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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

13
Ago
2014

Creador que libera

10 comentarios

Confesar que Dios es creador es reconocer el carácter dependiente de todo lo creado, incluido el ser humano. La dependencia es algo que, en nuestra sociedad, se considera negativamente, por reacción a una falta de autonomía que, en ocasiones, tiene duros antecedentes históricos y sociales. No se soporta la dependencia económica, ideológica, jerárquica, afectiva, y se busca, en cambio, la independencia, el no depender de nada ni de nadie.
 

Pero si lo pensamos bien, resulta que la dependencia es condición de nuestra propia posibilidad. La vida nos la han regalado. Nosotros no somos los autores de nuestra vida. Más aún, una vez aparecida la existencia, seguimos dependiendo de nuestros padres y de nuestro entorno para crecer, aprender y madurar. De modo que la cuestión de fondo no es la dependencia, sino de quién dependemos. Hay dependencias que son negativas, destructoras, alienantes, como la del esclavo con el señor. Y hay otras que son positivas, constructoras y liberadoras, como la del padre con el hijo o la del amigo con el amigo.
 

Una dependencia es positiva cuando está fundamentada en el amor. Así es la dependencia del ser humano, e incluso de toda la creación, con respecto al Creador. El Padre de nuestro Señor Jesucristo crea, por una parte, un universo que funciona por sí mismo, que goza de autonomía. Por eso, es posible no ver en el universo la mano del Creador. El Creador se retira y deja que la vida se desarrolle sin coacciones ni manipulaciones. Y así se explica que la ciencia, cuando investiga los orígenes del universo y la evolución de la vida, no necesite recurrir al Creador.
 

Por otra parte, el ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. La imagen se manifiesta fundamentalmente en la libertad y autonomía del hombre. Dios crea un ser humano libre precisamente porque quiere que el hombre sea capaz de relacionarse con él y de responder a su amor. Y no hay respuesta de amor sin libertad. Si Dios hubiera creado un ser sin libertad, estaríamos ante un robot. La libertad humana es tan real que es capaz de renegar de Dios y de crucificar a su enviado.
 

Todo lo que tenemos, empezando por la vida, es porque lo hemos recibido. Pero una vez recibida la vida, somos nosotros quienes la conducimos. El ser humano está en sus propias manos, por eso puede elegir entre el bien y el mal, entre la salvación y la condenación. Cada uno de nosotros somos el regalo que Dios nos ha hecho. Otorgado el regalo, Dios se retira, deja espacio, deja libertad. Un Dios que crea seres libres sólo puede ser un Dios que crea por Amor. Con un Dios así es posible establecer una relación de amor, una relación de igualdad en la distinción, en la que cada uno es lo que es, y cada uno respeta al otro en lo que es. El Dios cristiano no es un déspota arbitrario que se complace en su poder, sino un Padre amoroso que se recrea en la libertad de sus hijos.

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Maite
14 de agosto de 2014 a las 14:22

Es solo una pregunta. Si el Dios cristiano no se complace en su poder, sino en la libertad de sus hijos, ¿cómo es que algunos que se dicen sus seguidores, se complacen en el poder y quieren resolver los desencuentros no a base de amor, sino de ley?

Oscar
14 de agosto de 2014 a las 14:39

Una estupenda reflexión teológica, profesor, que me recuerda sus clases.

Anónimo
14 de agosto de 2014 a las 17:10

Con este magistral post, que fácil sería vivir en armonía el paso de nuestra vida por este universo.
Gracias P. Martín que el Señor te siga iluminando.

Elena
14 de agosto de 2014 a las 17:31

Dios nos crea libre por puro amor.

Vicente Espert
14 de agosto de 2014 a las 18:57

A Maite: Probablemente eso habría que preguntárselo a los susodichos, no al autor del post (estupendo como dice Óscar)

Arturo Dextre
14 de agosto de 2014 a las 20:32

Lamento mucho que no hayas podido ser mi profesor, aunque por tus artículos y tus libros de una manera u otra lo eres. Gracias Martín. Una pregunta ¿Vas a juntar todas estas reflexiones en un libro? Un abrazo.

Martín Gelabert
14 de agosto de 2014 a las 21:19

Arturo: Gracias por tu participación. Gracias también al resto de comentaristas. Respondo a tu pregunta: sí, he pensado alguna vez hacer una selección de los casi mil pequeños artículos publicados en este blog, poner un poco de orden y publicarlos en forma de libro. Tengo incluso pensado un título para el libro y hasta he hablado con un posible editor. Pero necesito un tiempo del que no dispongo para esta tarea de selección y ordenación. El propósito está, pero en este momento de mi vida, me falta tiempo para llevarlo adelante, aunque espero encontrarlo

Maitechu.
15 de agosto de 2014 a las 00:53

Si no nos damos cuenta de que todo lo creado es obra exclusiva del Señor es porque no lo vemos con el amor con el que Él lo ha creado. Todo lo ha hecho con el mismo amor y la libertad para que lo disfrutemos con toda libertad.

Juan
15 de agosto de 2014 a las 03:47

Ser todo un hombre, ser totalmente humano, es tarea constante. Precisamente porque somos regalo de Dios, libres y autónomos, tenemos la opción de elegir el bien o el mal, y muchas veces hacemos el mal que no queremos, convertiendonos en inhumanos. La dependencia de los placeres del mundo, del poder economico, politico, militar, eclesiastico, religioso, nos hace una mala pasada. Ser hijos fieles de Dios, verdaderos hombres, es tarea dificil. Gracias,fray Martin, por tu excelente reflexion.

AEL
16 de agosto de 2014 a las 13:14

Aparecida la vida (existencia) hace 3.700 a 4.000 millones de años en un universo autónomo y evolutivo, ella, goza de estas características. Hace bastante menos tiempo y, gracias a aquellas características, aparecimos los humanos. Somos pluricelulares, en nosotros las células se han diferenciado y especializado: para transmitir impulsos nerviosos, para sostener nuestra estructura corporal, para transportar oxígeno, .... Siempre estas células se diferencian, para beneficiar al ser vivo, ya que al especializarse cumplen mejor su función. También producen células con mensaje génico diferente del que tiene el ser productor, por eso, son únicas, exclusivas e irrepetibles, éstas no aportan al cuerpo productor absolutamente nada hasta el punto que éste, una vez producidas, las expulsa al exterior. En el exterior del cuerpo buscan posibilidades de vivir, si las encuentran, al ser únicas, exclusivas e irrepetibles son capaces de generar seres nuevos. ¿Cuándo apareció la existencia? cuándo las células únicas, exclusivas e irrepetibles todavía respiraban oxígeno del cuerpo productor, cuándo se expulsaron fuera del cuerpo, respirando el oxígeno que entra del exterior, a la cavidad donde fueron expulsadas, cuándo tras juntar su material genético para poder en la pubertad producir células nuevas base de toda la biodiversidad, poder iniciar un nuevo ciclo vital, cuándo agotadas sus reservas anida para succionar de la sangre materna, cuándo expulsado por el canal del parto ya deja de coger nutrientes y oxígeno de la sangre materna y lo toma de la atmósfera y las glándulas mamarias, ¿cuándo empieza la existencia? Para la vida humana, esto, es cuestión de vida o muerte, o sea muy importante, porque determinados sectores eclesiales, si de modo natural en alguna fase del ciclo de la vida ésta no encuentra las adecuadas condiciones para vivir, impiden la ayuda artificial que puede ofrecer esas condiciones y poder continuar su desarrollo, ese impedimento lleva consigo el exterminio de la vida humana en esa fase. “Aparecida la existencia”, dice el padre Martín, ¿cuándo aparece la existencia?

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