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Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

13
Sep
2024

La cruz de Cristo, ¿castigo o amor?

5 comentarios
exaltacioncruz2024

El 14 de septiembre la Iglesia celebra la fiesta de la “exaltación de la santa cruz”, fiesta relacionada con la tradición que atribuye a Santa Elena, la madre del emperador Constantino, el haber encontrado en Jerusalén las primeras reliquias de la cruz en la que fue crucificado nuestro Señor Jesucristo. Sea lo que sea de esta leyenda, importa comprender bien el sentido de la celebración. Pues todavía se sigue entendiendo la cruz de Cristo como el pago de una deuda debida a Dios, como un modo de reparar el honor divino ofendido por el pecado del ser humano, como el castigo que Cristo ofrece en lugar de la humanidad para aplacar así la cólera divina por el pecado del hombre.

Pero un Dios tan preocupado por su honor que solo puede repararse al precio de la muerte violenta de su Hijo, parece difícilmente compatible con un Dios que es todo amor y sólo amor. En realidad, Dios no envió a su Hijo al mundo para que pagase nada, ni para aplacar sus deseos de castigo. Dios no quiere cobrar nada. No quiere castigar. Unicamente quiere dar y salvar. Si envió a su Hijo al mundo fue porque amaba mucho a los seres humanos y, por eso, quiso identificarse con nosotros y con nuestro destino, para que así nosotros pudiéramos identificarnos con él y con su destino. Dios envió a su Hijo para que tuviéramos vida abundante.

Hay que ir con cuidado cuando se habla de “exaltación” de la Cruz. O de la Cruz “gloriosa”. Sobre todo, si se entiende como algo querido por Dios, sin tener en cuenta que este “querer” divino significa tan sólo su enorme respeto por la libertad del ser humano. Dios no quiere la cruz. ¿Cómo iba a querer semejante desventura para su Hijo muy amado? Tampoco Jesús la quiso: “Padre mío, si es posible, que se alejé de mí este trago” (Mt 26,39).

La cruz, si la miramos desde nuestra perspectiva, es una consecuencia terrible del pecado. De nuestro pecado. Cristo murió a causa de nuestro rechazo. Lo crucificaron los hombres. No Dios. Los hombres no eran marionetas que Dios manejaba para que crucificaran a su Hijo, sino seres libres que rechazaban al Hijo. Vista desde la perspectiva de Cristo y de su Padre, la cruz es la manifestación de un amor llevado hasta las últimas consecuencias. Cuando los hombres le rechazan, Cristo les perdona. Y así se comprende que Dios, en lugar de destruirles, como este amo de la viña que manda matar a los viñadores homicidas de su propio hijo, conmovido por la manera como Jesús muere, respeta a los hombres (aunque no esté de acuerdo con ellos) y no les destruye, porque sigue amándolos en Cristo.

Jesús murió porque el hombre es malo, y no tolera la defensa del pobre, ni la denuncia de la injusticia, ni el perder sus privilegios sociales y religiosos. Jesús murió porque era bueno y se puso al lado de los menesterosos y oprimidos, sin retroceder ante las consecuencias; porque fue fiel a su misión, dándose sin reservas, sin reservarse ni siquiera lo más valioso, la propia vida. Jesús murió, finalmente, porque Dios no se arrepiente de haber creado al ser humano libre, y respeta esta libertad incluso cuando se utiliza contra Dios.

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Ada González
13 de septiembre de 2024 a las 12:03

La Santa Cruz es para mi evidencia de todo el amor de Jesús para con nosotros y de nuestro Padre Celestial. Amén.

juan garcia
13 de septiembre de 2024 a las 17:56

Contemplar a Jesús crucificado me desconcierta. Dios Padre no es causa de la muerte de su Hijo: ¿La permitó de alguna manera?

María Elena
14 de septiembre de 2024 a las 00:59

Para mí, el Padre envió a su Hijo al mundo para enseñarnos la perfección del Amor.

Así, cuando medito el cuarto misterio del Rosario, me vienen a la mente muchas personas, como, por ejemplo, una pareja de ancianos que vi en una residencia en que el marido, empujando la silla de ruedas de su mujer, se detuvo por unos instantes echándose a llorar, ya que ella padecía alzhéimer. En esos momentos "veo" a Cristo que, contemplando la escena al mismo tiempo, saca fuerzas para proseguir con la Cruz, la misma que tenemos cada uno de nosotros en nuestra propia vida. Él se solidarizó por adelantado, venciendo las limitaciones espacio- temporales. Del mismo modo, cuando beso la cruz, le "veo" a Él correspondiéndome, también por adelantado.....

En verdad, la Cruz es la exaltación del Amor de Dios.

Hormias
14 de septiembre de 2024 a las 20:17

Sigamos a cristo.. Es la única esperanza

juan garcia
15 de septiembre de 2024 a las 16:19

El hecho de que Jesús hable de su muerte y resurrección en diferentes ocasiones, nos dice que tenía una idea de suus últimos días en la tierra. "Destruir este templo y yo lo restauraré en tres días". Jesús conocia el tiempo y la muerte que le esperaba. (Los profetas a lo largo de la historia nos revelan la naturaleza y el recibimiento del Mesias que había de venir) Con el pecado de Adan viene la promesa de un redentor. El Nazareno es la gran promesa de salvación del género humano. Desde sus orígenes es perseguido como un criminal y Pilatos se laba las manos de su inocencia, entregándolo para ser crucificadoi por los poderosos de la época, en lugar de un delincuente judio. Jesús es víctima de los líderes de pueblo que tiene miedo a ser destruido por los romanos y por la doctrina de un grupo de idealistas que predican un nuevo sistema de valores en favor de los pobres y los menospreciados sociales. Gracias Señor, por el gran misterio de nuestra redención y la Eucaristía que repite ese gran misterio cada vez que el sacerdote la celebra en toda la tierra. Gracias, Fray Martín.

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