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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
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18
Jul
2009
Sorprendente satisfacción de Benedicto
4 comentarios

He buscado confirmar por otros medios, sin lograrlo, una noticia un tanto sorprendente que ofrece la revista Vida Nueva: Según Federico Lombardi, portavoz vaticano, Benedicto XVI ha quedado “extremadamente satisfecho” de su entrevista con Barack Obama el pasado 10 de julio porque Obama le había expresado “su compromiso personal para hacer todo lo posible para que disminuya el número de abortos en Estados Unidos”.

Me sorprendo por un doble motivo. Visto desde posiciones intransigentes (algunos dirían proféticas) resultarían comprensibles las congratulaciones del Papa si el Presidente Obama se hubiera comprometido a hacer todo lo posible para evitar todos los abortos. Pero comprometerse a reducirlos es aceptar que seguirá habiéndolos. ¿Cómo puede congratularse el Papa de un compromiso que acepta que siga habiendo abortos? Visto desde posiciones más abiertas (algunos dirían sapienciales) resulta llamativo que el Papa adopte posiciones posibilistas, algo así como “más vale algo que nada”. El Papa se congratula de que, al menos, se busque el modo de disminuir los abortos, aunque sepa perfectamente que las leyes estadounidenses seguirán posibilitándolos.

Esta posición posibilista me hace pensar que, en determinas circunstancias, es bueno buscar compromisos (alguno diría componendas) que eviten males mayores. Si en un tema tan serio como el aborto es posible buscar aproximaciones, con mucha más razón habría que buscarlas en temas menos importantes. Por ejemplo, si en vez de estar en contra de discutibles leyes educativas o de todo tipo de manipulaciones, intentásemos un diálogo con los poderes públicos, y a partir de este acercamiento lográsemos que la ley se aproximase un poquito más, aunque no en todos sus aspectos, a la moral cristiana, ¿no sería esto preferible a estar en contra y no lograr nada? El que lo quiere todo, corre el riesgo de quedarse sin nada. El que intenta comprender, el que sabe negociar, a lo mejor no logra todo lo que quiere, pero logra algo. ¿Qué es preferible, apostar por el todo y quedarse sin nada, o ceder y obtener algo?

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16
Jul
2009
Deseo de mentira
6 comentarios

El poder, por su propia naturaleza, tiende a ser corrupto. Claro que en eso, como en todo, hay niveles más o menos soportables de corrupción. De ahí la necesidad imperiosa de un control del poder. Aunque eso del control puede terminar resultando un círculo vicioso porque al poder político lo controlan otros poderes políticos, entre los que incluyo a los partidos de la oposición, pues la oposición forma parte del poder. Hay quien me habla de sorprendentes asuntos que pasan por alguna notaria. Me cuenta otra persona que trabaja en una Oficina de control de cuentas a qué sorprendentes partidas se apuntan algunos dineros, incluidos dineros que se entregan a instituciones eclesiásticas. Esa persona me añadía que “todos lo saben” y “todos se callan” y sólo destapan lo evidente (o sea, que no destapan nada), porque en el fondo cuando pueden “todos hacen lo mismo”. O sea, que la mentira forma parte del poder.

Del poder y de muchas relaciones sociales. Es fácil constatar que en nuestra sociedad mucha gente busca engañar y construir sobre la mentira. Una mentira deseada, buscada, querida, potenciada y aplaudida. ¿Podemos decir que hay “deseo de verdad” en la política, la economía, las relaciones entre las personas y los pueblos? Me inclino a pensar que en la mayoría de los casos no hay deseo de verdad. Hay deseo de aparentar, deseo de que el otro piense que soy mejor de lo que en realidad soy, que tengo más de lo que tengo. Porque este pensamiento, basado en la mentira, me favorece. No se trata sólo del engaño; se trata de que no se desea la verdad, porque la verdad perjudica: “¡Si supieran como soy… entonces no me votarían, no serían amigos míos, no querrían hacer negocios conmigo!” o “¡si supieran la verdad me meterían en la cárcel!”, debe pensar alguno. Para los intereses egoístas, la verdad se presenta como un obstáculo. Este deseo de mentira es un auténtico atentado contra el prójimo, un impedimento para acercarnos a él, reconciliarnos con él o vivir en el amor. El deseo de mentir manifiesta que los criterios por los que se rige la vida son utilitarios, funcionales y egoístas.

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13
Jul
2009
Dilemas tramposos
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He tenido ocasión de escuchar a profesores de teología, que también eran sacerdotes, que lo primero en su vida había sido el sacerdocio. Entiendo lo que quieren decir y lo respeto profundamente. A mí esa pregunta nunca me la han formulado, ni me la he planteado. Pero sí me han preguntado qué consideraba más importante en mi vida si el ser sacerdote o el ser religioso. A los niños se les hacen, a veces, preguntas similares: ¿a quién quieres más, a la mamá o al papá? Y ya puestos a plantear dilemas cabe preguntar: ¿dónde está Dios más presente, en el pan eucarístico o en el prójimo?

Este tipo de dilemas, que tocan aspectos fundamentales de la vida, me parecen tramposos. Porque no es posible desligar algunas realidades. Ni vivir un aspecto fundamental a costa del otro. Yo soy quién soy: corporal y psíquico, debiendo integrar en mi ser toda mi realidad, no habiendo oposición entre sus diferentes dimensiones; soy religioso, profesor de teología y sacerdote, y procuro tener bien integradas estas dimensiones, que se refuerzan la una a la otra, incluso yo diría que se necesitan; soy hijo de mi padre y de mi madre, a los que quiero de forma distinta, pero no a base de más o de menos. Y a Dios debería encontrarle en todas partes, porque para él no hay espacios sagrados y profanos. Una Eucaristía sin fraternidad no es posible; aquel que no encuentra a Jesucristo en el prójimo, nunca, digo bien nunca, le encontrará en la Eucaristía.

Plantear este tipo de dilemas es como preguntarse cuál de las Tres Personas de la Divinidad, o cual de las tres virtudes teologales (fe, esperanza y amor) es la más importante. Estas triadas son inseparables, sus componentes se implican mutuamente y cada uno comporta siempre los otros dos. Si por un imposible se pudieran separar sería al precio de su total destrucción.

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10
Jul
2009
No todo lo religioso es bueno
7 comentarios

Algunas de las muchas cuestiones que aparecen en la encíclica de Benedicto XVI, todas relacionadas con el desarrollo sostenible y la economía al servicio del ser humano, son representativas de su pensamiento. Por ejemplo, la mutua crítica que debe ejercer la religión sobre la razón y la razón sobre la religión. Y razón quiere decir todos los medios que hoy la ciencia y las técnicas de análisis ponen a nuestro alcance.

Uno de los fundamentos de una economía solidaria es la dimensión relacional de las personas y pueblos, porque todos formamos parte de la única familia humana. El cristianismo subraya esta dependencia, la responsabilidad de unos sobre otros, debido a la común paternidad divina. El Papa nota que no todas las religiones, ni todas las culturas, presuponen una concepción de lo humano en la que la relacionalidad sea un elemento esencial. Hay formas culturales y religiosas que no llevan al hombre a la comunión, que alejan a las personas unas de otras. En este sentido no todas las religiones, ni todas las maneras de vivir lo religioso, contribuyen al desarrollo de la persona. De ahí la necesidad de un adecuado discernimiento. Dicho discernimiento deberá basarse en el criterio de la caridad y de la verdad; caridad y verdad que conducen a la unidad y solidaridad de todos los seres humanos. De modo que el criterio para evaluar las culturas y las religiones es todo el hombre y todos los hombres.

Aparece así, desde otra perspectiva, la cuestión de la relación entre fe y razón. La una necesita de la otra. La razón sola no consigue fundar la hermandad. Más aún, puede deslizarse hacia el egoísmo cuando se pone al servicio de una economía en la que solo importa el máximo rendimiento y la cuenta de resultados. Pero la fe sola corre el riesgo de alejarse de los verdaderos problemas, de la vida concreta de las personas. La razón necesita ser purificada por la fe para no creerse omnipotente. ¿A dónde nos llevaría una razón política o económica sin control, solo buscando perpetuarse a sí misma? A su vez la religión tiene necesidad de ser purificada por la razón para mostrar su auténtico rostro humano. ¿A dónde nos llevaría una fe que, en nombre de Dios, se olvidase del ser humano; una fe en unos supuestos derechos de Dios fuera de todo control racional? ¿A dónde conducen los fundamentalismos, los itinerarios religiosos que encierran a las personas en sí mismas, las búsquedas religiosas que solo sirven para gratificar expectativas psicológicas? El criterio de la auténtica religiosidad no son las proclamaciones o las concentraciones de masas, sino el comportamiento con el necesitado.

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8
Jul
2009
Economía de la gratuidad
7 comentarios

La nueva encíclica de Benedicto XVI está ya al alcance de todos. Se trata de un texto amplio, que toca bastantes temas, todos relacionados con el desarrollo integral de la persona humana. Merece una lectura reposada. El título “caridad en la verdad” es el principio rector de toda la encíclica: solo en la verdad resplandece la caridad; más aún, sin la verdad la caridad es relegada a un ámbito de relaciones reducido y privado, y deriva en sentimentalismo. Pero desde la verdad, la caridad muestra su capacidad transformadora en todos los ámbitos de la justicia social. Por poner un ejemplo: ante el escándalo de la pobreza no basta con soluciones limosneras; es necesario conocer las causas que la provocan, los múltiples rostros estructurales, económicos, políticos y militares que adopta el pecado.

En el escrito del Papa hay una idea importante, relativamente nueva, que debería incitar a todas las personas de buena voluntad a buscar modos imaginativos de concretarla en las distintas situaciones: la economía de la gratuidad. La actividad económica no puede prescindir de la lógica del don y de la gratuidad, porque sin ella ni siquiera se alcanza la justicia. Se trata de civilizar la economía, de humanizarla, de ponerla al servicio del ser humano. Atención: no se trata de renunciar al beneficio, sino de dar forma y organización a iniciativas económicas que vayan más allá de la lógica del intercambio de cosas equivalentes y del lucro como fin en sí mismo. Se trata, como ya decía Pablo VI, de promover un mundo en donde todos tengan que dar y recibir, sin que el progreso de los unos sea obstáculo para el desarrollo de los otros.

El Papa, en definitiva, pone la economía ante el espejo de la ética. Y recuerda su verdadera y única finalidad: el servicio y bienestar de la persona, de toda persona. Consciente de la relación entre economía y política, Benedicto XVI se refiere no solo a la necesaria reforma de la arquitectura económica y financiera, sino también a la urgencia de la reforma de la ONU para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones.

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7
Jul
2009
Funeral por 14 sacerdotes vascos
6 comentarios

“Purificando la memoria; sirviendo a la verdad; pidiendo, ofreciendo y acogiendo el perdón, queremos mirar al pasado para aprender a construir un presente y un mañana nuevos”. Con estas palabras termina el mensaje firmado por los Obispos de la diócesis vascas, en el que invitan a un funeral que se celebrará este próximo día 11 en la Catedral de Vitoria, presidido por los cuatro Obispos firmantes, en memoria de los sacerdotes asesinados por los vencedores de la contienda española de 1936-39. La carta recuerda algo que ya sabíamos: que no solo mataron injustamente a religiosas, religiosos, sacerdotes, laicas y laicos cristianos en uno de los bandos, sino en los dos. Ciertamente, más en uno que en otro.

En mi diócesis de origen siempre he oído hablar con normalidad y hasta con simpatía, sin que los ánimos se exalten y sin decir una palabra en contra suya, del último capellán mallorquín asesinado por las tropas de Franco, Jerónimo Alomar Poquet, al que confesó momentos antes de su muerte el jesuita Guillermo Nadal, pariente cercano de Pedro, otro jesuita mallorquín ejecutado en Gandía por los del bando “republicano”.

Con normalidad es como creo que hay tratar la noticia del funeral de Vitoria. No porque el tema tratado sea normal, ya que el mal siempre es oscuro y nunca es lógico ni normal. Solo Dios y el bien son lógicos y son luz. Pero nuestros modos cristianos, cuando hablamos del mal, tienen que ser reflejo del deseo de paz que nos anima y de nuestro compromiso con el bien. En este sentido digo que debemos hablar con normalidad del funeral de Vitoria y reconocer la buena voluntad de los obispos vascos. No me parecería normal mezclar, ni en este caso ni en ninguno, política partidista con religión. Porque este es un cóctel explosivo que nunca ha conducido a nada bueno.

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4
Jul
2009
Evidencia contra malas razones para creer
8 comentarios

Me dicen que en un Colegio de Valencia una profesora de “Educación para la Ciudadanía” repartió entre sus alumnos de primero de Bachiller una carta de Richard Dawkins, escrita para su hija de 10 años, en la que contrapone el método científico basado en la evidencia a “tres malas razones para creer cualquier cosa: tradición, autoridad y revelación”. A la preocupada madre católica que me informa le contesto: A mi lo que me preocupa es que los profesores de religión no estén preparados para responder a este tipo de textos y de argumentos. ¿Cuántos profesores de religión católica están preparados para presentar una fe adulta, capaz de afrontar las dificultades y poderlas vencer? Por lo que yo sé los cursos formativos que les ofrecen quizás les preparan para ser buenos catequistas, pero no tanto para dialogar con la cultura y enfrentarse a los problemas.

La idea de tradición, autoridad y revelación que presenta esta carta es una caricatura de lo que la teología dice sobre estos conceptos. Y no digamos el recurrente ejemplo sobre la Asunción de María. Por no hablar del concepto de evidencia científica. Aunque tengo la sospecha de que, muchos creyentes, si leyeran lo que dice Dawkins sin conocer el mal contexto en que se utiliza, pensarían que estamos ante una buena descripción de lo que ellos piensan. ¿O no es una buena, en realidad malísima, descripción de lo que muchos piadosos católicos piensan el decir que “el Papa tiene razón solo porque es el Papa” o que “la madre de Jesús era tan especial que no murió”?

Pongo un ejemplo de una de las caricaturas que se encuentran en el texto de Dawkins. Su idea de tradición es la de una creencia muy antigua, transmitida de padres a hijos, que alguien un día inventó. Y concluye: “por muy antigua que sea una historia es igual de cierta o de falsa que cuando se inventó la idea original”. Pues claro que sí. Solo que en teología católica la tradición es otra cosa. Cierto, se trata de una transmisión. Pero de la transmisión de la fe apostólica, tras haber superado los controles oportunos que garantizan que tal rito, costumbre o doctrina deriva de los tiempos apostólicos y, nótese el matiz, puede hoy servir para vivir mejor la fe cristiana.

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1
Jul
2009
Las tonterías piadosas son más tontas
8 comentarios

Entre las muchas tonterías que se escriben, dicen y hacen, las piadosas son más tontas.

Leí hace tiempo: “María creyó en el Dios de lo imposible. ¿Es que Dios puede ser distinto al Dios de lo imposible”. Como frase no está mal. Pero no hay que confundir el “no hay nada imposible para Dios” con “el Dios de lo imposible”. ¿Qué clase de Dios es ese? ¿Uno que resuelve la cuadratura del circulo? Ese Dios no existe. Ya decía Tomás de Aquino que no se trata de que Dios no pueda, sino de que hay cosas que no pueden ser hechas. ¿O cuando hablamos del Dios de lo imposible pensamos en un Dios que resucita muertos? Entonces no nos expresamos bien, porque la resurrección de los muertos es algo posible.

Dicen algunos: “Celebrar de cara a Dios, o sea, de espaldas”. El gusto estético y litúrgico es libre. Pero si se busca una justificación teológica del gusto hay que ser un poco más serios. Porque ¿dónde se supone que está Dios? ¿No decían los antiguos catecismos que está en todas partes? Está delante, detrás, a la derecha y a la izquierda; en el fondo del abismo y en lo alto del cielo. Y sobre todo está en los hermanos. Mirar a los hermanos a la cara es encontrar el rostro de Dios.

Me cuentan de una persona a la que no le parece suficiente afirmar que en la eucaristía hay una presencia sacramental de Jesús, porque la presencia sacramental le parece menor que la real. Y como en la eucaristía hay presencia real, le parece que uno está más cerca de Jesús cuando más se aproxima físicamente al sagrario. También el prójimo es una presencia sacramental de Cristo, pero apostaría que para esa persona se trata de una presencia no real.

Llegan a mi correo las declaraciones de un sacerdote exorcista que afirma que el aborto atenta contra un dogma fundamental de la fe, el de la Inmaculada Concepción. Dado que Satanás no pudo impedir el nacimiento del hijo de la Virgen Madre, se dedica “a perseguir a sus vivas imágenes, que son todas las mujeres encintas, con el fin de devorar al niño por nacer”, para impedir así que “sean súbditos del Reino de Dios”. A eso se le llama confundir la gimnasia con la magnesia, aunque aquí sería mejor usar otra forma más irreverente para indicar que es mejor evitar ciertas mezclas.

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29
Jun
2009
Caridad lingüística y un poco de sal
10 comentarios

Bernardo es un buen amigo que tiene su propio blog y que, en ocasiones, enriquece el mío con sus comentarios. Su última aportación sobre la caridad lingüística o comunicacional me ha parecido espléndida y me ha recordado un coloquio de un grupo de frailes dominicos con un doctor en medicina, buen representante de lo que algunos consideran “lo católico”, del que esperábamos consideraciones científicas y escuchamos consideraciones morales. Por ejemplo sobre la vacuna contra el papiloma humano. El médico se manifestó contra esta vacuna porque fomentaba la promiscuidad. Se encontró con la siguiente respuesta: eso sería como decir que los católicos debemos estar en contra de toda vacuna que cure el Sida porque así fomentamos la homosexualidad. Sobre la vacuna contra el papiloma humano he tenido ocasión de escuchar unas declaraciones de una monja benedictina, doctora en medicina, Teresa Forcades, que tampoco la recomienda, pero sus explicaciones me han resultado más convincentes, primero por la forma elegante y pacífica de exponerlas, y después por dar razones de tipo científico. Cuando sabemos ir a lo esencial de los asuntos, lo demás viene por añadidura. Y cuando sabemos encontrar la caridad comunicacional tenemos muchas más posibilidades de ser comprendidos y acogidos.

San Pablo no hablaba de caridad lingüística, pero sí aconsejaba que para “responder a cada cual como conviene”, nuestra “conversación sea siempre amena y sazonada con sal” (Col 4,6). Es importante sabernos explicar, dar buenas razones. Pero esas buenas razones son mejor aceptadas por el interlocutor cuando sabemos acoger la parte de verdad que hay en el otro y ofrecemos nuestra verdad con elocuencia, persuasión y hasta un poco de gracia y buen humor. Muchas veces los modos desmienten los contenidos. Por muy buena que sea la doctrina, una mala presentación puede hacerla aborrecible. Ocurre como con el crédito. Uno no solo lo tiene, sino que también se lo dan. Y el crédito importante es el que te dan porque te lo has sabido ganar. Los clásicos hablaban de captatio benevolentiae, de conseguir el interés y la buena disposición del auditorio.

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27
Jun
2009
Hacerse entender, intentar entender
7 comentarios

Si no nos hacemos entender, no habrá modo de que el Evangelio pueda llegar. Pero si no intentamos entender al otro, no habrá modo de que el otro pueda entendernos. Porque cada uno entiende desde la posición en la que se encuentra. De ahí la necesidad de conocer al otro, sus modos de pensar, sus motivos, su universo cultural, si queremos hacernos entender por él.

Esto, que a niveles de principio, parece tan claro, no lo es tanto cuando se desciende al terreno de lo moral. En este terreno hay asuntos bastante claros para toda persona razonable y no digamos cristiana: el aborto es un crimen. Pero hay otros que no lo son tanto: determinadas manipulaciones genéticas, modos de entender la familia, la educación, los inicios y el fin de la vida, no siempre son compartidos por otras personas amantes de la vida, de la familia y de la buena educación. Ocurre que en estos y otros temas es grande la tendencia a hacer afirmaciones tajantes. Cuando uno está convencido de algo, todo le parece claro, y cualquier posición contraria le parece condenable. Así imposibilitamos el diálogo y, lo que es peor, damos la sensación de estar permanentemente condenando al otro.

Antes de descalificar hay que intentar comprender. Para ello hay que escuchar, guardar silencio, dejar que el otro se explique. Y cuando ofrecemos nuestra posición hay que hacerlo desde la serenidad, sin beligerancia, con respeto a la posición ajena. Así nos hacemos más creíbles. Personalmente estoy convencido de que argumentar desde la teleología (= meta, finalidad a la que tiende una realidad) es lo más respetuoso con la dignidad humana. Pero incluso los que aceptan este tipo de argumentación no siempre sacan las mismas conclusiones, ya que su análisis de los datos, bien razonado y argumentado, no siempre coincide.

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