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Mediaciones y acción inmediata divina
3 comentariosEn mi anterior aportación escribí que Dios, para darse a conocer, siempre se sirve de mediaciones humanas. En efecto, lo que los creyentes recibimos como palabra de Dios, ha sido directamente escrito por unos autores humanos que utilizaban de todas sus facultades y talentos y, por eso, deben considerarse “verdaderos autores” de la Sagrada Escritura (según dice el Vaticano II). La palabra de Dios llega a través de la palabra de los autores del Antiguo y Nuevo testamento.
Esto que vale para la Palabra de Dios vale para toda actuación divina. Tomás de Aquino hacía notar que Dios es la causa primera que actúa través de las causas segundas. Lo que nosotros podemos analizar son las causas segundas, o sea, la libertad humana y la acción de la naturaleza. En esta línea se expresa el Catecismo de la Iglesia católica: “Dios es la causa primera que opera en y por las causas segundas... Esto no es un signo de debilidad, sino de la grandeza y bondad de Dios todopoderoso. Porque Dios no da solamente a sus criaturas la existencia, les da también la dignidad de actuar por sí mismas, de ser causas y principios unas de otras y de cooperar así a la realización de su designio”. Si Dios actuase directamente dejaría de ser trascendente y se convertiría en una causa mundana. Dios no es un objeto más al lado de otros objetos, es un principio de luz y de fuerza que determina toda la realidad.
Un comentarista de mi post anterior quiso subrayar el adverbio de tiempo de mi frase: “Dios siempre se sirve de mediaciones humanas”. Quisiera notar la importancia de la palabra “siempre”, decía. Y añadía: lo subrayo porque parece que todavía hay cristianos que piensan y dicen que Dios “en ocasiones” actúa y se manifiesta a través de mediaciones. Lo cual implica que en otras ocasiones la relación puede ser “sin mediación” y por tanto directa, inmediata. Estoy plenamente de acuerdo con el comentarista. Incluso cuando Dios habla en el sagrario inviolable de la conciencia o cuando inspira un mensaje a una persona, esta acción se da a través de la mediación de la conciencia o de la visión o inspiración que haya podido tener esa persona.
Y, sin embargo, hay dos momentos en la historia de la salvación en los que debemos afirmar que se ha dado una actuación directa de Dios. Son la excepción que confirma la regla. Pero son dos momentos que están en “otro nivel”, fuera de las actuaciones normales de Dios a través de la naturaleza y de las personas; son directamente “divinos” y, por eso, allí no hay mediación humana alguna. Son dos momentos ligados indisolublemente a la vida de Jesús, a saber, la concepción y la resurrección. En ellos se ha inaugurado una nueva creación, como muy bien ha sabido notar Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, siguiendo al teólogo suizo Karl Barht: “hay dos puntos en la historia de Jesús en los que la acción de Dios interviene directamente en el mundo material: el parto de la Virgen y la resurrección del sepulcro”.