Nov
Criogenia o como no morir nunca
1 comentariosTodos los seres humanos buscan vivir y vivir bien. Buscan vivir el mayor tiempo posible. Buscan no morir nunca. La muerte siempre se presenta como algo no deseado, como un ataque. Precisamente porque no se la desea, no suele hablarse mucho de ella. Hoy, la medicina y la técnica han logrado prolongar la vida hasta límites insospechados hace ciento treinta años. Es posible que logren prologarla todavía más. Pero siempre será una vida limitada. Lo único que logra la longevidad biológica es retrasar el gran problema nunca resuelto, que es el problema de nuestra finitud y, por tanto, el encuentro con la muerte.
Y, sin embargo, hoy hay quien habla no sólo de la posibilidad de vivir 500 años, sino incluso de no morir. Uno no sabe si estamos ante propuestas serias o ante ciencia-ficción. Por muy irreales que sean tales propuestas son una prueba más de la aspiración del ser humano a vivir siempre. La propuesta se llama criogenización, o sea, congelar el cuerpo o el cerebro en vistas a una reanimación futura. De hecho, en Valencia ofrece ya sus servicios la primera empresa europea de criogenización. Lo que estaba ya vigente en Estados Unidos ha llegado a Europa. La empresa aclara que no se trata de conservar cadáveres, sino pacientes a los que se les ha parado el corazón, con la esperanza de que, dentro de un tiempo, con la técnica adecuada, puedan retomar su actividad biológica, conservando su identidad y su memoria. Por 200.000 euros la empresa se compromete a conservar al “paciente” durante cien años.
Este tipo de propuestas se enmarcan dentro de lo que hoy se conoce como posthumanismo o transhumanismo. Se trata de especulaciones de hasta dónde podemos llegar gracias a técnicas de inteligencia artificial, por ejemplo, a que nos implanten un chip que mejorará nuestra memoria o nuestra visión hasta límites insospechados. La criogenización es seguramente la propuesta más atrevida. Cuando escucho esas cosas, me pregunto si las mejores promesas del transhumanismo no van a ser sus mayores frustraciones.