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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

20
Dic
2015

No me dejaban votar

12 comentarios

Así, como suena. Por dos veces he ido a mi mesa electoral, una vez con el D.N.I. y otra con la tarjeta censal, y no me dejaban votar. Decían que no estaba en la lista. Me decido a interrumpir mis reflexiones teológicas sobre la Navidad para contar la pequeña anécdota personal del día en el que los ciudadanos están convocados a las urnas.

Después de desayunar, sobre las nueve de la mañana de este soleado domingo en la ciudad de Valencia, voy al colegio electoral. En la mesa que me corresponde votar hay tres varones relativamente jóvenes (no creo que el mayor tuviera muchos más de cuarenta años) que, me imagino, tendrían estudios universitarios. Enseño mi D.N.I. y me dicen que no estoy en la lista. Añaden: quizás en la mesa de enfrente. Voy a la mesa de enfrente y tampoco estoy en la lista. Pregunto si hay listas censales para consultar: me dicen que no, por motivos de protección de datos. Bueno, espero que sea regular eso de que en los lugares de votación no haya una lista pública para que los votantes puedan consultar.

Regreso a mi casa. Cojo la tarjeta censal. Regreso, diez minutos después, a la primera mesa. Muestro bien visible la tarjeta censal. Uno de los señores de la mesa me mira sorprendido. Yo le digo: “¿no se acuerda de mi? Hace diez minutos estaba aquí y no me han dejado votar”. Me dice: bueno, yo me ocupo de las urnas. El que se ocupa de los D.N.I. es mi compañero. Voy al compañero, sigo mostrando la tarjeta censal y repito: “¿no se acuerda de mi?”. ¡Claro que se acuerda! Me mira, vuelve a buscar en la lista y me repite: “lo siento, pero no está usted en la lista”.

Como yo sigo mirándole, incrédulo, me dice: puede comprobarlo usted mismo. ¡Pues menos mal! ¡Dentro de lo que cabe, este señor ha sido amable y ha tenido un poco de sensatez, porque quizás otro hubiera mantenido que si él decía que mi nombre no estaba, es que no estaba! Tomo la lista del señor de la mesa. Estaba mirando en una página alejada de mi apellido, en la “M”. Mi apellido empieza por “G”. Me dedico a pasar páginas hasta que encuentro mi apellido y se lo señalo con el dedo. El señor de la mesa no sabe qué decirme. Yo le digo: “¿Y si viene una persona que no sabe expresarse bien o que tiene dificultades para leer o que no tiene costumbre de consultar listas alfabéticas?”. Entonces, a modo de explicación, me dice: hemos confundido su nombre con su apellido. Le digo: eso no es normal. ¿Y si viene una persona un poco tímida o con dificultades? Pues ocurre que se queda sin votar, porque unos señores universitarios de la mesa electoral confunden los nombres con los apellidos.

Si alguien me pregunta de qué mesa estoy hablando no lo voy a decir. Yo soy así de elegante. Eso que escribo aquí no sirve más que para divertimento de mis lectores. Espero que los votos sirvan para algo. Aunque tengo mis dudas. Dentro de dos o tres días sigo con mis reflexiones navideñas.

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Prof. José F. Ballester-Olmos y Anguís
20 de diciembre de 2015 a las 14:11

¡Ay, querido y sabio Padre Gelabert¡ Ya sabe: "Quod natura non dat, Salmantica non præstat", y se lo digo después de casi cuarenta años de intentar enseñar en la universidad.Pero, ¿que le voy a decir a Vd. que no sepa de esto?

Decía Churchill
20 de diciembre de 2015 a las 15:27

«El mejor argumento en contra de la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante medio».

Aquí hay gente que se hace el sueco, que dicen que eso lo lleva mi compañero, vamos, que no me moleste. El otro que habla de la ley de protección y que no hay listas, el otro que sí, que las mire, dejando por mentiroso al otro, los otros y los mismos que no saben leer un DNI ni una tarjeta de censo, vamos, que nadie hace nada por ayudar a una persona a que ejerza un derecho. Bien, está claro. Los derechos de Martín (Nombre), Gelabert Ballester (Apellidos) no les interesan a los encargados de las mesas y los garantes de la democracia en ese colegio. Qué miedo me da todo este tinglado.

Martín Gelabert
20 de diciembre de 2015 a las 19:07

Por algunos comentarios que hay en mi facebook parece que a otras personas les ha ocurrido algo similar. Me pregunto si, en las próximas elecciones, habrá que hacer una campaña ciudadana para que pongan unos carteles bien visibles en los Colegios electorales para avisar a la gente. Pero, sobre todo, para que en el libro de instrucciones que se envía a los señores y señoras de las mesas, les expliquen la diferencia entre nombre y apellidos. En fin, una pena.

Fr. José Alberto Oliveira, op
20 de diciembre de 2015 a las 19:07

Sic transit gloria mundi.

Anonima
20 de diciembre de 2015 a las 20:41

Pienso que hay algunos bastante incompetentes. Usted puede asistir al recuento de votos, sería cuestión de que se lo planteara ya que igual se equivocan contando. Alguien así de responsable como usted hace falta en las mesas. Para que no nos engañen. La verdad es que los resultados están muy interesantes. Nos jugamos mucho en las urnas.

Antonio Saavedra
21 de diciembre de 2015 a las 00:33

Creo que es conveniente conocer las dificultades que pueda haber en estos casos, pero lo que no es de recibo es esa ignorancia, o incluso mala fe, de los ciudadanos que deberían cuidar del buen desarrollo de la jornada.
¿Hará falta un examen de lectura y comprensión?
P.S.: Este problema no es culpa de los políticos, sino de unos ciudadanos que tal vez se quejan de lo mal que trabajan aquellos.

Anónimo
21 de diciembre de 2015 a las 07:00

Nos ha dado a todos una lección de sabiduría democrática, y de paciencia cristiana en tiempo de Adviento. Hay que seguir insistiendo en la consecución de un fín cuando se tiene la convicción profunda de que es verdadero, y saber que nada ni nadie puede conculcar el derecho a ejercer el voto en unas consultas democráticas. Gracias por depositar su voto, P. Martín.

Algunos llevan su designación a estar en una mesa electoral no como un servicio democrático en un día tan importante para todos, sino como un “me han pringao el día de fiesta”. Falta introyectar el verdadero sentido de la democracia, que somos todos, y del significado del servicio público. Y un paso más allá del amor empático –y cristiano- por el otro. Afortunadamente la mayoría han cumplido con su cometido de forma eficaz y servicial incluso con alegría, con una sonrisa. En mi mesa electoral se palpaba ya a primera hora el buen ambiente, la alegría del equipo que constituía la mesa electoral. Ha costado mucho poder votar en paz y libertad. Quizá algunas generaciones desconocen de dónde venimos. Ya nacieron en tiempos de urnas libres.

Las urnas han hablado. Y piden a nuestros representantes políticos, amplitud de miras diálogo, tolerancia. Gestionar el Bien común teniendo en cuenta a las personas. Es tiempo de la Política en sentido profundo y generoso.

Quela Luz de Navidad nos ilumine a todos. Paz y Bien.

Anónimo
21 de diciembre de 2015 a las 07:55

Ah!, querido P Martín. Una mujer seguro que le hubiera solucionado la situación. Incluso con menos estudios. El cuidado, el servicio, la atención por el otro, la ternura, la constancia la responsabilidad. Valores que las mujeres ejercen en el ámbito privado, y que ya hay voces que reclaman que se trasladen también a la política. Dos de las voces emergentes en política son mujeres. Y están demostrando que saben gestionar con eficacia, pensando en las personas.
Mujeres como ellas habrían mirado y remirado las listas, subsanando el error humano, y no habrían permitido que usted volviera a casa. Respeto. No habrían permitido que un voto se perdiera. Porque saben lo que vale el pan. Y el valor del voto personal e intrasferible. Su voto. Gracias por compartir su experiencia. El revulsivo de las urnas, nos pide una regeneración democrática. Entre otras cosas, para que en las próximas elecciones sea atendido en su mesa electoral con el respeto que merece su persona y su voto.

Anónimo
21 de diciembre de 2015 a las 16:19

Hermana de los ancianos desamparados, presidenta de mesa en las elecciones de ayer en Teruel. Normalidad en el ejercicio de sus funciones. La pena es que aún sea noticia que una monja ejerza sus funciones ciudadanas sin incidencias. ( RD)

Fray Martín, ójala hubiera sido su presidenta de mesa esta venerable hermana. Y no se lo tome usted por lo de anciano y desamparado, aunque hay situaciones que nos hacen sentir tan... :-))

turolense

Qué distinto hubiera sido si...
21 de diciembre de 2015 a las 20:41

Sin duda la solución aportada por el comentarista ([Anónimo] , 21/12/2015 6:55:43) hubiera ayudado al padre Martín. Porque sin duda que las mujeres son un modelo, lo estamos viendo. En Madrid la alcaldesa Carmena propone con esa "ternura" que usted dice, comentarista, que mis hijos recojan colillas del suelo, mientras que la "ternura y la constancia de la responsabilidad" se ve también en como en sujetador entran en una capilla católica en la universidad complutense de Madrid. Y para más continuar con ese plus femenino, Águeda Bañón es una especialista como meona en la calle de darnos a todos una muestra de lo "que vale el pan", citándole de nuevo. Sin duda, Anónima de las 6:55:43, una "regeneración" que el padre Martín agradecerá. Está claro que estas grandes mujeres actuales de la política le habrían ayudado al padre Martín por su "cuidado, el servicio, la atención por el otro" tan típica de estas mujeres. Sigo citándole, querida, "voces emergentes en política". "Y están demostrando que saben gestionar con eficacia, pensando en las personas". Gracias a Dios que todas las mujeres no nos parecemos a ellas.

Anónimo
22 de diciembre de 2015 a las 18:34

En la línea de divertimento de Fr. Martín en este post, y eludiendo lenguaje zafio, y aires rancios que de repente han quedado muy viejunos, con la elegancia natural de su autor.
Finezza, cintura y diálogo, que el tiempo ya no es de mayorías absolutas, sino de absolutas minorías. Un examen de democracia profunda nos convoca a todos. Y si revisamos hemerotecas unos y otros llevan su pasado en la mochila. No sirve rigideces prepotentes porque la nueva transición demanda actualizar contenidos y formas. Y nadie somos imprescindibles.

Ejercitemos el espíritu navideño de concordia y empatía. Tregua de Amor para un largo camino.

Feliz Navidad

Carlos Llorens
28 de julio de 2020 a las 17:23

Querido ex profesor:
Aunque acostumbrado a las "realidades teológicas", entiendo que para usted las "realidades mundanas" puedan parecerle un divertimento. Créame, para los que estamos más acostumbrados a las "realidades mundanas", éstas acaban por irritarnos, a veces de forma desesperante.
Un saludo.

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