Jul
El necesario encuentro de ciencia y religión
5 comentariosHoy, tanto por parte de algunos creyentes como de algunas personas impregnadas de la mentalidad científica que caracteriza a la actual sociedad, se corre el riesgo de disociar y separar la razón y la fe, la ciencia y la creencia. Si esto llegase a ocurrir se produciría, tanto en uno como en otro ámbito, una verdadera catástrofe. Razón y religión se necesitan mutuamente. Una fe sin razón es, no sólo indigna del ser humano, sino que se ve expuesta a cualquier desvarío; una razón sin fe corre el peligro de considerarse el criterio último de todo lo real y de convertirse en un peligro para el ser humano. Religión y razón aisladas la una de la otra se convierten en patológicas.
Una religión sin razón busca lo irracional, lo supersticioso y lo mágico; se convierte fácilmente en intransigente y beligerante, en manipuladora de las conciencias; rechaza todo lo que no coincide con su imaginario; ve milagros donde en realidad hay desconocimiento e ignorancia; confunde la imaginación y la fantasía con la voz de Dios; considera que la voluntad de Dios coincide con los más catastróficos acontecimientos, que identifica como justo castigo del pecado.
Por su parte, una razón sin religión carece de controles éticos y considera que se debe hacer todo lo que es posible hacer: clonación de seres humanos, producción de fetos con el propósito de utilizar sus órganos para la elaboración de productos farmacéuticos; sólo la guían intereses económicos o, lo que es peor, intereses políticos. No sólo existen patologías religiosas, existe también una ciencia insana que, en su límite, se torna una amenaza para la vida y puede conducir a la destrucción del ser humano.
La ciencia es muy útil; nos ayuda a comprendernos mejor y a comprender mejor el universo en el que vivimos; nos explica como funciona la realidad, pero no responde a las grandes preguntas por el sentido de la vida ni a la pregunta por lo que debemos o no debemos hacer. Ahora bien, una religión que no puede armonizarse con las certezas esenciales de la visión del mundo que ofrece la ciencia, se desvanece rápidamente y, a la postre, tampoco puede responder a la pregunta por el sentido.