Sep
Nuevo derecho humano: no ir a la guerra
6 comentariosPor las noticias que estos últimos días han llegado de Rusia resulta bastante claro que los jóvenes y los no tan jóvenes no quieren ir a la guerra: manifestaciones contra del decreto de movilización; jóvenes y familias enteras tratando de salir del país; lo peor de todo, pero no menos significativo: disparos y violencia contra las oficinas de reclutamiento.
Ir a la guerra, en muchos casos, no es un acto voluntario, sino obligatorio, forzado, conseguido a base de fuerza, violentando a la persona, obligándola a hacer lo que no quiere. Quienes quieren la guerra son los que no van a ella, y tampoco envían a sus hijos al frente. Bien pensado, ¿quién quiere dar la vida por la patria o por palabras grandilocuentes vacías de contenido, cuando se sabe que detrás siempre hay intereses económicos? Cuando está en juego el dinero, los que siempre pagan y salen perdiendo son los pobres. Por eso, la mayoría de los que van a las guerras son personas pobres, marginales, de grupos minoritarios, en fin, personas que no tienen quién se queje ni proteste por ellos.
Siendo realistas y tal como está el mundo, hoy no podemos prescindir de “fuerzas armadas”, bien reguladas por ley, que nos protejan de los delincuentes, o que sean fuerzas de interposición internacionales entre grupos que oprimen a sus pueblos (talibanes en Afganistan), o grupos guerrilleros que atacan a poblaciones indefensas (cárteles de la droga, por ejemplo). Pero hay que dejar muy claro que estas fuerzas son, paradójicamente, fuerzas de paz, fuerzas de interposición que pretenden evitar enfrentamientos. Eso es una cosa, la guerra es otra.
Quizás sería bueno empezar una campaña para que las Naciones Unidas, las grandes religiones, los códigos civiles recogieran como nuevo derecho humano el de no ir a la guerra. Entonces no digo que se acabasen las guerras, pero serían mucho más difíciles. Porque la gente, a ver si se enteran nuestros políticos de uno y otro bando, de uno y otro signo ideológico, no quiere ir a la guerra. Algunos políticos, apoyados por potentes grupos económicos, quieren la guerra, pero tampoco quieren ir a la guerra. Lo que quieren es que vayan otros, mientras ellos están bien resguardados.
Las campañas en pro de los derechos humanos han sido lentas, pero han ido haciendo su camino. Basta pensar en el derecho a la no discriminación racial o los derechos de la mujer. Pues bien, este nuevo derecho humano que propongo, quizás vaya lento, pero si empieza a hacer camino estoy convencido de que llegará muy lejos. El nuevo y urgente derecho humano es: no ir a la guerra, consecuencia directa del derecho inalienable a conservar la propia vida, a no arriesgarla inútilmente y, en caso de darla, hacerlo voluntariamente.