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Oración en un mundo sin Dios
4 comentariosEscribo desde Salamanca. Los días 26 y 27 de octubre se han celebrado en la Universidad Pontificia unas Jornadas de Teología, sobre “la oración en mundo sin Dios”. A mi me han hecho el honor de solicitarme la primera de las conferencias. La he titulado: “El hombre como ser orante. Dimensiones antropológicas y teológicas de la oración”. Dado el sentido de las jornadas, he comenzado por preguntarme no tanto si era posible orar en un mundo en el que Dios parece ausente, sino si era posible una oración sin Dios. Esta es la propuesta de algunos filósofos y grupos contemporáneos, que afirman que la espiritualidad no es monopolio de los cristianos ni de las tradiciones religiosas. La espiritualidad, en cierto sentido, es un ejercicio de superación de los propios límites. Cultivar la espiritualidad es ejercitar el espíritu, sin miedo a enfrentarse con la realidad.
Después de valorar este tipo de propuestas he reflexionado sobre el sentido antropológico de la oración, pues la oración a Dios es una realización de la peculiar dimensión comunicativa del ser humano. Sin base antropológica, si la oración no designase un fenómeno predicable de todo hombre, al concepto cristiano de oración le faltaría el contacto con una experiencia accesible y perdería toda obligatoriedad. Cuando he tratado de las dimensiones teológicas de la oración, he comenzado por notar las dos dificultades que tenían, tanto los antiguos como los modernos, para explicar la necesidad de la oración: Dios no necesita informaciones y a Dios no le podemos cambiar. En realidad, he dicho, la oración no cambia a Dios, sino que nos cambia a nosotros.
Mis reflexiones han concluido con esta cita de Benedicto XVI: “Los cristianos hoy estamos llamados a ser testigos de oración, precisamente porque nuestro mundo está cerrado al horizonte divino y a la esperanza que lleva al encuentro con Dios. En la amistad profunda con Jesús y viviendo en él y con él la relación filial con el Padre, a través de nuestra oración fiel y constante, podemos abrir ventanas hacia el cielo de Dios. Es más, al recorrer el camino de la oración, sin respeto humano, podemos ayudar a otros a recorrer ese camino. También para la oración cristiana es verdad que, caminando, se abren caminos”.
Está previsto publicar en un libro las conferencias de estas Jornadas. Esperemos que sea pronto y así puedan llegar a un público amplio.