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Lo afectivo y lo institucional en "Fratelli tutti"
2 comentariosEn la encíclica aparecen citados algunos autores contemporáneos. El Papa se deja acompañar de pensadores que le ayudan a comprender y expresar la verdad, y a traducir el mensaje evangélico en función de las necesidades de nuestro tiempo. Uno de los citados es un autor protestante francés, que ha escrito cosas interesantes sobre temas que interesan a la teología. Se trata de Paul Ricoeur. Inspirándose en este autor, Francisco dice que la caridad debe integrar dos dimensiones que provocan dos tipos de lazos o de relaciones: la dimensión personal o cercanía afectiva al otro, y la dimensión institucional. ¿Cómo comprender esto?
Nuestro mundo está cada vez más estructurado y burocratizado. Muchas relaciones de solidaridad han dejado de ser personales y se dan a través de instituciones y mediaciones sociales. Mi ayuda a las víctimas de un terremoto no la entrego personalmente, sino a través de una ONG o de una institución eclesial o estatal. Para que llegue la medicina al herido que está lejos necesito de los servicios de correos. Caridad es la ayuda que yo presto para que un anciano pueda cruzar un río, pero también es caridad lo que hace el político que construye el puente. En realidad, la relación personal con el prójimo y la institucional son las dos caras de la misma caridad. Y ambas son necesarias.
La caridad, como bien dice el Papa, pasa también por “las instituciones, el derecho, la técnica, la experiencia, los aportes profesionales, el análisis científico, los procedimientos administrativos… La verdadera caridad es capaz de incorporar todo esto, y si debe expresarse en el encuentro persona a persona, también es capaz de llegar a una hermana o a un hermano lejano e incluso ignorado, a través de los diversos recursos que las instituciones de una sociedad organizada, libre y creativa son capaces de generar”.
“El buen samaritano necesitó de una posada que le permitiera resolver lo que él solo, en aquel momento, no estaba en condiciones de asegurar. El amor al prójimo es realista y no desperdicia nada que sea necesario para una transformación de la historia que beneficie a los últimos. De otro modo, a veces se tienen ideologías de izquierda o pensamientos sociales, junto con hábitos individualistas y procedimientos ineficaces que sólo llegan a unos pocos. Mientras tanto, la multitud de los abandonados queda a merced de la posible buena voluntad de algunos. Esto hace ver que es necesario fomentar no únicamente una mística de la fraternidad sino al mismo tiempo una organización mundial más eficiente para ayudar a resolver los problemas acuciantes de los abandonados que sufren y mueren en los países pobres”.