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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

15
Sep
2020

Carácter sacramental de la homilía

4 comentarios
biblia

En su exhortación apostólica Verbum Domini, Benedicto XVI dejó claro el carácter sacramental de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios es sacramental porque contiene aquello que significa. Dicho de otra manera: el texto bíblico expresa, en palabras humanas, el ser y la voluntad de Dios. Por eso, Benedicto XVI afirmó que la sacramentalidad de la Palabra se puede entender en analogía con la presencia real de Cristo bajo las especies de pan y vino consagrados. Del mismo modo que la materia del sacramento eucarístico contiene la sustancia de Cristo, también la materia del texto escriturístico (su letra humana) es portador de la Palabra divina. La clave está en el misterio de la Encarnación: el Verbo se hizo carne; por tanto, la carne de Jesús, su humanidad, es el modo humano en el que se hace presente el Verbo del eterno Padre.

El Papa Francisco ha dado un paso más y se ha referido al “carácter cuasi sacramental” de la homilía. Porque una homilía bien hecha hace arder los corazones de los oyentes, expresa los sentimientos que brotan en el oyente tras escuchar la palabra del Señor, es una síntesis actualizada del diálogo que Dios tiene con su pueblo, es una comunicación entre corazones, el de Dios y el de los seres humanos. Dice Francisco: “el Señor se complace de verdad en dialogar con su pueblo y al predicador le toca hacerle sentir ese gusto del Señor a su gente” (Evangelii Gaudium, 141).

Lo sacramental es una realidad humana que contiene y transmite una realidad divina. Pero los sacramentos no son magia. Por eso, si falla el elemento humano, sufre y se oscurece la realidad divina que transmite. Los evangelios de Mateo y Lucas, o las cartas de San Pablo, son sacramentos, escritos humanos transmisores de la palabra de Dios. Pero una mala lectura puede hacer que la palabra de Dios, transmitida sacramentalmente, llegue de forma confusa o desvirtuada, o incluso que no llegue. Del mismo modo, una homilía sin la debida preparación impide que los oyentes capten adecuadamente, o no capten de ningún modo, la actualización del diálogo de Dios con su pueblo.

Para preparar bien una homilía es necesario que el predicador atienda a una doble instancia. Por una parte, prestar toda la atención al texto bíblico, acogido en el amor de la oración y en el estudio de la verdad; y, por otra, conocer a los destinatarios, para hablarles en “clave de cultura materna”, en un tono que transmite ánimo, aliento, fuerza, impulso. Un predicador que no se prepara no es “espiritual”, es deshonesto e irresponsable con los dones que ha recibido (Evangelii Gaudium, 145).

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MARÍA
16 de septiembre de 2020 a las 09:31

Ay cuántas homilias oímos sin preparar, repetición de la palabra leída, sin relación con las lecturas, avisos o riñas, sin profundidad ni relación con la vida...¡!¡!¡! Cómo hacer para que su comentario llegue a tantos y tantos sacerdotes? Y esto atañe también a los Obispos. El pueblo de Dios es santo, no le digo más...

J. Garcia
16 de septiembre de 2020 a las 11:23

Recuerdo haber leído en Schillebeeckx que la presencia real de Jesús en al Eucaristía se extiende a la comunidad asistente y a la Palabra: con fe creemos en Jesús que dice que el pan es su cuerpo y el vino su sangre; El también dijo que donde dos o más se reúnan en su nombre, allí esta El.. Y por mi Palabra estáis limpios..La Iglesia definió hace tiempo la presencia real de Jesús en la Eucaristía de forma aristotélica: la sustancia de pan y vino pasan a ser el cuerpo y sangre del Señor y los accidentes permanecen. Pero nunca ha definido muy bien las otras dos presencias de Jesús..Tú lo haces de forma excelente: gracias, Fray Martín.

Juan viejo
19 de septiembre de 2020 a las 19:25

Cuánto necesitamos unas buenas homilías

Juan Eduardo Iriarte Seigné-Prado
25 de septiembre de 2020 a las 00:46

Muy buenas trades, muy estimada Orden de Predicadores.
Primero que todo deseo contrales que pasé mi infancia a pocas cuadras de la Basílica del Santo Rosario, Parroquia de Santo Domingo de Guzmán, Ciudad de Guatemala. Y aunque este blog no es tanto como para hace consultas personales, si deseo hacer saber que me siento totalmente ligado a mi parroquia, que es la de San Martín de Porres de Vista Hermosa. ( Hay otra para el gran santo en otra parte de la ciudad, con la que también simpatizo, y hay un barrio y simpatico mercado municipal que lleva su nombre).
Todo esto es para manifestar mi agradecimiento por este texto teológico de hoy acerca del valor de la Homilía. Tengo varias consults, que haré en su momento. Dios bendiga a toda la O.P. y a sus seguidoras y seguidores.

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