Oct
El aborto, arma electoral
6 comentariosCuando a la vuelta de uno de sus viajes preguntaron al Papa Francisco quién era el candidato a la presidencia de los Estados Unidos más aceptable para un católico, y mezclaron la pregunta con las posiciones sobre el aborto de esos candidatos, el Papa, muy inteligentemente, contestó que cada uno debía votar según su conciencia. Porque a la hora de votar hay que considerar muchos aspectos sobre el programa, las posibilidades y el talante del candidato. No basta fijarse en un solo asunto, entre otras cosas porque luego, una vez en el poder, no suelen responder a sus promesas.
Digo esto porque acabo de leer este titular de prensa: “el apoyo de Melania al aborto, la carta escondida de Trump para captar voto femenino”. O sea, el aborto es lo de menos, lo importante es el poder y si para conseguir o mantener el poder hay que cambiar de discurso, se hace sin ningún problema. Parece que la señora Melania Trump ha escrito un libro en el que dice: “¿Por qué debería cualquiera que no sea la propia mujer determinar lo que hace con su propio cuerpo?”. No es que me parezca muy afortunado decir que cada uno puede hacer lo que quiera con su cuerpo. Pero lo que me parece totalmente inaceptable es creerse con el derecho a hacer lo que uno quiera con el cuerpo de otro. Porque el feto no es una parte del cuerpo de la madre, sino un ser diferente. Y, por eso, la madre no es la dueña, sino la cuidadora de su huésped indefenso.
El Papa Francisco, en su viaje de regreso desde Bruselas a Roma, declaró lo no hacía falta que declarase porque cualquiera, católico o no católico, cristiano o no cristiano, sabe perfectamente que la Iglesia defiende la vida desde su concepción hasta su muerte natural. Declaró que la vida era un bien que no tiene precio y hay que custodiar. Estas declaraciones y lo que dijo delante de la tumba del rey Balduino, irritaron al parlamento y al gobierno belga, hasta el punto de que el primer ministro convocó al Nuncio y calificó de “inaceptable” el rechazo del Papa al aborto. Por lo visto hay asuntos en los que ni siquiera el Papa tiene libertad para expresarse, si denuncian o molestan a los políticos. Señores políticos: por lo menos sean un poco elegantes y respeten las posiciones ajenas; expresen su desacuerdo, pero sin necesidad de descalificar.
Me daban ganas de titular este artículo de una de estas dos maneras: “el poder o la vida”; o: “el poder a cualquier precio”. Efectivamente, hay políticos que por conseguir el poder son capaces de cualquier cosa. Por eso, si tienen que decidir entre el poder o la vida de otras personas, eligen el poder (elección que tiene muchas aplicaciones más allá del aborto). Porque en esta sociedad nuestra, todo tiene un precio; también la vida, desgraciadamente, tiene un precio. El poder es la delicia de las delicias. Por eso es peligroso. El poder corrompe, y el poder absoluto, corrompe absolutamente.