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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

13
Abr
2014

Negación de Pedro, traición de Judas

14 comentarios

Hay algo en común en la negación de Pedro y en la traición de Judas, aunque evidentemente lo común no quita las diferencias. Y las diferencias son las que hacen que no podamos situarlas al mismo nivel, ni tengan las mismas consecuencias. Pedro y Judas han sido grandes amigos de Jesús. Cuando las cosas vienen mal dadas, Pedro le niega, pero lo hace tan mal, que se nota que es de los suyos (Jn 18,17.25-27). Niega a disgusto, niega de mala gana. Niega, pero se nota que no está cómodo con la negación. Hay dos maneras de pecar: a gusto y a disgusto. Solo cuando aparece el disgusto en el pecado, hay posibilidad de arrepentimiento y de conversión. El disgusto puede aparecer en el mismo hecho del pecado o después. En el caso de Pedro se diría que aparece en el mismo pecado. Ojalá que todos mis pecados fueran así.

Judas vende a Jesús, le traiciona. Y, sin embargo, poco después se arrepiente. Se da cuenta de lo que ha hecho, y eso le desespera. Como está desesperado, acaba quitándose la vida (Mt 27,3-5). Una tragedia por un doble motivo: por lo que le hace a Jesús y por cómo lo que hace le afecta hasta el punto de quitarse la vida. También ahí encontramos un atisbo de arrepentimiento, que no está bien conducido ni orientado. El darse cuenta del horror del pecado cometido, en vez de conducirle a pedir perdón, le conduce a la desesperación. No sabe ver, como Pedro sí lo hizo, el amor que brota de Jesús incluso cuando le traicionamos. Fue no ver el amor, que de todas formas ahí estaba y ahí siguió siempre, porque los amores de Dios y de Jesús son permanentes e irrevocables, lo que condujo a Judas a la desesperación. Es otro modo de enfrentarse con el pecado.

Mantenerse fieles a Jesús no siempre es fácil. Pedro tuvo miedo y le negó. Judas se decepcionó y le traicionó. Pero lo importante es que Jesús amaba a uno y a otro. Los seguidores de Jesús debemos cada día recordar su gran amor, para que nuestras caídas no nos hundan. Con Jesús siempre es posible volver a empezar.

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maría
14 de abril de 2014 a las 19:46

Ver "No hay paredes Jesús Adrián Romero El amor to…" en YouTube - No hay paredes Jesús Adrián Romero El amor to…: http://youtu.be/I8ywU_1jIqU

anonimo
15 de abril de 2014 a las 12:05

Cuanta razón tiene el P. Martín.Mantenernos fieles siempre a Jesús no es facil. Pero cuando vives y sientes el amor que nos tiene el señor, te anima a seguir caminando , apesar de nuestros pecados, y nuestras negaciones.

Pepe E.
15 de abril de 2014 a las 14:23


Martín: Lo seguimos traicionando cuando buscamos una Iglesia triunfal, dominadora,
poderosa. Lo traicionamos cuando lo dejamos abandonado en la persona del pobre, del desahuciado, de tontos marginados...cuando no somos valientes para denunciar públicamente las injusticias.

Juan
15 de abril de 2014 a las 17:53

Tanto si fue un hecho histórico, o una reflexión teológica posterior inspirada por el Espíritu, el relato evangélico de la negación de Pedro y la traición de Judas nos recuerda que todos tenemos un papel que desempeñar en la Historia de la Salvación, los Apóstoles en su tiempo y nosotros en el nuestro. Gracias fray Martín y comentaristas, y felices Pascuas.

Valero
15 de abril de 2014 a las 18:24

Pedro tuvo la humildad de aceptar el perdón de su maestro, pero Judas no pudo perdonarse su traición. No es tan sencillo aceptar la gratuidad del perdón, no es fácil aceptar nuestra condición de pecador porque rompe nuestro proyecto de cristiano coherente y nuestro orgullo se revela. Ese es mi combate diario: aceptar que soy barro y que vivo del perdón de Dios y que de la misma manera que a mi se han perdonado diez mil talentos, yo he de perdonar los cien denarios.

ISABEL
16 de abril de 2014 a las 13:07

Si sigo a Jesucristo y estoy en la IGLESIA, es porque me he sentido muy amada por EL y perdonada en todos los momentos desafortunados, en que le fuí infiel.este recuerdo, es el que me hace feliz y agradecida, en este seguirle cada día.Gracias por recordarmelo con estos relatos evángelicos....UN abrazo en Jesucristo.

Anónimo
16 de abril de 2014 a las 22:04


La misericordia de Dios es más grande que el orgullo malherido.¡ Quien sabe de ese encuentro de Jesús resucitado con las almas enfermas, desesperadas y suicidas. ¿ Cómo no iban a tener ese último encuentro en brazos de la Ternura Infinita ?. Un recuerdo especial por quienes en su calvario personal no supieron o pudieron ver y esperar al final del tunel el gozo pascual en Cristo Resucitado.

Anónimo
5 de noviembre de 2015 a las 18:40

LA NEGACIÓN DE PEDRO Y LA TRAICIÓN DE jUDAS SE PRESENTA A DIARIO CON NUESTRAS MALAS DESICIONES.....LA NEGACIÓN DE UN HIJO NO NACIDO...LA NEGACIÓN DE LOS HIJOS NO RECONOCIDOS POR SUS PADRES....Y LAS TRAICIONES ...AL VÍNCULO MATRIMONIAL...AL AMIGO QUE TE CONFIÓ UN SECRETO Y QUE LO DIVULGASTE, DESCUBRIENDO SU DESNUDEZ.....EN SI LOS GRANDES CONTRASTES DE NUESTRA VIDA, pero Dios en su infinita misericordia nos extiende la mano para levantarnos como el ave fénix, El no quiere que su creación se pierda

Maria V. Mogort
9 de abril de 2017 a las 15:56

Maravilla de reflexión. Cada vez que veo un cuadro de la Última Cena, todos con su corona a excepción de Judas, me entra pesar. El amaba a Jesús. Esperaba a un mesías guerrero para recuperar su tierra, su raíz, su identidad...y le tocó ser el protagonista de la peor escena. Si no hubiera sido Judas, hubiera sido otro. Judas está en el cielo con su Rabí Jesús, el Cristo

Antonio López Sernández
14 de abril de 2019 a las 08:55

Bella conclusión, P. Martín Gelabert. O.P. en esta reflexión. Destaco el final:
“Mantenerse fieles a Jesús no siempre es fácil. Pedro tuvo miedo y le negó. Judas se decepcionó y le traicionó. Pero lo importante es que Jesús amaba a uno y a otro. Los seguidores de Jesús debemos cada día recordar su gran amor, para que nuestras caídas no nos hundan. Con Jesús siempre es posible volver a empezar”.
¡Cuántas veces decepcionamos al Señor con nuestras faltas de amor, con nuestras traiciones, con nuestros pecados! Pero el Señor, como Padre clemente, como Hijo que se encarna y muere por amor, y como Espíritu de Amor, está siempre, como el Padre misericordioso del hijo pródigo, con los brazos abiertos para recoger y estrechar al hijo descarriado, a la oveja perdida.
Adoremos y confiemos en el Señor que perdona siempre y ama sin límites. ¿Cómo es posible que nosotros, pecadores, podamos renunciar a ser estrechados por estos brazos amorosos, paterno-maternales? Como Padre amoroso está esperando el retorno del hijo pródigo.
Pedro tuvo miedo y negó a Jesús. Pero supo confiar en el Maestro y volvió a Él arrepentido y con mayor fuerza de amor y entrega. La desconfianza en el perdón hundió a Judas. No vio o no quiso ver la mirada compasiva y comprensiva de Jesús.
Seamos “Pedro” en nuestra flaqueza. Confiemos en el Señor que perdona siempre. Comenzamos la Semana Grande. Abramos nuestro corazón y dejemos entrar al Señor que sufrió y murió por todos nosotros, pero no quedemos en la Cruz. Centrémonos en el triunfo de la Resurrección, en la Vida sobre la muerte, en la Gracia sobre el pecado.
¡Arrojémonos confiados en los brazos del Señor del perdón, que nos ama sin límites!

Rhina
18 de abril de 2019 a las 05:30

Gracias por esta explicación tan clara. Nos muestra dos maneras de reaccionar ante el pecado que cometemos. Judas se desesperó al ver lo que había hecho, no vio como Pedro vio, el amor de Jesús.

B.P
5 de julio de 2019 a las 10:10

Y si en realidad el que traiciono a Jesus fue Pedro el cual comvencio a Judas para que sea el que traicionara prometiendole una vida de riquesa y poder ya que Pedro vio en el cristianismo una oportunidad ya que vio a dms gente que seguia esta religion y sabia que solo con jesus muerto el podia usar su nombre para seguir teniendo poder en el pueblo cristiano ...

MariaC
14 de septiembre de 2019 a las 15:29

Buenos días.
Me hizo llorar el ver que Judas se suicidó, nunca lo había visto así, tal vez porque la religión siempre me enseñó a ver a Yudas como alguien abominable, como si ningún ser humano hubiera estado y fuera a estar traicionando a Jesús de esa forma. ( la respuesta la dejo a la libertad de cada uno ).

Es curioso como mutilamos a veces la Palabra robándole el sentido verdadero, cuando el Señor le dijo al joven rico que vendiera todo y todos conocemos ese pasaje, verso seguido dice: " pero, lo que es imposible para el hombre es posible para Dios" Aquí estaba la esperanza de Yudas. Yudas servía al dinero, pero Dios Padre lo hubiera podido rescatar, tal vez fue su visión, no sé? quién sabe?

Y lo más extraordinario ( para mí ) es que a ambos el Señor les advirtió, y siendo tan diametralmente opuestos ( el obrero indocto y el contador refinado ) el Señor Jesús les advirtió de maneras diferentes: a Pedro se lo dijo directamente, tal y como su amigo mismo hablaba, fue una manera de consolarlo, Jesús sabía que Pedro no sabía desempeñarse socialmente y que tal vez por eso iba a tropezar, pero conocía su corazón, su fortaleza ( no sé ). Yudas tal vez no hubiera resistido una revelación tan directa? Jesús los confrontó a ambos con su realidad: Ambos lo seguirían necesitando aunque El ya no estuviera con ellos, ambos necesitaban CREER todo lo que El les había enseñado, pero sobre todo: los capitulos 15 en adelante de Juan.

Aquí venía su prueba para revelar su corazón, y eso se ve al otro lado de la prueba no en la prueba misma, pues al pasarla es cuando se limpia nuestra conciencia y nuestro corazón, no somos los mismos. Por eso Pablo habló de las conciencias cauterizadas, pasar y pasar por las pruebas sin ningún cambio, por el contrario, " un entrenamiento" para seguir pecando sin ningún sincero arrepentimiento, solo un vano y vil remordimiento.

Aprendamos la lección: humillémonos bajo la mano poderosa de Dios para que El nos exalte a su debido tiempo, como hizo con Pedro. Sean bendecidos y transformados en el nombre de Jesús amado nuestro, señor nuestro.

Ramón
23 de julio de 2024 a las 18:07

Remoldimiento define la acción de Judas

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