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Hartazgo de lo sobado y manido
1 comentariosEso de la Navidad es un tema tan sobado, tan manido, tan ajado y tan usado, que produce pena, risa y hartazgo. Todo a la vez. Da grima escuchar anuncios sobre "el lugar de la Navidad". Da risa leer artículos periodísticos, como ese que cuenta, entre otras tonterías, la estupidez ocurrida en un restaurante de Madrid en el que aparecieron unos orangutanes con el niño Jesús en brazos. Y da un poco de pena leer textos creyentes, escritos con la mejor intención, pero con poca teología. Para sorpresa mía todavía hay quien sigue presentando a José como un hombre “mayor de edad”. ¡Ya está bien! Ni mayor ni blandengue. Como dice una amiga mía, “un hombre que todas quisiéramos tener como marido. Un hombre hecho y derecho, que ama en profundidad a Dios y a su pareja y, en este Amor, él también pronuncia su Fiat”
Puestos a contar historias no estaría mal recordar una poco conocida sobre la joven pareja. Cuando María y José llegaron a Belén, según el relato de Lucas, un relato no histórico, sino teológico y que por tanto no se puede leer con la ingenuidad del que se imagina que está viendo un video, digo que según este relato la pareja no encontró posada. Posada no es un hotel ni una pensión, sino una habitación que las pobres familias campesinas usaban para hospedar a los huéspedes, si alguna vez los tenían. José y María, no según la historia, sino según la teología de Lucas, debieron llegar a casa de los padres de José. ¿No había ido José a su ciudad? Y la familia de José, ¡la familia de David!, no les recibió, porque seguramente se escandalizaron del embarazo de una mujer que llevaba pocos meses casada. ¡Un embarazo antes del matrimonio! ¡Vaya escándalo para la gente bien pensante, como debía ser la familia de José! ¡La casa de David no les recibió! “Vino a los suyos”, dice el cuarto evangelio, y los suyos no le recibieron.
Ya sé que la teología no salva. Pero aún salva menos la poca teología. Una buena teología ayuda a vivir mejor la fe. Con mala teología y peor exégesis hacemos una espiritualidad pobre y raquítica. Por cierto, y para acabar con este desahogo, la tradición judía inicia hoy la celebración de la Januká, la fiesta de la Luz. Luz en el Antiguo Testamento. Luz en el Nuevo Testamento.