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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

23
Abr
2010

Las otras colectas, que son mejores

5 comentarios

Cuando se habla de colecta enseguida se piensa en la bandeja de la Misa, en la que se recoge dinero para atender las necesidades de la parroquia. Es de suponer que entre estas necesidades ocupan un papel de primer orden los pobres a los que ayuda la parroquia. Pero hay colectas mejores. También se llama colecta a la oración que el presidente de la celebración, en nombre de todos, dirige a Dios, inmediatamente después del acto penitencial. Es la primera oración de la Eucaristía. Y se llama colecta precisamente porque “recoge”, hace recolección, no de dinero, sino de los sentimientos de la asamblea reunida para celebrar el memorial del Señor. Sería una pena que no prestásemos atención a esta oración colecta, porque ella deben orientar nuestro corazón y nuestra mente durante toda la celebración. En ellas encontramos una rica doctrina que es una buena expresión de nuestra fe.

En estos domingos de Pascua las colectas hablan de resurrección y de vida. La del próximo, después de dar gracias a Dios por el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo, le implora que nos conceda la alegría eterna del reino de los elegidos; y la del siguiente domingo, el quinto de Pascua, pide que podamos alcanzar la libertad verdadera y la herencia eterna. Eso de hablar de vida eterna no está muy de moda. Incluso los cristianos solemos hablar de la necesidad de mejorar el mundo, pero “no nos atrevemos a decir que su meta es la vida eterna y que de la meta vienen luego los criterios de la vida" (Benedicto XVI).

La gran alegría del cristiano, su gran esperanza, es que la vida eterna existe, que es la verdadera vida y que de esta vida viene la luz que ilumina el mundo. Esta esperanza, lejos de evadirnos de nuestras responsabilidades presentes, es un motivo más para comprometernos a transformar nuestra vida y nuestro entorno según los criterios del mundo nuevo que esperamos, un mundo reconciliado y en paz, sin mal ni lágrimas, en el que ya no habrá que hacer colectas de dinero, pues sobrará pan para todos y el amor será el criterio que todo lo determine.

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Cata
23 de abril de 2010 a las 20:49

Si, que bonito, gracias por recordarlo, a veces no nos enteramos por lo menos yo.
¿Pero como se puede hablar de vida eterna?. justamente me paso anoche, el conductor de la ambulancia, joven claro, me decia que antes de estar como las personas que habiamos visto, enfermos terminales y ancianos, preferia suicidarse tomandose un monton de benzodiacepinas con alcohol. Antes de verse asi, sin que nadie le quisiera y solo.
Le intente explicar, que el tiempo que vivimos, solo cuenta el que produce y es util. pero realmente el mismo decia el porque de la situacion, el no verse querido por nadie. No sabia que decirle, solo le dije, tranquilo, cuando estes asi, yo te cuidare y te querre. ¿Pero que decia yo si tengo mas de 30 años que el?...en fin que asi estan las cosas, la soledad y el desamor del que sufre la impotencia estan ahi, en el dia a dia. Tambien podiamos hacer colecta de gente dispuesta a estar un ratito con el que esta solo, seguro que asi tambien el estaria menos solo. Se me ocurrio hacerlo, pero fracase. Creo que debo volver a intentarlo, me parece una idea genial. Yo te acompaño a ti que estas solo, asi dejo yo de estar solo ¿a que es simple?. Es lo que hacia la gente antes,, cuandono habia tele, ahora es la tele la que lo ocupa todo....Siempre he de decir, por favor bajen la voz que no puedo auscultar, solo oigo la tele. Dejemos de oir la tele y oigamos al que tenemos enfrente, seguro que tiene algo que nos interesa mas. Menos realito sow, y mas escuchar a tu vecino, madre, hermano, ¿que pasa que nos es mas facil porque nos aviva el morbo pero no nos implicamos? Ya pero todavia no, aunque un poco mas si.

Un lector
23 de abril de 2010 a las 21:41

Me parece muy acertada la llamada de atención que hace el Profesor Martín Gelabert sobre la “Oración colecta” de la Misa. Son plegarias muy antiguas y de contenido teológico y espiritual importante. En cuanto a pedirle a Dios que nos conceda la “vida eterna” entiendo que se trata “no de otra vida”, sino “de la vida que poseemos con dimensiones de eternidad”. Y estas “dimensiones de eternidad” no se refieren sólo a la inmortalidad, en cuanto a duración, sino sobre todo a “una vida en plenitud” de amor, de felicidad, de contento, de satisfacción personal, sin la amenaza de la muerte… En suma, de plenitud de todo aquello por lo que trabajamos y luchamos en la vida presente. Creo que la orientación de ésta según estas claves “de eternidad” pueden ayudar mucho a cualquier persona a descubrir valores y perspectivas muy alentadoras para seguir hasta el fin. Gracias, Padre Martín.

Desiderio
24 de abril de 2010 a las 13:48

La verdad es que solemos olvidar con cierta frecuencia el verdadero fundamento de nuestra fe. Quizá vivimos demasiado pendientes del día a día, de lo cotidiano, del mundanal ruido. Tan pendientes estamos de ello que desviamos nuestra atención de lo que nos sustenta, de aquello por lo que realmente vivimos. ¡Cuántas veces olvidamos que su Reino no es de este mundo! Aunque no debamos olvidarnos de este mundo para nada, entiendo que no debemos convertirlo en un fin en sí mismo, pues eso sería desenfocar de algún modo nuestra fe. Supongo que lo difícil es compatibilizar ambas realidades.

D.L.
24 de abril de 2010 a las 20:00

Padre Martín, el tema de este post tiene un alcance infinito...
Según dicen los Santos se trata del tema esencial de toda oración la vida eterna. El Maestro definió la vida eterna: "Conocer al Padre y a su Enviado Jesucristo"
El conocerle supone irremediablemente amarle, y amarle es el mejor modo de conocerle.
¡Que necesario es que nos de la contemplación! Ahí si que le conocen y le aman los que viven "esas alturas", "esa cena que recrea y enamora". De ahí si que se sigue que el amor al prójimo sea la respuesta personal, intransferible y gratuita al que es LA VIDA y será por su misericordia nuestra VIDA ETERNA.
Pero cómo bien dice hay que pedirla, es el medio para que esa vida eterna siga "in crescendo", pues según S. Agustín no la pediriamos si no tuvieramos ya algún conocimiento de ella.

Bernardo
24 de abril de 2010 a las 21:35

Me atrevo a decir que si no hay una buena oración colecta, de nada sirven las recolectas de dinero, porque el fin no justifica los medios. Comparto contigo la admiración por las plegarias eucarísticas, algunas de una belleza poética y teológica impresionantes, pero también es necesario que quien las pronuncia lo hago asimilando aquello que lee. Es más, sería necesario que el orante fuera capaz de asumir lo que dice, si es que no es capaz de improvisarlo. No hace mucho un sacerdote amigo presidió la celebración del bautismo del hijo de un amigo. Fue una experiencia reconfortante su capacidad de adaptar e improvisar la plegaria a las circunsatancias de la comunidad que nos habíamos reunido. Te aseguro que no es fácil vivir eso hoy día.

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