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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

9
Nov
2024
Dana, flores y ratas
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danaokupas

Tres noticias relacionadas con la gota fría que ha asolado muchos pueblos de Valencia. La primera la escuché en un noticiario de televisión, que se abría con el grito desesperado de una mujer que decía que su pueblo se había convertido en una ciudad sin ley, porque los rateros (ratero quizás venga de rata) no sólo entraban en los comercios, sino en las casas particulares. Luego escuché otra noticia sobre el mismo tema: en este pueblo, grupos de ciudadanos se habían organizado para patrullar durante la noche y tratar de evitar esos incidentes. Finalmente, en un grupo de oración al que acudí, uno de los asistentes contó lo siguiente: una mujer mayor había salido de su domicilio, en uno de los pueblos inundados, para conseguir comida y agua. A la vuelta encontró su casa con okupas. Por lo que he sabido después, no es el único caso. Las desgracias sacan lo mejor y lo peor del ser humano.

Donde hay escombros y deshechos, además de ratas, también aparecen flores. Las flores, lo mejor en esta dana ha sido la inmensa solidaridad de mucha gente de Valencia y de fuera de Valencia, que han venido para ayudar o han enviado alimentos, bienes y dinero. En casi todos los colegios de Valencia, los colegiales se han reunido, bien para rezar, bien para realizar algún acto significativo en solidaridad con los afectados. En muchos lugares de la ciudad se encuentran puestos de recogida de alimentos, medicinas, ropa, pañales, y otros bienes. Aunque ahora las necesidades empiezan a ser otras: muebles y electrodomésticos (cocinas, frigoríficos, lavavajillas).  Las donaciones a Caritas han sido muchas. El arzobispo ha acudido a todos los lugares afectados que ha podido. La flor más bella, que merece mucho cuidado: esas personas que todo lo han perdido y, en su desesperanza, luchan por esperar contra toda esperanza. A pesar de su cansancio, sus nervios y sus crispaciones que, a estas alturas, empiezan a aparecer.

A veces los malos comportamientos son resultado de alguna necesidad. Pero es necesario que aprendamos a solicitar ayuda sin perjudicar a los demás. Lo mejor y lo peor de lo humano es consecuencia directa de lo más maravilloso que tiene: la libertad. He ahí el mejor reflejo de la imagen de Dios y la mejor manifestación de nuestra dignidad inalienable. Somos libres, dueños de nosotros mismos. Pero libres no para el mal, sino para el bien. La libertad se realiza en el bien, aunque puede utilizarse mal. Por eso, la libertad conlleva responsabilidad. Debemos responder de nuestros actos. Las respuestas nos retratan como personas dignas o como personas contradictorias, que no responden a su dignidad inalienable. Cierto, ni siquiera el asesino pierde su dignidad innata, pero quienes se comportan indignamente viven en la contradicción, no pueden ser felices porque la incoherencia les acompaña.

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6
Nov
2024
Documento sinodal: Iglesia más participativa
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documentosinodal

Los que esperaban que el Sínodo propusiera algunas cuestiones novedosas y delicadas, por ejemplo, el sacerdocio de la mujer, la ordenación de varones casados o la bendición de parejas del mismo sexo, se habrán sentido un poco decepcionados. Aunque el Sínodo ha dicho que el tema del diaconado femenino es una cuestión abierta y ha indicado que es necesario que las mujeres ocupen más puestos de liderazgo en la Iglesia.

El Sínodo ha hecho algo mejor que entrar en cuestiones concretas que podrían haber causado división en el mundo católico. Hay un elemento transversal que recorre todo el documento final: la necesidad de poner a toda la Iglesia, diócesis y parroquias, en estado de sinodalidad, o sea, de escucha, diálogo, fraternidad y encuentro. Pues la sinodalidad es también una forma de gobierno eclesial. Cierto, ya hay muchas instancias sinodales: consejos episcopales, presbiterales, de pastoral y económicos. El Sínodo apuesta claramente por reforzar, y transformar si es necesario, estas instancias ya existentes y por crear otras nuevas. No para cargarnos con más, sino para que la sinodalidad funcione. Hasta el punto de que pide que se amplíe la representatividad de estas instancias y no sean puramente consultivas, sino que puedan ser decisorias, al menos en algunos puntos.

El documento final abre la sinodalidad más allá de las fronteras eclesiales, sugiriendo que en las instancias sinodales participen representantes de otras Iglesias cristianas, de otras religiones e incluso personas ajenas a la Iglesia; y también personas en los márgenes de la Iglesia. Y llega a pedir la realización de un sínodo ecuménico. Es bueno dialogar con todos, escuchar a todos, tener en cuenta a todos. Porque el diálogo es una forma de encuentro y de unión, en el terreno ecuménico, interreligioso y con las personas de buena voluntad.

Sin olvidar que el ejercicio de la sinodalidad no prescinde del ministerio del Obispo de Roma, ni del ministerio episcopal. Sinodalidad es unir, escuchar a todos, conjugar todas las instancias necesarias y propias de la Iglesia, de modo que la sinodalidad articula de manera sinfónica las dimensiones comunitarias (“todos”), colegial (“algunos”) y personal (“uno”) de cada una de las Iglesias y de la Iglesia toda. Esta articulación entre todos, algunos y uno, debería encontrar formas concretas de realización en el Sínodo de los Obispos, que debería convocarse con más frecuencia y contar con participación de laicos.

Practicado con humildad, el estilo sinodal puede hacer de la Iglesia una voz profética en el mundo de hoy, plagado de desigualdades, formas de gobierno autocráticas y dictatoriales, con un modelo de mercado que no tiene en cuenta la vulnerabilidad de las personas y el cuidado de la creación. Un mundo en el que prima el individualismo y no la solidaridad.

En el documento aparecen muchos asuntos que necesitan renovación, que habrá que hacer vida, y abordar con espíritu sinodal: formación de catequistas y de aspirantes al sacerdocio (y en esa formación es necesaria la presencia femenina), ecumenismo, los pobres, abusos de autoridad sobre personas vulnerables, una liturgia mas participada, acompañamiento en África a matrimonios polígamos, la familia como ejercicio de sinodalidad, unidad en la diversidad, conversación en el Espíritu, vida consagrada, nuncios y oficiales de la curia romana (muchos son Obispos sin diócesis, pero ¿es necesario que sean Obispos?).

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3
Nov
2024
Dana en Valencia, cinco días después
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dana02

Cinco días después de la tragedia de la Dana en Valencia, uno no sabe muy bien qué balance hacer. Quizás no se trate de balances, sino de seguir ayudando. Lo más triste: las personas que fallecieron. Quedan los vivos, y bastantes lo están pasando muy mal. Cierto, la ola de solidaridad ha sido inmensa. Espontáneamente, muchas personas, sobre todo jóvenes, a veces con una escoba, han acudido a los lugares más castigados para ayudar. Otras muchas se organizaron para recoger alimentos y ropa. También muchos han ayudado económicamente, enviando sus donativos a Caritas. La gente ha sido y es maravillosa. Siempre hay excepciones: los grupos de bandas que asaltaron comercios e incluso buscaron en Iglesias objetos para llevarse.

El ejército, la policía merecen nuestro agradecimiento. No sé si los políticos merecen ser aplaudidos. Lo que han hecho bien, lo han hecho cumpliendo con su deber. Pero me temo que incluso en lo que han hecho bien han pensado en sus beneficios electorales tanto o más que en ayudar a la gente. En muchos pueblos se han quejado de que las ayudas estatales y autonómicas han llegado tarde. Los alcaldes de estas poblaciones se han manifestado al respecto con mucha claridad. Es de esperar que las ayudas económicas que los gobiernos del Estado y de la autonomía ha prometido para restaurar edificios y carreteras lleguen pronto. Aquí no se trata de colgarse medallas, sino de ayudar a la gente.

Las gota fría han tenido consecuencias indirectas, pero reales, en muchas personas que no han sufrido directamente el acoso del agua: no funciona el metro ni las conexiones ferroviarias, tanto de cercanías, como de alta velocidad, con el consiguiente perjuicio para muchas personas que necesitan desplazarse por motivos familiares o de trabajo. La distribución de alimentos y de bienes en lugares alejados de Valencia también se ha visto afectada, porque los camiones que los transportaban no han podido recogerlos en almacenes que se encontraba en lugares afectados.

Importa una cosa: la solidaridad. Por eso, es de elogiar la decisión que ha tomado la diócesis de Valencia de destinar el importe íntegro de la colecta del día de la Iglesia diocesana (9 y 10 de noviembre) a las víctimas del temporal. La Dana ha demostrado que hay gente buena, gente con corazón, gente maravillosa. No sé si ha demostrado que tenemos buenos políticos. Todavía están a tiempo de enmendar sus enfrentamientos y sus ambiciones. Los abucheos que el domingo, día 3, recibieron en Paiporta el Presidente del Gobierno y el Rey son la prueba patente del descontento de los ciudadanos. Es posible que los gobernantes hagan todo lo que pueden, pero algunas personas no lo perciben así. Por cierto, el lunes, 28 de octubre, el Rey, adelantándose a la ministra de defensa, decidió enviar a 100 soldados de su guardia para ayudar, y preguntó si podían hospedarse en el seminario diocesano. Allí están.

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1
Nov
2024
Resurrección de la carne. De la carne, sí
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resurreccióncarne2024

“Creo en la resurrección de la carne”. Con estas palabras termina el llamado Símbolo de los Apóstoles, la profesión de fe cristiana. Hablar de resurrección de los muertos o de la carne parece cosa de locos. Los doctos filósofos que escucharon a Pablo en Atenas le oyeron hablar gustosamente del Dios creador que no habita en santuarios fabricados por hombres, pero cuando se puso a hablar de resurrección de la carne su burlaron de él y no quisieron seguir escuchando. Incluso entre los mismos cristianos de cultura griega la doctrina de la resurrección encontró muchas dificultades para vencer sus prejuicios naturales (ver, por ejemplo, 1 Cor 15,12). Si el Apóstol hubiera hablado de inmortalidad del alma seguramente no habría suscitado tanto escándalo en Atenas.

La Iglesia, ya desde sus primeros momentos, insistió en la resurrección de la carne, a veces con fórmulas que habrá que explicar, pero manteniendo la sustancia y la verdad de lo que implican: los muertos resucitan “con sus cuerpos”, “en esta carne con la que ahora vivimos”, “con sus propios cuerpos, los que ahora poseen” (esta última fórmula es del cuarto Concilio de Letrán). Estas expresiones quieren indicar que es el mismo ser humano de la existencia terrena quien resucita, con todas sus dimensiones, incluida la corporal. Oyendo lo que se oye, a veces uno tiene la impresión de que muchos piensan que el cristianismo promete a sus fieles ir al cielo con su alma, para vivir allí eternamente, liberados del cuerpo.

La carne es frágil y corruptible, envejece: “toda carne es hierba y todo su esplendor como flor del campo. La flor se marchita, se seca la hierba” (Is 40,6-7). Sin embargo, por medio de ella se expresan las necesidades humanas más sencillas: el hambre, la sed, el calor, el sueño, la ternura. Y, aunque durante esta vida la fragilidad de la carne nos hace sufrir, ella forma parte de la condición humana. Pues bien, la sensibilidad y vulnerabilidad de nuestra carne está incluida en la promesa de la resurrección, pues ellas son dimensiones esenciales de nuestra humanidad. Están destinadas a la salvación.

La carne, el cuerpo muchas veces humillado, violentado, abusado, deshonrado, cargado de vergüenza o de culpabilidad, es una dimensión de lo humano que necesita ser salvada. Una salvación que no incluyera todas las dimensiones de lo humano, no sería salvación de lo humano. Bien pensado, resulta muy sorprendente que el Verbo se haya hecho carne (Jn 1,14), pues se diría que no hay nada más alejado que el Verbo de Dios y la carne humana. Pues bien, el Verbo de Dios ha sido maltratado y crucificado en su carne, que es la nuestra. Y ha resucitado al tercer día con esta carne nuestra. Con su resurrección ha entrado en una dimensión definitiva, llena de claridad, transparencia y hospitalidad. La resurrección de Cristo Jesús es la garantía de la resurrección de nuestra carne. Una carne transfigurada, en la que ya no será posible el engaño; carne gloriosa y, por eso, totalmente entregada al amor.

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31
Oct
2024
Valencia: dana mortal e inmensa solidaridad
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danavalencia

Poco a poco vamos cobrando conciencia de la tragedia que ha supuesto la dana o gota fría que cayó sobre la provincia de Valencia los pasados días 29 y 30. Los destrozos materiales son incontables, decenas de coches amontonados en las calles de algunos pueblos, bastantes templos han quedado completamente inservibles; en Picanya el agua llegó hasta la bóveda de la Iglesia. Lo más importante es el sufrimiento de las personas, los desaparecidos y los muertos, que se acercan a los 200, muchos de ellos niños pequeños.

Y, como siempre, alguna nota negativa para que así resalten las positivas: una banda se ha dedicado a aprovechar el caos para robar en algunas iglesias. Lo positivo: ha habido mucha ayuda entre personas, mucha solidaridad, protección civil ha actuado con eficacia, la Cruz Roja y otras instituciones de ayuda han trabajado bien. El gobierno autonómico y el nacional han prometido recursos económicos para los afectados (esperamos que cumplan y lo hagan rápido).

La comunidad judía y las Iglesias protestantes se han solidarizado con las víctimas. Dígase lo mismo de la Iglesia católica. Desde Caritas diocesana destacan la inmensa solidaridad de personas, instituciones, empresas, asociaciones, que han ofrecido a Caritas de Valencia su aportación económica o su colaboración. Por supuesto, Caritas nacional y las otras Caritas diocesanas han manifestado su deseo de ayudar, así como algunas internacionales, la suiza, la alemana y hasta la siria. El Papa y muchos obispos españoles han enviado mensajes al Arzobispo de Valencia. La diócesis ha organizado actos religiosos (una Eucaristía y un rosario) para rezar por los difuntos.

Hoy un alumno de la Facultad de Teología, puesto que se han suspendido las clases, vino desde Paiporta a pie a Valencia (8,5 Km.) para comprar comida, y llevarla caminando a su pueblo, porque los coches no pueden circular por algunas carreteras y en algunos pueblos escasea el agua y la comida, además de no tener electricidad.

Algunos recuerdan que el agua caída supera la que cayó durante el desbordamiento del Turia en 1957, que, por cierto, provocó que se efectuara una obra faraónica, desviando el cauce del río desde el centro de la ciudad de Valencia a sus afueras. Asusta pensar que hubiera pasado si el cauce siguiera dentro de la ciudad.

Mucha gente de España y de fuera de España me ha enviado mensajes a través del whatsapp, impresionados por la tragedia y preguntando si un servidor o las personas cercanas a mi estaban afectadas. No estamos heridos, he respondido, pero estamos afectados o deberíamos estarlo, porque el dolor del hermano debemos asumirlo como propio para así ayudar con más eficacia. Compasión es padecer con el otro, ponerse en la piel del otro.

Gracias a Dios, la Iglesia, desde el primer momento, puso todos sus medios a disposición de las personas más necesitadas. Las vidas perdidas son irrecuperables. Sin duda, han sido acogidas por la misericordia de Dios. Quedan las necesidades de los vivos. Esas personas a las que ha llegado ayuda urgente, pero lo han perdido todo, seguramente seguirán necesitando ayuda cuando ya nos hayamos olvidado del desastre. Conviene comenzar por lo de hoy sin olvidar lo que puede pasar mañana. Conviene comenzar por lo de cerca, sin olvidar lo de lejos.

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29
Oct
2024
Todos los santos, fiesta de plenitud
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todossantos2024

La fiesta de todos los santos es la última de las grandes solemnidades del ciclo santoral. Puede ser calificada de fiesta de plenitud porque canta la gloria de los que ya triunfaron y se prolonga al día siguiente para recordar a los que no han alcanzado todavía la corona de la gloria. Plenitud de la Iglesia que triunfa, que ha llegado a la meta; de la Iglesia que es purificada, pero está ya segura de alcanzar la meta; y de la Iglesia que milita y vive en la esperanza de llegar un día a la meta.

Fiesta de plenitud que llena nuestras almas de nostalgia y de esperanza. Porque los que todavía estamos en camino hacia la gloria, los que estamos sostenidos por la esperanza que no falla, somos también “santos”, o sea, amados de Dios y hermanos de Cristo. La santidad es lo propio de todo cristiano, como dejó muy claro el Concilio Vaticano II. La santidad puede vivirse en todos los estados y condiciones de la vida: en la soltería, en el matrimonio, en la viudedad, en la vida consagrada, en el ministerio sacerdotal. En este terreno no hay preferencias, no hay caminos mejores que otros. Todos estamos llamados a la perfección de la santidad y a la plenitud de la caridad.

Los cristianos somos peregrinos. Buscamos una patria mejor que las que tenemos en esta tierra. Porque todas las patrias terrenas son imperfectas, en ninguna logramos la felicidad total. Nuestra patria es el cielo, esa es nuestra morada permanente y el término de nuestra peregrinación. Hemos nacido para cosas grandes. Somos súbditos de un rey que nunca muere y que se comporta con nosotros amorosamente haciéndonos partícipes de su inmortalidad. Los cristianos vivimos con esperanza, no la pequeña esperanza de las cosas perecederas, sino la gran esperanza, la que espera más allá de la muerte, que tiene su fundamento no en nuestras fuerzas, sino en el poder y la misericordia de Dios. Pues como muy bien dice Byung-Chul Han “el pensamiento de la esperanza no se rige por la muerte, sino por el nacimiento”, por el nuevo y definitivo nacimiento.

Esa esperanza no podemos vivirla en solitario. El sujeto de la esperanza, de toda esperanza, y más aún de la esperanza cristiana, es un nosotros, pues la esperanza no aísla a las personas, sino que las vincula y reconcilia. Por eso, en la Eucaristía, cuando llega el momento de recordar a los difuntos, la Iglesia ora por todos, todos, todos, porque espera que todos lleguen al descanso de Dios. Primero nombra a “nuestros hermanos que durmieron en la esperanza de la resurrección” (ahí tenemos a los hermanos en la fe, que han muerto como cristianos), y luego “a todos los que han muerto en tu misericordia” (pues ahí están todos, porque la misericordia de Dios no tiene límites, ya que si tuviera límites Dios dejaría de ser Amor para convertirse en “amor selectivo”). Dice Benedicto XVI: “nuestra esperanza es siempre y esencialmente también esperanza para los otros; sólo así es realmente esperanza también para mí” (Spe salvi, 48).

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26
Oct
2024
Carta de Francisco para un mundo sin corazón
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corazonjesus2024

“Dilexit nos” (Rm 8,27), nos amó, con estas palabras comienza la última encíclica de Francisco. Quién nos amó hasta más no poder, sin condiciones de ningún tipo, es el Dios que, en Jesucristo, nos manifiesta su gran amor. Saber que Cristo nos ama es lo más grande y fundamental que ha podido ocurrir en nuestras vidas. El corazón de Jesús es un excelente símbolo de este amor.

El Papa reflexiona sobre el corazón, ese núcleo de cada ser humano, su centro más íntimo donde se alberga lo más verdadero y personal, la sede del amor, esa dimensión que nos permite ser nosotros mismos en el encuentro con el otro, espacio que no puede ser controlado por ningún algoritmo, porque la inteligencia artificial puede llegar muy lejos, pero no llega a lo esencial de cada persona: “En el tiempo de la inteligencia artificial no podemos olvidar que para salvar lo humano hacen falta la poesía y el amor”, pues “amando la persona sabe por qué y para qué vive”.

Cuando vemos en el corazón de Jesús el gran amor con que nos amó y el gran amor que Jesús desea recibir de cada uno de nosotros, estamos refiriéndonos a la totalidad de la persona de Cristo y no a un órgano especial. Cuando el corazón es expresión del amor que se da y del amor que cada uno necesita, también en la persona de Cristo, deja de ser una víscera, para expresar la totalidad de la persona, con todos sus sentimientos y toda su realidad. Por eso, el Papa advierte contra las malas representaciones del corazón de Jesús que se quedan en lo biológico. La imagen del corazón de Jesús debe formar parte de una imagen de Jesucristo.

Otra advertencia del Papa: la devoción al corazón de Jesús no tiene que conducir a una espiritualidad dolorista, que da primacía al sacrificio, sino a una espiritualidad del amor. En el corazón de Jesús podemos sentir su deseo de relacionarse con cada uno de nosotros como un amigo con su amigo, con una cercanía e intimidad grande: “el Señor sabe la bella ciencia de las caricias”. La ofrenda que Cristo desea es la de nuestro amor; la confianza es la mejor ofrenda al corazón de Cristo. Pues la confianza nos conduce al amor.

La encíclica hace una síntesis de la doctrina de santos y autores, Papas, monjes y monjas, que directa o indirectamente, ya desde los comienzos del cristianismo hasta nuestros días, han favorecido y fomentado la devoción al Corazón de Jesús. Termina con una serie de consideraciones sobre como el amor al Corazón de Jesús debe prolongarse en el amor a los hermanos. Cada uno de nosotros podemos y debemos ser canales de gracia para los demás. Esta es la verdadera reparación pedida por el Corazón de Jesús.

Nuestra sociedad debe recuperar lo más importante y necesario: el corazón. En una sociedad sin corazón, rota, insolidaria, consumista, en la que muchas personas sufren injustamente, en la que la guerra está muy presente, es urgente permitir al amor infinito del Señor difundirse sin obstáculos. Los cristianos debemos ser los canales que difunden ese amor y encontrar en cada persona, sobre todo en cada persona herida, al corazón de Jesús que reclama nuestro amor.

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23
Oct
2024
Gustavo Gutiérrez o cómo decir al pobre que Dios le ama
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GustavoGutierrez

Nacido en Lima el 8 de junio de 1928, acaba de fallecer, a los 96 años de edad, el teólogo dominico peruano, Gustavo Gutiérrez, considerado el padre de la llamada teología de la liberación. Su obra más emblemática, titulada precisamente “Teología de la liberación” fue publicada en Salamanca en 1972. Yo tuve ocasión de leer ese libro cuando empezaba mis estudios en la Universidad de Friburgo, y recuerdo que me causó una gran impresión. Posiblemente su autor jamás imaginó la repercusión que esa obra iba a tener en la teología mundial y, especialmente, en la teología hecha desde España y Latinoamérica.

Gutiérrez inició su reflexión teológica en círculos universitarios, de los cuales era capellán. Pero pronto cambió de interlocutor: trabajó como sacerdote en una barriada popular a orillas del Rimac. Desde entonces los pobres pasaron a ser sus interlocutores inmediatos y los que estimularon su reflexión teológica y su tarea como profesor de teología en distintos lugares y centros universitarios.

La teología de la liberación, de la que Gustavo Gutiérrez es uno de su más altos representantes, apareció en América en un contexto de pobreza y de injusticia. Los obispos (tal como se manifestaron en la conferencia del episcopado latinoamericano celebrada en Medellín en 1968, en la que, por cierto, participó como teólogo y consultor Gustavo Gutiérrez) no eran indiferentes ante “las tremendas injusticias sociales existentes en América Latina”; por el contrario, reaccionaron frente a “un sordo clamor” que “brota de millones de hombres que reclaman a sus pastores una liberación que no se les da por ninguna parte”. Los obispos denunciaron que esa injusticia que margina a grandes grupos humanos “es una injusticia que clama al cielo”.

Gutiérrez no se cansa de repetir que la opción por los pobres “se basa fundamentalmente en el Dios de nuestra fe”, un Dios que ama a los pobres, no porque tengan virtudes que mostrar, sino porque Él ama gratuitamente. Por eso, dice, si la teología es un lenguaje sobre Dios, debe responder a esta pregunta: “¿cómo decirle al pobre, a quién se le imponen condiciones de vida que expresan una negación del amor, que Dios le ama?”, ¿cómo encontrar un lenguaje sobre Dios en medio del dolor y la opresión que viven los pobres en América Latina?”.

Durante estos últimos años, Gutiérrez ha subrayado que la acción liberadora en favor de los pobres no puede olvidar “la contemplación”, o sea, la oración: “no es posible separar solidaridad con los pobres y oración. Eso significa ser discípulo de Cristo, Dios y hombre a la vez. Estamos ante una auténtica espiritualidad, es decir, una manera de ser cristiano. La conjunción de estas dos dimensiones, oración y compromiso, constituye estrictamente lo que llamamos práctica. De ella procede la teología de la liberación”.

Acabo con una anécdota significativa, no sé si muy conocida. En América Latina hubo teólogos, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, no sólo católicos, sino también de otras confesiones cristianas, muy comprometidos con la liberación. Uno de ellos, el sacerdote Camilo Torres murió en la guerrilla. Gutiérrez intentó disuadirlo. Torres había decidido no volver a celebrar la Eucaristía hasta que hubiera justicia en la tierra. Sobre esta decisión comentó Gutiérrez: “Si no podemos celebrar la Eucaristía hasta alcanzar la sociedad perfecta, entonces tendremos que esperar hasta llegar al cielo, en cuyo caso la Eucaristía será superflua”.

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20
Oct
2024
Purificar la imagen de Dios
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purificarimagen

Cuando hablamos de Dios siempre utilizamos imágenes humanas que solo muy lejana e imperfectamente podemos considerarlas un reflejo de Dios. San Agustín decía: si comprendemos lo que de él decimos, no estamos hablando de Dios. Y Tomás de Aquino llegó a decir que de Dios solo sabemos lo que no es, pero ignoramos absolutamente lo que es, de modo que lo más perfecto de nuestro conocimiento de Dios en esta vida es conocerle como a un desconocido. Cuando afirmamos algo de Dios siempre nos quedamos cortos, muy cortos, incluso por ejemplo cuando decimos algo tan fundamental como que Dios es Padre: “si vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!” (Mt 7,11). Cualquier comparación de Dios con una realidad de este mundo, incluso las mas sanas y buenas, es la comparación con algo deficiente y, por eso, con Dios siempre se realiza el “¡cuánto más!”.

Así se comprende que una mejor comprensión de las realidades mundanas facilite una mejor comprensión de las realidades divinas. En contra de la opinión de San Agustín, que pensaba que no importaba nada a la verdad de la fe la opinión que cada uno pueda tener sobre las criaturas, con tal de que se piense correctamente sobre Dios, Santo Tomás considera que el error sobre las criaturas redunda en una opinión falsa sobre Dios y aparta a las mentes humanas de Dios. O sea, para volver al ejemplo puesto en el párrafo anterior: una mejor comprensión de la paternidad humana ayuda a comprender mejor la paternidad divina; y una mala comprensión de la paternidad humana puede llevar a comprender mal la divina.

A lo largo de la historia de la teología una serie de “encuentros”, que nos han permitido afinar mejor nuestra comprensión de la realidad, han provocado a la reflexión creyente para purificar su imagen de Dios y presentarla de forma más significativa ante los desafíos que la cultura planteaba. Así, por ejemplo, el encuentro con los pobres ha ayudado a la teología a descubrir nuevas dimensiones de la caridad cristiana que sin este encuentro nunca hubiéramos descubierto; por su parte, la experiencia del sufrimiento ha llevado a la teología a encontrar una solidaridad doliente en el seno de la inefable Trinidad, que se corresponde, a su nivel, al sufrimiento de la persona humana, hasta el punto de que Juan Pablo II se atrevió a afirmar que en el seno de la Trinidad habría un dolor inconcebible e indecible que vendría a ser la reacción misericordiosa de Dios a la vista de los pecados de los humanos.

Finalmente, las modernas aportaciones de la ciencia deberían estimular nuestra reflexión sobre el Dios Creador, del mismo modo que las aportaciones científicas de su tiempo condujeron a Tomás de Aquino a mostrar que la ciencia que él consideraba más acertada podía ser coherente con la fe o, al menos, no era necesariamente incompatible con ella. Pues la fe y la razón, la naturaleza y la revelación no pueden ser contradictorias, porque tienen su origen en el mismo Dios.

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16
Oct
2024
Literatura para una buena pastoral
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libroyrosa02

Este pasado verano el Papa Francisco escribió una carta sobre el papel de la literatura en la formación de los sacerdotes, de todos los agentes de pastoral, así como de cualquier cristiano. Me temo que ha pasado desapercibida para muchos de aquellos a quienes se dirige. ¿Cuántos sacerdotes, catequistas, agentes de pastoral conocen esta carta? Las revistas y páginas digitales de información religiosa no se hicieron mucho eco de ella. En el fondo, aquello que mueve a la reflexión interesa poco, solo importan las noticias llamativas, por no decir escandalosas.

El Papa hace notar que más vale leer una buena novela, que pasar las horas delante del televisor que, además de ofrecer imágenes violentas y poco recomendables, también ofrece noticias venenosas y superficiales. Además, las historias que se proyectan en las pantallas no ayudan a pensar, pues todo aparece explícito y resuelto. Por el contrario, la lectura de novelas y poemas ayuda a pensar y, por tanto, a la maduración personal. En la lectura de un libro, el lector es activo; en cierta forma, él reescribe la obra, la reescribe con su imaginación y, en ocasiones, ve allí proyectada su propia historia llena de dramatismo y simbolismo.

Los Papas posteriores al Vaticano II han insistido en que una fe que no se hace cultura es una fe no suficientemente acogida, ni fielmente vivida, ni adecuadamente pensada. Pues bien, para un creyente que quiera sinceramente entrar en diálogo con la cultura de su tiempo, o simplemente con la vida de personas concretas, la literatura se hace indispensable. Pues la literatura y el arte expresan la naturaleza propia del ser humano, presentan las miserias y alegrías de los hombres, sus necesidades y sus capacidades. ¿Cómo hablar al corazón de las personas si ignoramos sus miserias, alegrías y necesidades?

La Iglesia debe ir al encuentro de las culturas, y eso lo consigue muchas veces gracias a la literatura. Ella nos ayuda a mirar con la mirada de otro, con los ojos de los demás y, por tanto, nos libera del solipsismo ensordecedor y fundamentalista que consiste en creer que solo una específica gramática histórico-cultural tiene la capacidad de expresar toda la riqueza del Evangelio. El Papa dice que muchas de las profecías catastrofistas que hoy intentan sembrar la desesperanza, tienen su origen en creer que sólo hay un único lenguaje capaz de expresar la revelación y anunciar el Evangelio. Precisamente el contacto con diferentes estilos literarios y gramaticales nos permite profundizar en la polifonía de la Revelación, sin reducirla a las propias necesidades históricas o a las propias estructuras mentales.

Las palabras del poeta son palabras de anhelo, puertas abiertas al infinito, llaman lo innominado, se alargan a lo inasible, captan lo que va más allá de la superficie de la experiencia. La poesía y el arte pueden abrirnos al infinito, pero no darnos el infinito. La palabra poética llama a la Palabra de Dios.

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