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Odiado sin motivo
4 comentariosSegún el cuarto evangelio Jesús se encontraba con sus discípulos en un huerto cuando unos guardias armados fueron a prenderle. Los discípulos intentaron defenderle. Pedro llevaba una espada, la sacó e hirió a uno de los que iban a prenderle. Entonces Jesús reaccionó de forma tajante y dijo a Pedro: “vuelve la espada a la vaina”. Por otra parte, Jesús se dirigió a los que iban a prenderle y les dijo: “Si me buscáis a mí, dejad marchar a estos”.
Jesús evita radicalmente todo conflicto entre sus discípulos y los soldados que van a detenerle. Por una parte, no quiere ningún tipo de defensa violenta. Porque una defensa así, hubiera provocado una reacción si cabe más violenta, desencadenándose una espiral de violencia. La violencia solo se para cuando uno se niega a responder violentamente. Jesús no acepta represalias. Por otra parte, Jesús evita el conflicto entre sus discípulos y sus enemigos dejándose prender y facilitando, de esta forma, que sus discípulos puedan marcharse.
Antes, en la cena de despedida con sus discípulos, Jesús había proclamado: “me han odiado sin motivo”. Jesús siempre ha buscado el bien de todas y de cada una de las personas con las que se encontraba, sin discriminar a nadie, haciendo el bien a judíos y paganos, a enfermos y sanos, a pobres y ricos, en definitiva, a todo tipo de personas. Su vida siempre estuvo guiada por el amor. En el momento en que van a prenderle, el amor sigue siendo el objetivo de su vida. Al evitar cualquier respuesta violenta por parte de los suyos, Jesús ratifica el “sin motivo” del odio que le profesan sus enemigos. El ama a sus enemigos. Son sus enemigos los que no aman a Jesús. Pero no tienen ningún motivo para no amarle. Más bien, tienen muchos motivos para amarle. Así el odio pierde toda razón. Se convierte en un desvarío incomprensible y en un absurdo total.
Jesús, entrega su vida, precisamente para evitar todo conflicto entre unos y otros. De este modo, Jesús entrega la vida “por todos los hombres para el perdón de los pecados”. Por todos: muere por sus enemigos, evitando que sus discípulos puedan matarles en legítima defensa; y muere por sus amigos, evitando también que ellos puedan morir al defenderle. Es el colmo del amor. Es el amor sin medida. Es el amor hasta el extremo. Solo un amor así puede salvar. Salvar a los unos y a los otros, a los amigos y a los enemigos.
En este mundo hay mucha violencia. Y, desgraciadamente, hay violencia que pretende justificarse en nombre de Dios. Pero en nombre de Dios no cabe ninguna violencia ni ninguna represalia. Hay que buscar modos de resolver los conflictos y desavenencias sin armas en la mano. Viendo como ama Jesús, queda claro que eso de amar como él ama no es nada sencillo. Pero es el único camino que procura la paz.