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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

3
Sep
2025

Cristianos en política o la ambigüedad de las situaciones

5 comentarios
cristianospolitica

Precisamente porque actúa por medio de causas segundas y de la libertad humana, la acción de Dios en el mundo gracias a los impulsos de su Espíritu, puede chocar con otras libertades y con otros “espíritus” que no provienen de Dios. Entonces, el cristiano se ve obligado a tener que contar con ellos, o dicho de otro modo, a contar con la realidad. A veces esta presencia de otros espíritus puede conducir al martirio, pero normalmente a donde conduce es al trabajo, al esfuerzo, a la adaptación e incluso al combate por la justicia, en sus distintas variantes, según cuál sea la realidad y el momento en el que vivimos.

Por ejemplo, la presencia de los cristianos en política, presencia necesaria y urgente, tiene que contar con el pluralismo de ideas y propuestas, representadas por los distintos y, a veces, distantes partidos y, por eso, muchas veces no es posible en estos terrenos realizar totalmente los ideales evangélicos. En política hay que respetar las posiciones del otro y, a veces, hay que negociar con propuestas diferentes a las que uno defiende. La Iglesia es consciente de que su propuesta moral es una más en el concierto de aportaciones a una sociedad abierta, libre y compleja. ¿Cómo se hace entonces presente Dios en esta historia?

Dicho de otra manera: ¿cómo debe actuar un cristiano en política? Evidentemente, buscando el bien y oponiéndose al mal. Pero, a veces, en las condiciones inevitables de este mundo, se verá forzado a buscar modos para que el mal no se haga dueño de todo el campo de la historia. En este campo actualmente crecen el trigo y la cizaña. El dueño del campo les deja crecer, a la espera del momento oportuno de separarlos y de quemar la cizaña. Mientras tanto, tienen que convivir. Por eso, la presencia de Dios en el campo de la historia se realiza en ocasiones de forma parcial. Esto se traduce de muchas maneras: mal menor, objeción de conciencia, o bien posible.

En su libertad y en su conciencia, cada cristiano debe valorar a qué partido votar teniendo en cuenta la realidad del momento, las posibilidades limitadas de bien en un momento concreto. El bien deseable o el bien mejor puede no ser posible en una situación compleja. Buscar el bien ideal puede ser un modo de perder el bien posible y encontrarnos con el mal mayor. Es la tentación de los fundamentalismos. De ahí la necesidad de leer bien los signos de los tiempos, porque esta buena lectura nos ayuda a entender y aplicar los principios de la revelación en el aquí y ahora concreto de una situación.

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Hormias
5 de septiembre de 2025 a las 08:37

Mi humilde impresión es que van a llevarse un dinero todos los meses
Su condición de Cristiano..no la tienen en cuenta
Lo q les diga el partido

J R. Góngora
5 de septiembre de 2025 a las 13:11

De acuerdo con la reflexión. Los fundamentalismos y fanatismos sean del signo que sean, proceden del enemigo y en mucho casos, en lugar de paz y bien provocan guerras.

juan garcia
5 de septiembre de 2025 a las 17:44

Quiéralo o no lo quiera, el cristiano, como todo ciudadano, tiene que vivir en una sociedad política determinada.Tendrá que elegir
el partido político que mejor le sea el más de acuerdo con sus principios religiosos. Desgraciadamente si vive en un pais dictatorial no tiene el lujo de elegir. Solo le queda aceptar la voluntad del dictador de turno, o exponerse a ser víctima del sistema vigente si decide luchar por un cambio democrático. No es fácil.

Evangelio según San Lucas 14 25 33
5 de septiembre de 2025 a las 20:17

Reflexión

Diego
8 de septiembre de 2025 a las 18:01

El cristiano en política y en todo debe buscar el bien común. Siempre dentro de los valores del cristianismo. El cristiano no debe conformarse y tiene que comprometerse aunque no sea fácil. Un joven cristiano con vocación política, esto es, de servicio, debe intentar ocupar los puestos más altos de responsabilidad, impidiendo con ello que otras personas sin escrúpulos dirijan comunidades o países. El cristiano tiende a ser buena persona y a acomodarse.

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