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Cristianos en política o la ambigüedad de las situaciones
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Precisamente porque actúa por medio de causas segundas y de la libertad humana, la acción de Dios en el mundo gracias a los impulsos de su Espíritu, puede chocar con otras libertades y con otros “espíritus” que no provienen de Dios. Entonces, el cristiano se ve obligado a tener que contar con ellos, o dicho de otro modo, a contar con la realidad. A veces esta presencia de otros espíritus puede conducir al martirio, pero normalmente a donde conduce es al trabajo, al esfuerzo, a la adaptación e incluso al combate por la justicia, en sus distintas variantes, según cuál sea la realidad y el momento en el que vivimos.
Por ejemplo, la presencia de los cristianos en política, presencia necesaria y urgente, tiene que contar con el pluralismo de ideas y propuestas, representadas por los distintos y, a veces, distantes partidos y, por eso, muchas veces no es posible en estos terrenos realizar totalmente los ideales evangélicos. En política hay que respetar las posiciones del otro y, a veces, hay que negociar con propuestas diferentes a las que uno defiende. La Iglesia es consciente de que su propuesta moral es una más en el concierto de aportaciones a una sociedad abierta, libre y compleja. ¿Cómo se hace entonces presente Dios en esta historia?
Dicho de otra manera: ¿cómo debe actuar un cristiano en política? Evidentemente, buscando el bien y oponiéndose al mal. Pero, a veces, en las condiciones inevitables de este mundo, se verá forzado a buscar modos para que el mal no se haga dueño de todo el campo de la historia. En este campo actualmente crecen el trigo y la cizaña. El dueño del campo les deja crecer, a la espera del momento oportuno de separarlos y de quemar la cizaña. Mientras tanto, tienen que convivir. Por eso, la presencia de Dios en el campo de la historia se realiza en ocasiones de forma parcial. Esto se traduce de muchas maneras: mal menor, objeción de conciencia, o bien posible.
En su libertad y en su conciencia, cada cristiano debe valorar a qué partido votar teniendo en cuenta la realidad del momento, las posibilidades limitadas de bien en un momento concreto. El bien deseable o el bien mejor puede no ser posible en una situación compleja. Buscar el bien ideal puede ser un modo de perder el bien posible y encontrarnos con el mal mayor. Es la tentación de los fundamentalismos. De ahí la necesidad de leer bien los signos de los tiempos, porque esta buena lectura nos ayuda a entender y aplicar los principios de la revelación en el aquí y ahora concreto de una situación.