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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

14
Feb
2018

Ayunar sin engañar a Dios

4 comentarios
ayuno

Lo fácil es que le digan a uno lo que tiene que hacer. Entonces parece que todo está claro. Lo difícil es preguntarse por el bien que uno podría hacer. Lo fácil es quedarse en lo exterior, en lo que se ve. Lo difícil es cambiar la mentalidad y el modo de actuar. Ayunar es fácil. Hay quién lo hace por estética. Otros lo hacen por motivos de salud. Algunos lo califican de cura milagrosa, capaz de tratar con éxito alergias, artritis, trastornos digestivos, enfermedades de la piel. Hay quién ayuna por motivos religiosos. Nada mejor entonces que cumplir la ley, en la que están regulados los días, las horas, los años, las cantidades.

Hay un ayuno mejor, también hecho por motivos religiosos, el ayuno que Dios quiere, que no depende de días ni de edades; es un ayuno permanente. Tiene una vertiente negativa: dejar de hacer el mal (Is 58,6). Pero esta vertiente es insuficiente. Hay que dar un paso más y hacer el bien: “partir al hambriento tu pan, a los pobres sin hogar recibir en la casa y cubrir al desnudo” (Is 58,7). De ahí esta importante exhortación de la carta a los hebreos (13,16): “no os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente; ésos son los sacrificios que agradan a Dios”.

Jesús parece estar en contra de un ayuno “que se nota”, que se ve. El ayuno que recomienda es el “no visto por los hombres”, del que no se entera nadie, el ayuno del que parece que no ayuna (Cf. Mt 6,16-18). Pero incluso este ayuno no vale por sí mismo, tiene un objetivo, una referencia positiva. De nuevo este objetivo es el bien del prójimo, el compartir con los que no tienen. Se trata de dejar de consumir lo que nos sobra y no necesitamos, e incluso lo que necesitamos, para compartirlo con los que nada tienen.

Decía Pedro Crisólogo: “Quién no ayuna para el pobre engaña a Dios. El que ayuna y no distribuye su alimento, sino que lo guarda, demuestra que ayuna por codicia, no por Cristo. Así pues, hermanos, cuando ayunemos coloquemos nuestro sustento en manos del pobre”.

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Lolita Espejel Martinez
24 de febrero de 2018 a las 17:02

Totalmente de acuerdi

David
29 de marzo de 2018 a las 18:26

Vaya...¿entonces, lo adecuado sería, por ejemplo, ayunar durante un día, o el tiempo que sea, pero para dar ese alimento o el equivalente económico a una persona más necesitada?

No sé si responden a cuestiones.

Pero gracias de todos modos.

Un saludo cordial

juan garcia
6 de marzo de 2023 a las 14:54

En esto del ayuno, por ejémplo, y si nos gusta el chocolate, pero nos sube la glucosa, el dejar de comerlo sera veneficioso para nuestra salud primero, y segundo la salud del hambriento que ayudamos con el dinero que ahorramos del chocolate. El dejar de comer carne y comer langosta, diriamos que es una mala matematica para usar los viernes de cuaresma. Pues aumentamos los gastos, no las virtudes. Es muy simple, dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo, sin fijarse en los dias, ni en cuaresmas.

Valero
7 de marzo de 2023 a las 08:18

Amar es renunciar a uno mismo anteponiendo tu bien, al bien del otro, porque esa es la voluntad de Dios.

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