenómeno predicable de todo hombre, al concepto cristiano de oración le faltaría el contacto con una experiencia accesible y perdería toda obligatoriedad. Cuando he tratado de las dimensiones teológicas de la oración, he comenzado por notar las dos dificultades que tenían, tanto los antiguos como los modernos, para explicar la necesidad de la oración: Dios no necesita informaciones y a Dios no le podemos cambiar. En realidad, he dicho, la oración no cambia a Dios, sino que nos cambia a nosotros.

Mis reflexiones han concluido con esta cita de Benedicto XVI: “Los cristianos hoy estamos llamados a ser testigos de oración, precisamente porque nuestro mundo está cerrado al horizonte divino y a la esperanza que lleva al encuentro con Dios. En la amistad profunda con Jesús y viviendo en él y con él la relación filial con el Padre, a través de nuestra oración fiel y constante, podemos abrir ventanas hacia el cielo de Dios. Es más, al recorrer el camino de la oración, sin respeto humano, podemos ayudar a otros a recorrer ese camino. También para la oración cristiana es verdad que, caminando, se abren caminos”.

Está previsto publicar en un libro las conferencias de estas Jornadas. Esperemos que sea pronto y así puedan llegar a un público amplio.

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juan garcia
28 de octubre de 2022 a las 12:22

Tratando de definir dos grupos politicos, A y B, sin pertenecer a ninguno, encuentro en los dos grupos una linea constante en sus legislaciones. Diriamos que la naturaleza del grupo A es de una conducta trabajadora preocupada por su bien y el de la familia, mientras que el grupo B, ademas de preocuparse por el bien de los suyos, se abre a los demas. De tal forma que desde que observo estos dos grupos, nunca A voto por programas de ayuda al necesitado.. Traducido al problema de la oracion, A se siente satisfecho de si mismo, sus egoismos, y no necesita de nadie, ni de la oracion, ni de Dios. B, no solo se preocupa de los otros, sino de si mismo, pues se considera el mismo un ser necesitado. El contacto con Dios nos hace ver la necesidad de abrirse a los demas con mas frecuencia e intensidad y no solamente preocuparnos por nosotros, sino de todos que nos rodean, para el bien de todos ciudadanos. Pues los miembros de una sociedad no solo incluye gente saludable, sino enfermos, que no pueden trabajar, y necesitan programas de ayuda economica y otras. Ciertamente Dios no es manejado por el hombre ni los angeles, sino que viene a nosotros, en nuestra ayuda, porque conoce nuestras necesidades.

Bruno
28 de octubre de 2022 a las 22:47

Qué impresionante capacidad de consolidar su charla en un artículo... gracias... me quedo con la idea de FORJAR UNA VIDA DE ORACIÓN QUE REFLEJE LOS ASPECTOS IMPORTANTES DE LA EXISTENCIA DE DIOS, QUE ES INMUTABLE (CONSTANTE) Y TODO AMOR (FIEL)

Hormias
29 de octubre de 2022 a las 08:16

Gracias por su articulo.. Genial. Como siempre fray Martín

Valero
29 de octubre de 2022 a las 10:45

Hay una frase que se hizo popular entre los soldados en la primera y en la segunda guerra mundial no exenta de ironía pero que contiene una gran verdad: "En las trincheras no hay ateos". Y es que ante la terrible experiencia de la guerra y ante un peligro inminente, fuera cual fuese la ideología del soldado, éste de una u otra forma, terminaba pidiendo a Dios que salvase su vida. El hombre sobrecogido por el abismo de la muerte se hace consciente de su nada y se vuelve hacia el absoluto, porque hay en lo más profundo del corazón, una rebeldía ante la posibilidad de que su ser desaparezca totalmente. Este rechazo a la nada es el grito de Dios que gime y ora en el corazón de todo hombre, aunque él no sea consciente de ello.

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