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El diablo tiene poder y lo reparte entre sus amigos
2 comentariosCada vez que leo el evangelio del primer domingo de cuaresma, correspondiente al ciclo C, no puedo evitar dejar de fijarme en esta propuesta que le hace el diablo a Jesús: “te daré todo el poder y la gloria de los reinos del mundo, porque a mí me ha sido entregada, y yo la doy a quién quiero. Si te arrodillas delante de mi todo será tuyo”. Ya sé que no pueden hacerse lecturas literalistas ni de éste ni de otros textos bíblicos, porque corremos el peligro de caer en fundamentalismos. Pero, a primera vista, se diría que el diablo está diciendo: el poder es mío y yo se lo doy a mis amigos. Conclusión fácil e inmediata: los que tienen poder lo han recibido del diablo porque son amigos suyos. A la vista del uso del poder que hacen algunos se diría que, efectivamente, son buenos amigos del diablo.
El término autoridad sitúa los aspectos buenos del poder. En realidad, todos tenemos poder, un poder recibido de Dios. La libertad, principal reflejo de la imagen de Dios con la que todos hemos sigo agraciados, es el poder de dirigir y controlar nuestra vida. Lo malo de la libertad es cuando pretende controlar las vidas de los demás. El poder mundano corre el riesgo de corromper a quién lo ejerce y de oprimir a los demás. Lo que necesitamos son líderes con autoridad, o sea, personas que den ejemplo con su vida de aquello que piden a los demás; personas que buscan ante todo el bien común, que utilizan sus capacidades para el servicio común, pensando sobre todo en los más necesitados. Jesús tenía mucha autoridad, pero no tenía ningún poder. Si hubiera tenido poder, nunca lo hubieran crucificado. El que tenía poder era quién mandó martirizarle: “fue crucificado bajo el poder de Poncio Pilato”. Un gobernador corrupto, un tirano sin escrúpulos, que era una buena encarnación de eso que dice el diablo: yo reparto el poder entre mis amigos.
En España aquellos a quienes se les ha encomendado que formen gobierno siguen sin entenderse. Gobierno: otra palabra interesante, que se asemeja más a la autoridad que al poder. Gobierna el que coordina y equilibra los distintos intereses, el que organiza los recursos para que lleguen a todos los ciudadanos, el que no se aprovecha del cargo para su propio beneficio, el que no utiliza el puesto para exhibiciones de mal gusto, el que cuida de que los niños sean bien educados y los enfermos bien atendidos, el que no hace demagogia fácil, sino buenas infraestructuras para comodidad de todos. Eso es gobernar. Por eso, es importantísimo que el poder que necesitan los que gobiernan esté repartido y, sobre todo, esté controlado. Así se explica que en los estados democráticos haya una división de poderes. Por lo que se ve, en España, el poder judicial funciona de forma independiente. Demos gracias a Dios.