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Diálogo interreligioso y comisiones de la verdad
1 comentariosLa primera violencia que habrá que denunciar y, en lo posible, tratar de impedir, es la violencia religiosa, la cometida en nombre de Dios, precisamente porque es la más blasfema, la que más confusiones crea, la que más fácilmente aceptan o comprenden los adeptos ingenuos de la religión en nombre de la cual falsamente se ha invocado el nombre de Dios. Hay que dejar claro que en nombre de Dios sólo se puede trabajar por la paz, la reconciliación, el encuentro entre las personas.
De ahí la importancia que tiene hoy el diálogo interreligioso. Es una de las mejores contribuciones a la paz. Como bien dijo Juan Pablo II, el diálogo interreligioso “es importante para proponer una firme base de paz y alejar el espectro funesto de las guerras de religión que han bañado de sangre tantos períodos de la historia de la humanidad. El nombre del único Dios tiene que ser, cada vez más, como ya es de por sí, un nombre de paz y un imperativo de paz”.
Las religiones deben contribuir, además, a la búsqueda de reconciliación una vez que han sido superados los conflictos armados. La Iglesia, las religiones, deben contribuir a esta reconciliación y buscar, con imaginación creativa, caminos de convivencia, aunque no sea posible el olvido. Esta reconciliación, para ir más allá de lo individual y ser eficaz socialmente, tiene que tener una traducción política. Un ejemplo pueden ser las comisiones de la verdad, organismos oficiales, no judiciales, que en algunos países han logrado que, desde el reconocimiento de la culpa, se haya otorgado un perdón sincero, o al menos, una posibilidad de convivencia, abriendo caminos de futuro.
Las comisiones de la verdad prestan particular atención al testimonio de las víctimas y al restablecimiento de sus derechos, ayudan a que sociedades divididas superen la cultura del silencio y de la desconfianza, proponen reformas institucionales para evitar nuevas violaciones de los derechos humanos. Buscan, como indica la misma palabra, la verdad sobre hechos antes negados. Aunque su enfoque está centrado en las víctimas, también tienen como objetivo promover la reconciliación nacional, o la integración de los victimarios en las sociedades o grupos dañados, sobre todo cuando los victimarios reconocen sus crímenes y piden sinceramente perdón. Solo desde la verdad es posible el perdón y el reencuentro.