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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

29
Sep
2012

Apostatar para no pagar

5 comentarios

En estos días pasados los medios se han hecho eco de un decreto de la Conferencia Episcopal alemana en virtud del cual aquellos que dejen de pagar el impuesto eclesiástico no pueden luego solicitar que les sean administrados los sacramentos. Este es un asunto delicado y para juzgarlo con un poco de equidad conviene dejar claras algunas cosas: 1) el estado alemán recauda los impuestos eclesiásticos de todos los ciudadanos y los revierte en sus respectivas iglesias (católica o protestante); 2) en España también se paga un impuesto similar, pero el contribuyente puede escoger si prefiere que vaya a la Iglesia o a otros fines distintos de los eclesiales; 3) en Alemania (no así en España) es posible no pagar este impuesto, aunque para ello hay que hacer una declaración de apostasía.

Evidentemente, un apóstata, que ha hecho una declaración formal, no puede pretender bajo ningún aspecto que le sean administrados los sacramentos. Sería una incoherencia, tanto por su parte, como por parte de la Iglesia. Cierto, cuando uno acude a una celebración o se acerca a comulgar, no le piden ningún certificado. La entrada a las Iglesias es libre para todos, creyentes o ateos. ¿Entonces de qué se trata? De varias cosas, a mi entender. La más importante: ligar la exención del impuesto a una declaración de apostasía; eso me parece abusivo y debería encontrarse el modo de no pagar el impuesto eclesiástico sin necesidad de apostatar. Porque no está claro el motivo de la apostasía: ¿apostata porque no tiene fe o porque no quiere pagar el impuesto? No es lo mismo. El no querer pagar no va unido necesariamente a la apostasía. Por eso, no conviene dar la impresión de que se fuerza a apostatar a quién no quiere pagar.

La segunda cuestión aquí implicada es la del sostenimiento de las Iglesias. Es evidente que deben ser sostenidas por sus fieles, por los que se consideran parte de ellas. No querer colaborar en este sostenimiento es lo mismo que negarse a colaborar en las cargas familiares y pretender gozar de todas las ventajas de la pertenencia a la familia sin aportar nada, pudiendo hacerlo. Sería un gesto poco familiar. Tercera cosa: en caso de que uno se niegue a colaborar en el sostenimiento de la Iglesia, es lógico que no le permitan formar parte de órganos consultivos o de gobierno (consejos pastorales o económicos), o que se le recuerde que hay determinadas ceremonias que tienen un coste. Pero una vez abonado el coste no hay motivos económicos para negar el sacramento.

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Puntualizo
30 de septiembre de 2012 a las 12:50

Para no caer en faltar a la verdad, demos algún dato más:

"Los que pidan ser cancelados como católicos en el registro civil recibirán una carta de su párroco y se les ofrecerá la posibilidad de una entrevista: «Con este diálogo trataremos de entender los motivos que han inducido a una decisión semejante. Se explicará también cuáles son las consecuencias relacionadas con la salida. Obviamente –subraya el secretario de los obispos alemanes–, los sacerdotes tratarán de hacer cambiar de idea a estas personas, para poder ofrecerles la posibilidad de participar en la vida de la Iglesia, con todo y sus deberes»."
(Tomado de Vatican Insider, http://vaticaninsider.lastampa.it/es/homepage/en-el-mundo/dettagliospain/articolo/germania-alemania-germany-cattolici-catholics-catolicos-18395/)

Maite
30 de septiembre de 2012 a las 13:25

Una vez más le felicito, Padre, por sus comentarios tan ponderados y equilibrados. Y digo yo, ¿no podrían convertir el registro de apóstatas en un registro de morosos? Y poner unas tarifas para los morosos: por entierro, tanto; por bautismo, tanto; por boda, tanto por luz, tanto por limpieza, tanto por flores y tanto por el servicio del sacristán y del cura.

juan
30 de septiembre de 2012 a las 21:29



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Antonio M. Saavedra
1 de octubre de 2012 a las 12:09

En todo caso me parece una medida muy poco afortunada.

Manuel Suárez
12 de octubre de 2012 a las 03:34

Cuando decimos que amamos a la Iglesia tenemos que pensar en la responsabilidad de su sostenibilidad. La prueba de que la amamos es que la apoyamos con nuestros bienes, de manera responsable. Dar si ser tacaños.

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