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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor


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19
Ene
2009
Aviso para navegantes
1 comentarios

Demasiadas veces los católicos hemos expuesto nuestras convicciones como reacción ante posturas o doctrinas consideradas inaceptables. Cuando se reacciona en contra de algo, se suele endurecer la propia posición, presentarla de forma parcial, recalcar aspectos que en circunstancias más serenas se hubieran acentuado de otra forma. De este modo obstaculizamos el diálogo y nos cerramos al encuentro con otras posiciones. El Concilio Vaticano II sigue siendo ejemplar: allí no se trataba de responder a nadie, sino de ofrecer al mundo lo que la Iglesia es y lo que cree.

Digo esto porque ante los anuncios sobre la no existencia de Dios aparecidos en los autobuses públicos españoles, se oye que se prepara una campaña de signo opuesto, si es que no ha empezado ya. No aconsejaría a nadie que se sumase a esta campaña supuestamente creyente ni que gastase un céntimo para favorecerla. Más bien aconsejo la lectura de un reciente artículo de Olegario González de Cardedal. En él se puede leer: “Quien se apropia el nombre de Dios o lo blande como arma frente al prójimo, está profanando a Dios y ofendiendo a su prójimo”. “No se puede hacer comercio, propaganda o ideología con este santo nombre”. “Lo que causa asombro al creyente no es la increencia del prójimo, sino su propia fe, porque sabe que es puro don de Dios. Nada más contradictorio con ella que despreciar o acusar a quien no la tiene: esto revelaría que quien lo hace no sabe lo que es el admirable don de creer, que ha confundido lo que es gracia con lo que es un vulgar producto que se compra, una idea que se fabrica o una mera herencia que se recibe”.

Las afirmaciones, las negaciones, las polémicas o las frases propagandísticas nunca convencen del todo. En el terreno de la fe convence una vida transformada como efecto de un encuentro transformador. Dios ni se demuestra ni se impone. Se propone y siempre de forma respetuosa. Jesús dejó un signo para que el mundo creyera: el amor mutuo. En eso, y posiblemente sólo en eso, se reconoce a sus discípulos.

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15
Ene
2009
Dinero, poder y sexo
3 comentarios

Eso de la pobreza, castidad y obediencia no es solo cuestión de monjas y frailes. Todo cristiano está llamado a vivir en la pobreza evangélica, en la obediencia a Dios y en la castidad, sea en la soltería, en la viudedad o en el matrimonio. Porque cuando los esposos realizan el acto matrimonial, están poniendo por obra un sacramento por medio de un acto honesto, humano y humanizador. En este terreno la diferencia entre un religioso y un casado no está en castidad sí o castidad no, sino en castidad en la continencia o castidad en el matrimonio.

Dicho lo cual, me interesa resaltar que en cada página del Nuevo Testamento aparecen serias advertencias contra las riquezas y el poder que, como es bien sabido, son las dos caras de la misma moneda. La riqueza y el poder son dos auténticos ídolos que impiden el acceso a Dios. No encuentro, a propósito de la castidad, tanta insistencia ni advertencias tan duras. Nunca se dice: “no podéis servir a Dios y al sexo”, pero sí: “no podéis servir a Dios y al dinero”.

Por si sirve ofrezco esta reflexión: el dinero hace que nos sintamos poderosos, seguros, satisfechos; con dinero y poder pensamos que se puede lograr todo, por ellos perdemos la vida. Pero cuando peca contra la castidad, aunque a veces haya algo de psicológico y de mala formación, el buen cristiano suele sentirse intranquilo, no está a gusto, la conciencia le remuerde. No cabe duda de que es mucho más grave no socorrer al pobre que pecar contra el sexto mandamiento, aunque lo segundo parece que remuerde más. Por este motivo digo que las riquezas son un obstáculo insalvable para acercarnos a Dios, mientras que el pecado contra la castidad puede ser ocasión de arrepentimiento que facilita la vuelta a Dios.

Espero que a nadie se le ocurra decir que esa reflexión es luterana, porque suponiendo que lo fuera, la mejor respuesta sería: ¿y qué tiene de malo que sea luterana?

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12
Ene
2009
Sobre morfina y agonías
4 comentarios

Reconozco que entiendo poco de medicina. Y estoy convencido de que en todas partes hay más gente buena que mala. Esto hace posible que la sociedad y las instituciones funcionen. Por otra parte, considero que todo profesional debe ser consciente de sus responsabilidades y practicar su profesión como un servicio. Ahora añado que, en ocasiones, me cuentan determinadas prácticas médicas que me parecen cuando menos discutibles. Por ejemplo, que en nuestros hospitales se practica la eutanasia con aquellos ancianos, en estado grave, que no tienen personas que les cuiden, buscando así reducir costes. O que hay personal que avisa a las funerarias de la proximidad del fallecimiento, tras asegurarse el pago de una buena comisión. Últimamente alguien me ha contado de una enfermera que pretendía dar una dosis mayor de morfina de la necesaria a un anciano, pues así el enfermo estaba más tranquilo y se evitaba que la familia llamase de nuevo al personal sanitario. Cuando la profesión no se vive como un servicio a los demás lo único que importa es cobrar y trabajar lo menos posible, aunque sea a costa de acelerar la muerte con una dosis excesiva de morfina.

Como contraste cuento la reflexión que no hace mucho me hizo un médico. Me decía que durante mucho tiempo no entendió porqué las agonías eran tan largas. Después pensó que tal vez ese tiempo era necesario para que la familia pudiera asumir la situación, para que el enfermo pudiera despedirse en paz, para que tuviera su tiempo de decir una palabra a su esposa y a sus hijos. ¡Hay que respetar los tiempos de las personas!, me decía. Cierto: el tiempo de las personas que, para los creyentes, es el tiempo de Dios.

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10
Ene
2009
Unos vienen y otros se van
1 comentarios

Unos vienen y otros se van. Es ley de vida. Cuando se trata de poder suele ocurrir lo contrario de lo que dice un salmo, a saber, que al ir se va cantando y al marchar se vuelve llorando. Pero cuando no se trata de poder, sino de servicio, entonces uno nunca se va, y vive de esa alegría que, como decía Jesús, nadie puede quitarle.

En algunas idas y venidas hay acompañantes. Los que vienen y van se convierten así en multitud. Y la multitud disimula peor los sentimientos que el propio interesado. Porque entre la multitud hay intereses que son más dependientes del que viene o se va. Y al ser más dependientes son menos controlables. Por eso producen ansiedad.

Un nuevo Pastor viene a la diócesis de Valencia. Lo mejor que podemos desearle es que sea de verdad pastor y pontífice, que cuide de todos y tienda puentes que a todos unan, que cuente con todos, que sus relaciones principales sean con los pobres y necesitados, que apoye las buenas iniciativas que parroquias e instituciones puedan tener. Evidentemente, otro Pastor nos deja. Y deja una herencia, como todos los que se van. Esta herencia es de toda la diócesis. Nadie debería querer una parte para él solo. Lo digo porque el mismo día del anuncio oficial del cambio, la prensa publicaba que la considerada hija predilecta, la Universidad Católica, pretendía continuar vinculada al Cardenal. Es de esperar que con vínculos afectivos, porque si fueran jurídicos podría interpretarse como el temor de la hija a que con el nuevo padre las cosas ya no sean como antes. Seria algo así como pensar que ese nuevo padre tendrá también sus predilectos. Si así fuera, sería una pena, porque los padres deben querer a todos por igual, tratar a todos con objetividad en función de su valía y competencia. El que vale, no vale por los padrinos que tiene.

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8
Ene
2009
El Bautismo es Epifanía
3 comentarios

La fiesta de la Epifanía no se celebra sólo el seis de enero. Continúa dos domingos más: el del bautismo del Señor y el siguiente en el que la Iglesia recuerda el episodio de esa boda en Caná de Galilea en el que el agua se convirtió en vino. Es una pena que actualmente ese Evangelio sólo se lea en el segundo domingo del tiempo ordinario del Ciclo C y se haya sustituido por otros en los ciclos A y B. Las antífonas de Laudes y Vísperas de la fiesta de la Epifanía dejan muy clara la profunda unidad, más aún, el entrelazamiento, entre estos tres acontecimientos: la adoración de los Magos, el Bautismo de Jesús y la boda en Caná: “Hoy la Iglesia se ha unido a su celestial Esposo, porque, en el Jordán, Cristo la purifica de sus pecados; los magos acuden con regalos a las bodas del Rey, y los invitados se alegran por el agua convertida en vino”.

Digo esto para prevenir contra una mala comprensión de la fiesta del Bautismo de Jesús, que celebraremos el próximo domingo. No se trata de ver en el bautismo de Jesús ni un anticipo ni un modelo de nuestro propio bautismo. El bautismo de Cristo en el Jordán es una epifanía, una manifestación. De nuevo se manifiesta que Dios se ha solidarizado con el ser humano, no con una humanidad ideal, sino con una humanidad real, una humanidad pecadora. Por eso Cristo es bautizado con un bautismo de penitencia para el perdón de los pecados. El, ya desde el comienzo de su ministerio, se manifiesta como el que “carga con el pecado del mundo” y así se une a esta historia humana de pecado y de alejamiento de Dios. Se une porque sólo desde la unión y la solidaridad es posible salvarla.

La relación que puede y debe verse entre el bautismo de Jesús y el nuestro hay que situarla en el nivel de la acogida de la Palabra. En el bautismo de Cristo, Dios hizo oír su voz para que el mundo creyera que Jesús es la Palabra enviada por el Padre. El bautismo de cada cristiano es signo de la fe, o sea, de la acogida de esta Palabra de salvación. No hay paralelismo entre los dos bautismos. Lo que hay es relación, la que se da entre una epifanía, una manifestación, y la recepción, la acogida de la epifanía.

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5
Ene
2009
El silencio del emperador
1 comentarios

Dentro de unos días tomará posesión el nuevo emperador Barak Obama. ¿Irá a adorar al niño, cual nuevo Rey mago, para volver luego a su casa por otro camino? Están por ver esos nuevos caminos que muchos anhelan que sean de paz, justicia y solidaridad. Para empezar, su silencio clamoroso ante los bombardeos sobre Gaza y la actual invasión, ha hecho rebajar las expectativas. Cierto: él todavía no puede hablar como Presidente. ¿Y qué? ¿No ha hablado como candidato a presidente durante largos meses? Y una vez elegido, ¿no se manifestó a propósito de la crisis económica o de las ayudas a la industria automovilística? Pero, claro, no es lo mismo comprometerse a favor del gran capital que comprometerse a favor de la paz. Lo primero es siempre rentable para el poder. Lo segundo, depende. En ocasiones el poder se mantiene mejor con guerra que con paz. Porque el poder es la otra cara de la economía. Y la guerra favorece el suculento negocio de la venta de armas.

Por sus frutos les conoceréis, dijo Jesús, que desconfiaba enormemente del poder y del dinero. Mirándole a él nos queda una esperanza: lo vulnerable y vulnerado es visitado por Dios. Esta esperanza nos impele a cada uno de nosotros, según la medida de nuestras posibilidades que, a veces, son más de las que imaginamos, a ser constructores de paz, a abrazar lo pequeño y acompañar lo que está roto. Ante la desgracia ajena lo humano no es el silencio. Lo humano es llorar, pero levantando la voz. Humano es también confiar en que Alguien acunará las zozobras, pero poniendo nosotros las manos en la cuna, porque ese Alguien sólo actúa a través de nuestras manos.

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