Dic
Encarnación: contacto con tacto
3 comentarios
Tengo la impresión de que, fuera de los ambientes de cristianos practicantes, el término encarnación no tiene mucho sentido. Más aún, es un término ignorado. En estos próximos días oiremos hablar mucho de Navidad. Unos desearán una feliz navidad (sin saber muy bien por qué en navidad hay que desear felicidad), y otros dirán que la navidad no les dice nada. O mejor, les dice que vayan de compras inútiles. Pues, si ya es difícil que muchos sepan explicar con un mínimo de precisión qué significa Navidad, resulta casi imposible encontrar quién sepa explicar el término encarnación. Y lo que ocurrió en la verdadera navidad, en la buena, en la que sucedió hace dos mil años, fue la encarnación del Verbo. ¿Del Verbo? ¿De qué Verbo? Esa es otra buena pregunta.
Lo que hoy está de moda es el último grito tecnológico. Y la tecnología está bastante desencarnada, no necesita soportes materiales o biológicos. Más bien le estorban. A mi me ha ocurrido que al ir a dar una conferencia y pedir que fotocopiaran un esquema para que los asistentes la siguieran mejor, se han negado a hacerlo, y me han contestado que usar papel es un desperdicio antiecológico. Ante mi insistencia, proyectaron en una pantalla mi esquema. Y hablando de soportes biológicos, hoy un niño se “fabrica” mejor por un ingeniero, con un código genético a toda prueba, que por una pareja que se entrega el uno a la otra.
En las redes sociales podemos iniciar y mantener un “contacto”. Pero es un contacto que no tiene tacto. En este contacto no se toca, no se palpa, no hay sensaciones de presión, dolor, olor, vibración o temperatura. No hay un estrecho abrazo. Los besos por teléfono móvil no llegan a ninguna parte. El contacto por internet, si no pasa después a la dimensión del tocar, del tacto, no logra una verdadera comunión. Todo eso tiene mucho que ver con la encarnación. “Si el Verbo no se hubiera hecho carne, acabo de leer en un escrito reciente de Fabrice Hadjadj, si hubiera enviado sus mensajes desde los cielos por correo angélico, o si su encarnación solo hubiera sido una digitalización, nadie habría sido capaz de prenderlo y conducirlo al Gólgota”. A veces decimos que hemos “colgado” alguna cosa en internet. En realidad, internet no permite clavar un clavo. Internet no permite ser crucificado.
“Tanto amó Dios al mundo que le dio, le entregó a su Hijo único” (Jn 3,16). Una declaración de amor pide el acercamiento de los cuerpos. El amor pide cercanía, presencia mutua. Por eso es tan importante que el Verbo se hiciera carne, carne de un judío, carne de un carpintero, que trabajó con manos de hombre. El Verbo se hizo carne para llegar hasta nosotros con una cercanía total, absoluta, imposible de superar. Así demostró el gran amor que nos profesa: quiso ser como el amado. Ni más ni menos. No sólo acercarse al amado. Ser como el amado. Es importante recuperar la importancia de la carne, la carne del Verbo y la carne de los hermanos. Conocer de persona a persona, cara a cara, cuerpo a cuerpo.