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La fe cristiana tiene sus motivos
7 comentariosLa fe cristiana es una actitud que tiene sus motivos. Está sometida a una serie de controles. No se apoya en sí misma. Los relatos que nos transmiten el mensaje y la vida de Jesús están bien fundamentamos históricamente y hay motivos sobrados para considerar veraz y creíble lo que en ellos se dice. Pero lo que ahora quiero subrayar es que el control más importante sobre Jesús, el cristiano lo realiza mirando a Jesús mismo, a su persona, su vida, su actividad y su palabra. ¿Jesús aparece como creíble, como alguien digno de fe, alguien que merece mi confianza? ¿Su palabra tiene autoridad, llena la vida de sentido y el corazón de alegría? ¿El encuentro con él ha cambiado mi vida? ¿El Dios que él nos revela es de Amor y de Vida?¿Es un Dios que nos hace más humanos, más personas, más felices? Si lo pensamos bien, no hay nada más razonable y conveniente para el ser humano que el Evangelio, y nadie resulta tan creíble como Jesús de Nazaret. Nadie como el merece ser escuchado, porque nadie ha hablado como él.
Es importante dejar claro que la fe cristiana se fundamenta en la confianza que merece Jesús de Nazaret y su mensaje. Pues el gran argumento que, con diferentes variantes, se repite una y otra vez, es que el fundamento personal de toda creencia son los deseos humanos. Ellos son los que nos llevan a pensar que si Dios existiera la vida tendría sentido. A partir de ahí se comprende la coherencia de esta propuesta formulada por el filósofo Fernando Savater: “En lugar de tener la pretensión de comprender la entraña de la realidad a partir de lo que deseamos, deberíamos intentar comprender precisamente los mecanismos reales de nuestro furor deseante”.
¿Qué decir ante esta propuesta? No hay duda, a mi entender, de que Jesús y su evangelio responden a los mejores deseos del corazón humano. Pero Jesús no es el resultado de ninguna proyección, su mensaje no es un invento del creyente, una leyenda que ayuda a mejor sobrellevar las penas de la vida. Jesús y su mensaje están ahí antes de que el creyente los conozca. Y cuando los conoce, entonces descubre que colman sus más profundos deseos. El deseo no causa la respuesta ni produce la realidad. En todo caso, el deseo es lo que mueve a buscar si hay alguna realidad fuera de mi que pueda ofrecer una respuesta satisfactoria a mis deseos.
La fe cristiana no se apoya en el vacío, ni es una proyección, sino un acto moralmente responsable y digno del ser humano. El creyente tiene buenas razones para creer.