Ago
Nuevo curso
9 comentariosEn septiembre muchas cosas se reinician; o mejor, continúan: los cursos escolares en sus diferentes niveles, las actividades en parroquias y movimientos eclesiales, las programaciones de televisión y de otros espectáculos. ¿Se puede esperar algo nuevo? Seguramente tendremos más de lo mismo. Pero hay algunas realidades que, aunque parezcan repetitivas, se pueden vivir con un espíritu renovado. Y ahí es dónde empieza a tener interés lo del nuevo curso. San Pablo comparaba la vida cristiana con una carrera. Una carrera en la que todos pueden ganar, y en la que el premio es la meta misma: conocer a Cristo y el poder de su resurrección (Flp 3,10-16). En las carreras de larga distancia es necesario que haya etapas. Esta imagen, carrera con etapas, resulta oportuna ahora que comenzamos un nuevo curso.
La imagen de la carrera con etapas de algún modo indica que seguimos por un camino ya trazado. Cierto, algunos caminos más valdría que los dejásemos. Lo que nos espera a nivel social y económico no parece muy deseable. Los pronósticos de más paro, más restricciones, más impuestos, más recortes, aparte de injustos, no son necesarios. El euro no tiene problemas y no va a desaparecer; los que tienen problemas son las clases populares. Pero hay otros caminos que sí vale la pena continuar. Los caminos del evangelio, evidentemente: “desde el punto a donde hayamos llegado, sigamos en la misma dirección” (Flp 3,16). Para los creyentes, la imagen de la carrera con etapas resulta alentadora. Si en algún momento el cansancio puede con nosotros, el camino sigue esperándonos y la carrera continúa.
Un nuevo curso no es, por sí mismo, garantía de nada. Es una fecha más en el calendario. Pero puede ser un buen momento para cobrar nuevos ánimos y reemprender las tareas con más bríos o con más calma. Cada uno sabrá dónde tiene que poner el acento. A lo mejor en las dos cosas. Brío tiene que ver con espíritu y con ganas. Calma con paz y tranquilidad. Para que las ganas no se conviertan en desgana ante la primera equivocación o desencanto, convendría combinar el brío con la calma, las ganas con la tranquilidad, el espíritu con la paz.
Aprovecho para recordar que, a nivel eclesial, en este nuevo curso, nos encontraremos con dos etapas, dos acontecimientos que no convendría que pasasen desapercibidos: las celebraciones del “año de la fe” y del cincuenta aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II. Más adelante dedicaré algún post a estos acontecimientos.