Jun
¿Milagros o superstición?
4 comentariosTranscribo tal cual la pregunta que me hizo un periodista y mi respuesta.
Pregunta: ¿Por qué desde tiempo inmemorial el ser humano confía o cree en elementos que están más allá de la explicación científica? Algunas personas están convencidas de que la religiosidad y una fe fuerte u oración puede llegar a cambiar el destino de los acontecimientos o cambiar aspectos físicos (una enfermedad, un problema grave). ¿Pueden estar ocurriendo esos pequeños milagros cotidianos? ¿Es positivo que se respeten esos convencimientos personales y no se tilden de superstición? ¿Más allá de la intercesión divina a través de la oración o la encomendación, cree que hay aspectos y potenciales de la mente humana que están por explorar y que podrían explicar determinados acontecimientos que con la ciencia aun no explicamos?
Respuesta: El ser humano es un ser que razona, piensa y busca explicaciones. Cuando no encuentra una explicación que se ajuste a lo que él conoce, entonces atribuye las cosas que ve o le ocurren a causas que están más allá de sus conocimientos actuales. Y según el talante de la persona y los presupuestos desde los que juzga (no juzga igual una persona atea que un teista, y los teístas juzgan en función de sus distintas creencias religiosas), entonces atribuye aquello sobre lo que busca explicaciones bien a causas desconocidas, bien a causas religiosas o pseudo religiosas. Y según cuál sea el nivel de su religiosidad (una religiosidad infantil, o una religiosidad madura y pensada) sus explicaciones religiosas serán más o menos creíbles, o más o menos ingenuas.
Para un cristiano, la oración no cambia los acontecimientos. Cambia a la persona y, por tanto, cambia la manera de asumir los acontecimientos o de valorarlos. Otra cosa es que una persona pueda interpretar que Dios interviene especialmente en un determinado acontecimiento. Para la persona religiosa Dios conduce la historia y los acontecimientos, pero lo hace por medio de causas segundas, no interviniendo directamente y cambiando el curso de la historia o de los hechos. Pero, una persona religiosa, ante un determinado acontecimiento extraordinario o llamativo, o largamente deseado, puede ver ahí la mano de Dios. Eso no significa que Dios no intervenga en el resto de los hechos, significa que esa persona ha caído en la cuenta de la intervención de Dios precisamente ante el acontecimiento llamativo, vivido desde la fe y acogido en un clima de oración.
Claro que hay muchas cosas que están todavía por explorar o por descubrir, en el universo, en nuestro mundo y en las personas, y sin duda cuando vayamos conociendo mejor algunos datos encontraremos explicaciones que ahora no somos capaces de dar. Eso no quita para nada el convencimiento básico del creyente de que Dios interviene en la historia. Interviene eso sí por medio de causas segundas, respetando la autonomía de la naturaleza y la libertad de la persona. La autonomía y la libertad no están en competencia con el Creador, al contrario, manifiestan su grandeza, pues cuanto más perfecta es una cosa, tanto mejor manifiesta la grandeza de su autor. Y Dios es el dador de la libertad y de la inteligencia. No es posible oponer razón y fe, porque ambas proceden de Dios. Por eso, la fe es razonable y en la razón hay un aspecto de creencia.