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De los pecados sexuales al nacimiento virginal
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Hace casi 20 años publiqué un post sobre los antepasados de Jesús, según la genealogía que ofrece el evangelista Mateo, para notar que los genes de Jesús no eran ni ejemplares, ni recomendables. Entre sus abuelas (bisabuelas y tatarabuelas) había varias prostitutas famosas y, entre sus abuelos, un famoso adúltero que además era un criminal.
Quisiera profundizar un poco más en este asunto que alguno puede considerar turbio. En realidad, a mi me parece una más de las extrañas maneras por las que Dios nos sorprende, ya que transforma en nacimiento virginal los pecados sexuales más sombríos. Dios siempre saca bien del mal. Y a veces saca el máximo bien del máximo mal. A pesar de todas las apariencias, la historia discurre según los planes benévolos de Dios. No digo que Dios manipule la historia; digo que Dios sabe aprovechar los acontecimientos más sorprendentes para llevar a cabo sus designios.
En la genealogía de Jesús que nos transmite el evangelista Mateo aparecen un montón de varones. El evangelista repite como una cantinela que uno engendró a otro, empezando por “Abraham que engendró a Isaac” y finalizando por “Jacob que engendró a José”, el esposo de María. El evangelista vincula a Cristo con los principales depositarios de las promesas mesiánicas. Y entre 14 generaciones de varones repetidas tres veces, aparecen algunas raras mujeres, siendo la última la Virgen María.
La primera que aparece es Tamar. Hay que leer el capítulo 38 del Génesis para darse cuenta de su agitada vida. A su primer marido, Er, Dios le quitó la vida porque era un perverso pecador; luego, para cumplir la ley del levirato, se caso con Onan, hermano de Er y, si bien tuvo relaciones con Tamar, derramaba el semen al suelo para no tener hijos con ella; finalmente, Judá, el padre de Er y Onan, quiso casarla con su tercer hijo, pero ella se disfrazó de prostituta y tuvo un hijo con su suegro.
Otras dos mujeres que aparecen en la genealogía de Jesús son Rajab, que además de ser la prostituta de Jericó, era una buena persona, ya que acogió y escondió en su casa a los exploradores de los hebreos; y Rut, una extranjera, de Moab, pueblo conocido por su idolatría e inmoralidad sexual y, por eso, Dios advierte a los israelitas contra el matrimonio con los moabitas. Una extranjera de raza maldita también puede ser una bendición. La cuarta mujer nombrada es “la mujer de Urías”, de la que David engendró a Salomón. O sea, David cometió un adulterio y para colmo de males hizo asesinar al marido de la adúltera, para evitarse problemas.
Resumiendo: un incesto, una prostitución, un casamiento con una extrangera (prohibido por la ley de Yahvé) y un adulterio acompañado de asesinato, “son las uniones destacadas por esta genealogía que llegará a su plenitud en los castísimos esponsales de María y José… Así se revela nuestra miseria y que esa miseria, para mayor alegría nuestra, puede ser el trono de una misericordia… La larga noche de la deriva sin rumbo va descendiendo y, a fuerza de descender, cada vez más abajo, cada vez más en el interior de las sombras, se topa a medianoche con el pesebre de Navidad” (Fabrice Hadjadj).