Ene
Dios crea por amor
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A la luz de la fe en Dios es posible dar una respuesta al motivo de la creación. Sobre todo, a la luz de la fe en el Dios que Jesucristo revela. Porque ese Dios es “Amor”. Y a la luz del amor todo cobra nuevo sentido. Leyendo la primera página de la Biblia se diría que Dios crea un universo bueno, bello y fecundo para que pueda existir un ser hecho a imagen y semejanza de Dios y pueda disfrutar de ese universo. La primera página de la Biblia es un poema de amor, un canto a la bondad de Dios que crea al ser humano como varón y mujer para que sea, ni más ni menos, que semejante a Él, el eternamente feliz y dichoso.
El comienzo del cuarto evangelio podría ser una buena relectura de esta obra creadora de la que habla el libro del Génesis. Según este evangelio Dios crea por medio de la Palabra, las cosas existen porque Dios dice una palabra poderosa sobre ellas. Y esta Palabra es una palabra de amor, porque es reflejo de un Dios que es Amor. Si Dios es Amor, y sólo amor, sin ningún asomo de no amor, se comprende que quiera compartir el amor, y no ocupar solo el espacio del ser, pues el amor es difusivo, tiende por naturaleza a comunicarse.
Si Dios se decide a crear no es porque le falte o necesite algo. En virtud de su absoluta plenitud, Dios no puede buscar algo. Si crea lo hace de forma totalmente desinteresada y por pura bondad. Y como el amor es determinante de todo lo que Dios hace, cuando crea a un ser distinto de él, sólo puede hacerlo por amor. No por casualidad, ni por necesidad, sino porque quiere. La teología ha repetido hasta la saciedad que Dios crea de la nada, “ex nihilo”. Me pregunto si no es ya hora de completar esta afirmación con una más fundamental y primera: Dios crea “ex amore”, por amor y desde el amor, tal como indica el Concilio Vaticano II, en un texto poco citado (Gaudium et Spes, 2). (Continuará)