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La FIFA (federación internacional de fútbol) es un casino
2 comentariosHay cosas que a uno le crean mala conciencia. Confieso que el fútbol me entretiene y que me gusta ver los partidos de algunos equipos. Uno de ellos la selección española, esa que tantas alegrías nos ha dado, incluso a muchos no aficionados al fútbol. Los lectores deben saber que el próximo campeonato mundial se celebrará en Brasil en el 2014. Pues bien, mi hermano de hábito fray Betto (un fraile brasileño conocido por su defensa de los pobres y su compromiso a favor de la paz, famoso por haber publicado un larga entrevista con Fidel Castro) ha denunciado algunos “trasfondos” o bajos fondos que sostienen la organización de la próxima copa del mundo de fútbol, para beneficio de los ricos y sólo de los ricos.
Por ejemplo: las empresas asociadas a la FIFA gozarán de una serie de privilegios, como no pagar impuestos al Estado o tener la exclusiva de venta y comercialización de productos relacionados con el evento. Hay previstas fuertes sanciones para los vendedores ambulantes que hagan “competencia ilegal”. Para mayor gloria del fútbol los municipios se pueden endeudar, más allá de lo que marca la ley, para construir un estadio, pero no para realizar obras de saneamiento; van a sacar de sus casas a casi 170.000 personas, sin garantía alguna de que sean debidamente indemnizadas. Nadie podrá entrar en los estadios con botellines de agua o con bocadillos; habrá que comprarlos dentro a la empresa concesionaria; más aún, durante el campeonato quedará sin vigor la ley brasileña que prohíbe la venta de alcohol en los recintos deportivos, para que una empresa patrocinadora pueda vender su marca de cerveza norteamericana. Las entradas estarán a precios prohibitivos para el ciudadano medio. En una sociedad como la brasileña no se ha previsto ningún tipo de “precios populares”.
La FIFA es un casino, dice fray Betto. En el casino muchos juegan y pocos ganan. Pero el que nunca pierde es el dueño del casino. Una vez más va a ser verdad eso de que no es oro todo lo que reluce; o que la religión-fútbol, además de ser el opio del pueblo, es una trampa para los pobres.