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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

12
Nov
2025

El amor determinante de la justicia

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amorjusticia

La justicia y la verdad son dos dimensiones necesarias para que funcione correcta y pacíficamente cualquier sociedad. Justicia es dar a cada uno lo suyo, lo que le corresponde. Y verdad es ajustarse a la realidad. La justicia y la verdad están interrelacionadas: no puede haber justicia sin verdad, ni verdad sin justicia. Sus contrarios indican claramente que sin ellas es imposible la convivencia y el buen entendimiento entre las personas, pues en la injusticia y en la mentira no resulta posible entenderse.

Desgraciadamente, todo lo bueno puede mal utilizarse. Por eso, estos dos conceptos tan importantes pueden emplearse rígidamente para reclamar derechos legítimos, sin misericordia ni compasión, para quienes han faltado a la justicia y a la verdad. La justicia puede terminar convirtiéndose en venganza contra aquel que me ha agredido o dañado, y la verdad en intolerancia contra el que está alejado de la verdad. Cuando esto ocurre el vengativo y el intolerante se consideran los depositarios de la justicia y de la verdad.

Tanto la verdad como la justicia pueden vivirse con distinto talante y entenderse con distintos matices. Vistos en clave cristiana elevan y dignifican sus dimensiones estrictamente humanas. Dimensiones, sin duda necesarias, pero que pueden resultar insuficientes.

Humanamente la justicia es un anhelo innato de todo ser humano, pero según cuál sea la situación en la que uno está, puede entender la justicia que le corresponde de forma un tanto sorprendente. Probablemente el condenado debe pensar: “lo justo es que me den una segunda oportunidad”. Este concepto de justicia se parece bastante a la justicia de la que habla la Escritura: Dios es justo cuando perdona, porque su pretensión es nuestra salvación. Al perdonar, Dios realiza lo adecuado, lo justo, lo que él considera más conveniente para que se realice su designio de amor. La justicia humana podría aprender alguna cosa del concepto cristiano de justicia.

Hay otro aspecto de la reflexión cristiana, fundamentado en la doctrina de la creación, que muestra la capacidad humanizadora del evangelio, ampliando el concepto de justicia desde la clave individualista a la clave social. Pues la Revelación nos recuerda que Dios ha entregado la tierra y cuanto ella contiene a “todos” los seres humanos y, por tanto, allí donde los bienes no son accesibles a todos, no se cumple la voluntad de Dios. Se amplia así el concepto de justicia, que entiende que hay que dar a cada uno lo suyo, pero entiende lo “suyo” en clave individualista. Por el contrario, la Revelación afirma la clave social y universal de lo que corresponde a cada uno.

Lo cristiano y lo humano es entender la justicia a la luz del amor. Pues una aplicación estricta de la justicia podría convertirse, como indicaba la máxima de Cicerón, en inhumana: “summum jus, summa injuria”. Jesús contesta esta actitud, puesta de manifiesto en las palabras: “ojo por ojo, diente por diente” (Mt 5,38). Tanto en sus tiempos como en los actuales, muchos modelos de justicia se inspiran ahí. Pero a la luz del amor podemos comprender que el perdón puede ser el camino más adecuado para acercarme a aquel que ha sido injusto conmigo y lograr, en la posible reconciliación, una justicia que da a cada uno lo suyo sin perjudicar a nadie. (Continuará)

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