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Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

17
Jul
2024

El rostro de Dios

4 comentarios
candelabrorostrodios

El rostro del humano puede ser mentiroso. Pero incluso cuando no miente, su rostro es siempre limitado. Pensar en un rostro sin limitación alguna sería algo así como pensar en el rostro de Dios. Pero ¿acaso Dios tiene rostro? La Escritura habla del rostro de Dios. Con esta expresión se refiere al tipo de relación que Dios mantiene con el ser humano: cuando Dios vuelve su rostro o hace resplandecer su faz sobre Israel, éste recibe la paz, es decir, la salvación (Núm 6,25-26). Cuando Dios oculta su rostro y lo aparta de Israel, ello significa la privación de la gracia (Sal 13,2). El salmo 104,29 extiende a toda la creación esta acción benéfica (o maléfica) del rostro de Dios: “escondes tu rostro y los animales desaparecen”, vuelven a la nada. Así se explica que una de las oraciones más frecuentes dirigidas a Dios por el israelita sea que no aparte de él su rostro, que no le oculte su rostro (Sal 22,25).

Pero una cosa es que Dios vuelva su rostro hacia el hombre o lo retire, o sea, que Dios le mire con benevolencia o, por el contrario, le reproche su pecado y su infidelidad; y cosa distinta es que el hombre pueda ver el rostro de Dios. Una cosa es que Dios vea al ser humano y otra que el ser humano vea a Dios. Pues, por parte del hombre, ver el rostro de Dios es im­posible. Moisés tenía una gran intimidad con Dios. Hablaba con Dios “como habla un hombre con su amigo” (Ex 33,11). Basándose en esta confianza, Moisés pidió a Dios que le dejase ver su rostro, y se encontró con esta respuesta: “Mi rostro no podrás verlo, porque nadie puede verme y seguir con vida” (Ex 33,20). Dios deja ver a Moisés sus “espaldas”, pero no su rostro (Ex 33,23). Si el rostro es reflejo de lo que uno es, y si en el rostro de Dios no hay mentira alguna, ver el rostro de Dios sería algo así como comprenderle totalmente, tener una idea pre­cisa de lo que él es. Esto, por definición, es imposible, pues Dios es el misterio por excelen­cia. Si dejase de ser misterio, dejaría de ser Dios. Un Dios comprendido totalmente, sería un Dios no sólo al alcance, sino a la medida de lo humano. O sea, un Dios finito, limitado. Una contradicción. Por eso dice la Escritura que es imposible, en las condiciones de este mundo, ver a Dios.

Esto imposible en este mundo, ver el rostro de Dios, es un ele­mento de la felicidad en el mundo futuro: “entonces veremos cara a cara” (1 Co 13,12; cf. 1 Jn 3,2; también Apo 22,4). Pero este ver cara a cara no debe hacernos olvidar la infinita dis­tancia que también en el cielo separa a Dios del ser humano. De modo que, incluso en el mundo futuro tampoco será posible una total comprensión de Dios. En el cielo, Dios seguirá siendo inabarcable para el hombre. Nunca la inteligencia humana, finita y limitada, puede agotar el infinito de Dios. Cabe aplicar a la vida bienaventurada esta profunda búsqueda ina­gotable que el salmista expresa al decir: “¡Qué incomparables encuentro tus designios, Dios mío!, ¡qué inmenso es su conjunto! Si me pongo a contarlos son más que arena; si los doy por terminados, aún me quedas tú” (Sal 139). Cuando, en nuestra ingenuidad, creemos que hemos agotado, terminado con los designios divinos, no hemos ni siquiera empezado y Dios sigue quedando todo entero por descubrir.

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Carlos
17 de julio de 2024 a las 10:46

Ilumine su rostro sobre nosotros....

juan garcia
17 de julio de 2024 a las 20:50

Los humanos no tenemos la capacidad de ver "el rostro de Dios". Su esencia es contraria a nuestra forma de ver lo divino. Entre Dios y nosotros existe una infinita diferencia de ser: El es la totalidad espiritual del Todopoderoso increado, y nosotros somos una participación en lo que Dios creó. Cuando lleguemos al cielo y obtengamos un cuerpo espiritual posiblemente disfrutemos de la presencia de Dios de alguna manera.

María
19 de julio de 2024 a las 09:06

No me escondas tu rostro, Señor, Dios mío!! dice un salmo y otro: tu rostro buscaré...mi vida se reduce entre estas dos peticiones... que yo descubra tu rostro en el hno, en el prójimo y eso me cuesta, se me resiste, dame un poco de esta gracia: detrás de muchos rostros que veo todos los días, está el rostro de Dios.

MIGUEL ANGEL ÁVILA
21 de julio de 2024 a las 17:58

ESA ES UNA GRAN VERDAD Y HAY QUE ACEPTARLA Y EL QUE NO LA ACEPTE QUE DIOS LE MANDE UNA TORMENTA DE PEDRADAS POR INCRÉDULO BENDICIONES A TODOS

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