Dic
Encarnación mejor que Navidad
9 comentariosLas palabras nacen, crecen, se desarrollan, se gastan, se desgastan, se pudren, cambian de sentido y mueren. Algo de eso ha ocurrido con la palabra Navidad. No se trata solo de que algunos pretendan cambiar la expresión fiestas de Navidad por fiestas invernales. Eso es secundario, porque en tal cambio el acento está en la fiesta, no en la Navidad. Lo peor es la degradación de la palabra Navidad, apropiada por todo lo que tiene que ver con el dinero, o sea, por una ideología pagana: “25 de descuento, fum, fum, fum” en “la mejor Navidad” del corte británico; o “la hiper navidad” del hiper francés.
Los cristianos de los primeros siglos fueron muy listos al cambiar el sentido de las fiestas romanas en honor del Sol naciente por la fiesta cristiana del Sol que nace de lo alto para salvar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. En nuestros días ha ocurrido el fenómeno contrario: el listo ha sido el paganismo (los hijos de las tinieblas son más listos que los hijos de la luz y se aprovechan de ellos), que se ha apropiado el término para hacer no la mejor Navidad, sino el mejor negocio. Y ahí es donde todo empieza a chirriar: no podéis servir a Dios y al dinero.
Por eso propongo a mi comunidad, que es la Iglesia, que aparquemos el término Navidad. Se lo regalamos generosamente al mundo. Que haga lo que quiera, que lo sustituya por el que prefiera. Para que quede claro que los cristianos ya no nos identificamos con él. Para nosotros es una reminiscencia del pasado que no ha tenido buena suerte. Mi propuesta es que, en adelante, los cristianos hablemos de Encarnación. Ese es el misterio que celebramos: que Jesús se encarnó por obra del Espíritu Santo. Lo que viene después: “y nació de María, la Virgen” es la realidad humana convertida en sacramento que orienta al misterio. Si absolutizamos el sacramento o si no sabemos a donde orienta, el sacramento se desvirtúa.
Si dejamos claro que celebramos la Encarnación, lo tendrán difícil los políticos y el mundo del dinero para apropiarse un término tan identificador, tan respetuoso, tan poco ambiguo, tan difícil de manipular.