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Algunas "perlas" de la colecta
1 comentariosEn otra ocasión dediqué un post a la “colecta” de la Misa de los domingos, a la primera oración de la Eucaristía, conocida como colecta porque recoge los sentimientos de la asamblea reunida para celebrar la cena del Señor. En estas oraciones encontramos una rica doctrina, que es expresión de nuestra fe.
Algún ejemplo puede ayudarnos a comprender la importancia de esta oración. El domingo 32 del tiempo ordinario la colecta pide a Dios que esté “bien dispuesto nuestro cuerpo y nuestro espíritu para que podamos libremente cumplir la voluntad de Dios”. Resulta interesante esto de que también “nuestro cuerpo” necesita estar bien dispuesto. Eso nos debe hacer pensar en lo importante que es cuidarlo bien, el nuestro y el de los hermanos. Porque también glorificamos a Dios con nuestro cuerpo. Y sería una pena que, por no cuidarlo, le glorificásemos mal. No cuidar la salud es un impedimento para orar bien, para escuchar bien la Palabra, para glorificar a Dios.
Otro ejemplo puede ser la colecta del próximo domingo, 26 del tiempo ordinario. En ella se dice que Dios “manifiesta especialmente su poder con el perdón y la misericordia”. Esta oración nos ayuda a purificar la fe y a comprender mejor qué significa que Dios es poderoso. Su poder no aplasta, sino perdona. Y precisamente así, perdonando, consigue lo que quiere, a saber, la salvación del ser humano. Tiene poder el que consigue lo que quiere. Dios lo consigue perdonando, pues apiadándose de todos conduce a los seres humanos a la salvación, que es el máximo efecto del poder divino.
El domingo XV la Iglesia se dirige a Dios exclamando: “Oh, Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados”. Es un modo de reconocer que Dios, ante los pecadores, no actúa a base de amenazas, sino realizando una lenta pedagogía para que conozcan la verdad. Pues la oscuridad no desaparece con amenazas, sino iluminando la vida con la verdad, que se impone por sí misma a despecho de todos los obstáculos. Así debe actuar también la Iglesia. Juan XXIII decía que la Iglesia prefiere usar la medicina de la misericordia antes que el palo de la severidad. La pregunta sería: ¿cómo Dios manifiesta hoy su verdad a los seres humanos? Por medio de los cristianos; ellos son el reflejo en el mundo de lo Dios es, quiere y hace. De ahí que esta oración del domingo XV continúa pidiendo a Dios que “conceda a los cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre y cumplir cuanto en él se significa”, o sea, vivir en coherencia con la fe que profesan, porque solo así su testimonio resultara creíble.