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El Papa en Irlanda en circunstancias difíciles
4 comentariosComo no podía ser de otra manera, el Papa, en su visita a Irlanda, ha afrontado el difícil problema de los abusos con menores cometidos por responsables eclesiásticos. Ha condenado los hechos, ha prometido que se tomaran medidas para que no vuelvan a repetirse. El papel del Papa, y de la Iglesia en general, no es nada fácil en las actuales circunstancias. Francisco ha ido a Irlanda a clausurar un encuentro de familias cristianas. Ha dicho cosas hermosas sobre el amor humano y sobre el sacramento del matrimonio. El matrimonio es una vocación, ha dicho. Una vocación, o sea, una llamada de Dios, un don del Espíritu Santo. Pero su predicación sobre el matrimonio quizás haya sido dificultada u oscurecida por el recuerdo de hechos delictivos cometidos por algunos clérigos.
Hay una parábola de Jesús que puede ayudar a comprender la dificultad de anunciar hoy el Evangelio: salió un sembrador a sembrar, pero la semilla cayó en suelos en los que no le resultaba posible arraigar o crecer. ¿Qué hará el sembrador? ¿Seguir echando semilla? Tarea inútil. Para que la semilla dé fruto tendrá antes que preparar la tierra. Ese es un problema de siempre: el Evangelio no se acoge automáticamente, requiere disposiciones para ser acogido. El predicador, en muchas ocasiones, antes de ponerse a predicar, deberá trabajar para que se den disposiciones que permitan la acogida.
Los escándalos del clero han provocado que, parte de la tierra de acogida de la Palabra, no esté en buenas condiciones. Peor aún, hoy, los escándalos han estropeado, empeorado y envenenado tierras buenas. Por eso, el anuncio del Evangelio se hace más difícil, puesto que requiere un trabajo de preparación mayor que si la tierra no hubiera sido estropeada. Para colmo, los estropeadores han sido aquellos que debían prepararla. Cuando se corrompen los que deben ayudar, todo se complica más. Cuando se corrompen los servidores públicos (jueces, policía), la degradación alcanza límites insoportables.
Yo no creo que los tiempos actuales sean peores que los pasados. De hecho, estos escándalos de los que hoy hablamos ocurrieron, en su mayor parte, hace ya un cierto tiempo. Pero hoy, hay más información y menos miedo para denunciar. Hoy, el disimulo o la ocultación termina por empeorar las cosas cuando los hechos salen a la luz.
Nunca ha sido fácil anunciar el Evangelio. Hoy es más difícil si cabe, debido precisamente a que la “tierra” que debe acogerlo está peor preparada. La paradoja es que esta peor preparación tiene su causa en aquellos mismos que estaban encargados de prepararla.