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Dana, flores y ratas
5 comentariosTres noticias relacionadas con la gota fría que ha asolado muchos pueblos de Valencia. La primera la escuché en un noticiario de televisión, que se abría con el grito desesperado de una mujer que decía que su pueblo se había convertido en una ciudad sin ley, porque los rateros (ratero quizás venga de rata) no sólo entraban en los comercios, sino en las casas particulares. Luego escuché otra noticia sobre el mismo tema: en este pueblo, grupos de ciudadanos se habían organizado para patrullar durante la noche y tratar de evitar esos incidentes. Finalmente, en un grupo de oración al que acudí, uno de los asistentes contó lo siguiente: una mujer mayor había salido de su domicilio, en uno de los pueblos inundados, para conseguir comida y agua. A la vuelta encontró su casa con okupas. Por lo que he sabido después, no es el único caso. Las desgracias sacan lo mejor y lo peor del ser humano.
Donde hay escombros y deshechos, además de ratas, también aparecen flores. Las flores, lo mejor en esta dana ha sido la inmensa solidaridad de mucha gente de Valencia y de fuera de Valencia, que han venido para ayudar o han enviado alimentos, bienes y dinero. En casi todos los colegios de Valencia, los colegiales se han reunido, bien para rezar, bien para realizar algún acto significativo en solidaridad con los afectados. En muchos lugares de la ciudad se encuentran puestos de recogida de alimentos, medicinas, ropa, pañales, y otros bienes. Aunque ahora las necesidades empiezan a ser otras: muebles y electrodomésticos (cocinas, frigoríficos, lavavajillas). Las donaciones a Caritas han sido muchas. El arzobispo ha acudido a todos los lugares afectados que ha podido. La flor más bella, que merece mucho cuidado: esas personas que todo lo han perdido y, en su desesperanza, luchan por esperar contra toda esperanza. A pesar de su cansancio, sus nervios y sus crispaciones que, a estas alturas, empiezan a aparecer.
A veces los malos comportamientos son resultado de alguna necesidad. Pero es necesario que aprendamos a solicitar ayuda sin perjudicar a los demás. Lo mejor y lo peor de lo humano es consecuencia directa de lo más maravilloso que tiene: la libertad. He ahí el mejor reflejo de la imagen de Dios y la mejor manifestación de nuestra dignidad inalienable. Somos libres, dueños de nosotros mismos. Pero libres no para el mal, sino para el bien. La libertad se realiza en el bien, aunque puede utilizarse mal. Por eso, la libertad conlleva responsabilidad. Debemos responder de nuestros actos. Las respuestas nos retratan como personas dignas o como personas contradictorias, que no responden a su dignidad inalienable. Cierto, ni siquiera el asesino pierde su dignidad innata, pero quienes se comportan indignamente viven en la contradicción, no pueden ser felices porque la incoherencia les acompaña.