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La guerra lava los pecados, según el patriarca de Moscú
10 comentariosCuando el nombre de Dios se mezcla en las guerras, cada parte lo utiliza en función de sus intereses políticos. Este pasado domingo, el Patriarca de Moscú, en su sermón dominical, para animar al alistamiento de los jóvenes rusos, dijo que quien muere cumpliendo con su deber militar en la guerra contra Ucrania realiza un sacrificio similar al de Cristo, y este sacrificio lava todos los pecados cometidos. No voy a poner ningún enlace porque estas tristes palabras aparecen publicadas en muchos medios. Soy bien consciente de que, en tiempo de las cruzadas, había predicadores que animaban a los cruzados con palabras similares. Pero aquí no se trata de juzgar el pasado con criterios de hoy, sino de juzgar el presente. Un presente con circunstancias propias distintas a las del pasado.
Hoy la guerra es moralmente inaceptable, aunque quizás haya alguna justificación para la guerra defensiva. Pero no hay ninguna para la guerra ofensiva. Sobre todo, porque los daños que producen las armas modernas son tan desproporcionados y tan mortales, que desbordan cualquier derecho, del tipo que sea, que pueda alegarse para usarlas. Y porque hoy es posible, en caso de conflicto político, usar medios pacíficos para resolverlo, buscando la mediación de instancias neutrales e independientes.
La tragedia de la guerra es la tragedia humana, la tragedia del pecado. Por eso es inconcebible que una autoridad religiosa defienda el pecado. Sin duda, el Patriarca Kirill de Moscú se encuentra muy presionado. Precisamente por eso, una palabra suya no solo en defensa de la paz, sino directamente en contra de la guerra, tendría una gran audiencia e influencia. Pero en todo caso, las presiones políticas que pueda tener el Patriarca de Moscú no justifican de ningún modo usar el nombre de Dios de esta forma. Porque Dios, el suyo, el del patriarca ortodoxo, es un Dios de paz, un Dios que pide poner la otra mejilla, un Dios que pide no hacer al otro lo que no quieras que te hagan a ti, un Dios que exhorta a amar a los enemigos, un Dios que da la vida por sus enemigos, precisamente porque no quiere la muerte de sus enemigos, sino su vida.
Querido Patriarca: al menos, guarde silencio. A lo mejor su silencio podría ser profético, sobre todo de cara a los que esperan que diga las palabras que ha dicho. Su silencio sería elocuente. Al menos, cállese. No meta a Dios en los infiernos. Y queridos políticos de la otra parte: busquen soluciones, no sigan fabricando armas, no utilicen a Ucrania como banco de pruebas. Hagan algo, ustedes que pueden.