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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

16
Ago
2024

Dos maneras de mirar

6 comentarios
manerasmirar

La compasión y el egoísmo son dos características contradictorias de lo humano. La raíz de las mismas está en la diferente manera de comprender la propia identidad. El problema aparece cuando afirmamos nuestra identidad a costa de los demás. Nos afirmamos contra los otros. De ahí surge el egoísmo, el pensar sólo en mi mismo, e incluso el deseo de que desaparezca el otro; el otro es un estorbo, una molestia.

Hay momentos en la vida en los que cobramos una aguda conciencia de que somos seres necesitados de ayuda. Cuando contemplamos a personas con necesidades especiales, o el rostro desfigurado de una persona por un accidente de tráfico, estamos contemplando nuestra propia posibilidad. Por eso, la situación del necesitado nos da pena y suscita nuestra compasión, porque consciente o inconscientemente vemos allí nuestra propia posibilidad. En esta línea, Tomás de Aquino decía que, viendo el dolor de los demás, “los hombres se compadecen de sus semejantes y allegados, por pensar que también ellos pueden padecer estos males” (Suma de Teología, II-II, 30,2).

Miguel de Unamuno decía que la compasión que sentimos por los demás y hasta por nosotros mismos no es sino la otra cara del amor: “el hombre ansia ser amado, o lo que es igual, ansia ser compadecido”. Y continúa diciendo: “amar en espíritu es compadecer, y quien más compadece más ama”. La compasión, añade este autor, es lo que nos diferencia de los animales: “La compasión es la esencia del amor espiritual humano, del amor que tiene conciencia de serlo, del amor que no es puramente animal, del amor, en fin, de una persona racional. El amor compadece, y compadece más, cuanto más ama”.

La compasión coexiste con otro elemento que es causa de mucho sufrimiento, y que parece estar en el origen de todos los males de la humanidad, a saber, el egoísmo. El egoísta todo lo centra en uno mismo, reduciendo a los demás a mera posesión e instrumento. El egoísmo se opone frontalmente al amor. Cuando uno solo se ama a sí mismo, los demás estorban. El egoísta sólo piensa en sí mismo. Por eso, ignora a los otros. Para el egoísta no hay otros, sólo cuenta el propio yo. Los otros son instrumentos útiles o inútiles en función del provecho que saco de ellos.

Compasión y egoísmo presuponen dos maneras de mirar, de prestar atención al otro. Recordemos la parábola del samaritano misericordioso. Los clérigos que pasan de largo, sin atender al herido, no le odiaban, no tenían ningún motivo para ello, ni siquiera le conocían. Lo que les impidió amarle fue el egoísmo, el pensar en sus cosas, el no tener tiempo para mirarle. El samaritano, por el contrario, se fijó en el herido, y lo que vio le hizo cambiar de planes. Dejó sus ocupaciones para atender al herido.

Cristo desenmascara nuestros egoísmos, nos invita a desprendernos de nosotros mismos, a dejar de mirarnos a nosotros mismos, pero no para perdernos, sino para encontrarnos en el verdadero amor, hecho de acogida y respeto, un amor que encuentra sitio para los demás. Con Cristo aprendemos que la compasión es la esencia del amor.

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Hormias
16 de agosto de 2024 a las 16:33

En mi experiencia vital. Veo en los sers humanos.. Codicia y cuanto más poseen más quieren acumular.... Deberian aplicar la poesia De Jorge Manrique... Nuestrssvidas....
Mil gracias por su blog fray Martín

Hna. Rosa María Villela OSM
16 de agosto de 2024 a las 17:52

Agradezco a Dios por su ayuda, El le siga llenando de su Sabiduría. Gracias

Chiquet
17 de agosto de 2024 a las 16:37

Desde la estricta razón un filósofo, (!), ateo de personalísimo entender, se mostraba agresivo, incluso justificaba la hostilidad frente a los creyentes: !faltaría más pretender imponerme la irrealidad!, … entendí que decía. Esto en una tertulia TV años ha. Tendría la licenciatura pero pienso que no había podido madurar, se manifestaba como antisocial. Le deseo, claro, lo mejor.
Suponiendo que yo haya madurado positivamente (aprendiendo de mis errores y defectos) resumiría mi crecimiento humano en una travesía desde una realidad muy primera, mi yo, ?será verdad el exterior?. Afortunadamente pude pasar a la realidad que me circundaba; el recibir amor en una familia fue fundamental y el que fuera cristiana me ayudó especialmente. La fe, la esperanza, me sostuvieron a duras penas hasta que la Gracia de Dios me socorrió: luego, yo diría que un éxodo, con Dios, vine a pasar. Y he aquí que, ya debiendo de estar en plan “leche y miel”, sigo “de trastadas”. Y Dios compasivo, amoroso, con paciencia.
Toda una meta, ver en los otros a hermanos, incluso el rostro de Nuestro Buen Jesús.
Gracias fr. Martín

juan garcia
17 de agosto de 2024 a las 18:43

Si miramos al otro como a nosotros mismmos nos encontraremos con una forma correcta de existir en comunidad civilizada. Para luchar contra nuestro egoismo el camino más corto es darle a los demás los mismmos derechos que nosotros disfrutamos. En tiempos de elecciones presidenciale tenemos en America dos actitudes opuestas: La egoista del republcano; y la compasiva de los demócratas. (No todo republicano es egoista, ni todo demócrata es compasivo. Pero la política es complicada,y hoy por hoy los dos partidos principales luchan por ganar)

Rocío MENA
18 de agosto de 2024 a las 22:41

Cuando compadecemos al otro porque nos sentimos identificados y porque nos puede ocurrir lo mismo, es en el fondo otra forma de egoísmo. La única forma de transcender todo esto es que sea Jesús el que sufre, en el otro y en nosotros. En Él vivimos, nos movemos y existimos. Sólo en Él hay vida. Lo demás, el plano psicológico de nuestras motivaciones, no tiene importancia, porque se quedará en la tumba.

Excelente reflexión.
19 de agosto de 2024 a las 11:13

Saludos,
David Castro
Guayaquil - Ecuador

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