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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

12
Jul
2014

Nada más delicioso que el prójimo

5 comentarios

El análisis que hacía en el post anterior es incompleto. En realidad el ser humano es una mezcla compleja de sentimientos y tendencias. Está sometido a múltiples solicitaciones, unas buenas y otras malas. Quizás es más fácil hacer caso de las malas. Pero cuando uno ha podido ver en sus padres o en sus maestros muestras de generosidad, se ha dado cuenta que tales actitudes enlazaban con sentimientos muy profundos de su ser. El egoísmo es una tendencia que nos acompaña siempre, pero hay otras tendencias que anidan en nosotros y contrarrestan los impulsos egoístas. La compasión también es un sentimiento natural. Cuando yo veo la desgracia del otro, siento que eso mismo podría ocurrirme a mí. Esta reflexión me ayuda a sentir la dolencia del otro como algo propio, a mirarle con simpatía.

El rostro sufriente nos interpela. Yo puedo negarme a responder ante este interpelación. Cuando un pobre, un enfermo o un emigrante, llama a mi puerta, yo puedo negarme a responder, o responder con un portazo, o mirar para otro lado. Pero puedo también dejar lo mío para atenderle. Eso es exactamente amor: dejar lo mío para atender lo ajeno. A veces pensamos que el amor es un sentimiento. Sin duda hay sentimiento en el amor. Pero si lo reducimos a sentimiento, entonces el amor es muy limitado: los que no me caen bien, no pueden ser objeto de mi amor. Cuando entendemos el amor como sentimiento, pensamos que amar es sencillo: basta encontrar alguien que me guste. Pero en realidad el amor es una aptitud y una actitud. Porque es una aptitud puedo concretarla en actitudes. Y porque es una aptitud puede cultivarla y mejorarla. Ya no se trata de encontrar a alguien que me guste, sino de decidirme a poner en práctica mi capacidad de amor.

Dejar lo mío para acoger al otro es amor. Y eso es humano y es divino. Toda persona debería plantearse esta pregunta: cuándo somos más humanos, ¿cuando amamos o cuando odiamos? El evangelio ilumina la actitud de amar con esta palabra: el que pierde su vida por el otro, ese la gana. En el dejar lo mío parece que hay una pérdida. En realidad, el evangelio nos descubre que ahí está la máxima ganancia. En el amor todos salimos ganando. Y cuando ganamos nos sentimos a gusto, estamos contentos. La ganancia del amor produce alegría y resulta deliciosa. Algo de eso insinuaba el salmista cuando afirmaba que vivir los hermanos unidos es una dulzura y una delicia.

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Luciana
12 de julio de 2014 a las 20:23

No es fácil que todo prójimo nos caiga bien,pero si hay amor, sí hay amor, sí puede ser fácil ofrecerle tu compasión,ayuda y tiempo con generosidad.Todo esto lo dices P.Martin en este post.El Amor lo recibimos, a pesar de que al prójimo concreto,lo rechazo,el Amor recibido supera el rechazo y,puedo ofrecerme totalmente a darle mi servicio y a poner en él mi capacidad de Amor recibido.
Gracias P.Martin.

Antonio López Sernández
12 de julio de 2014 a las 21:59

Totalmente de acuerdo, P. Gelabert. El amor supera el sentimiento. Cuando ayudamos a un pobre, a un enfermo, a alguien que puede causarnos un cierto rechazo sentimental, entonces el amor se convierte en donación. No creo que se sienta un gran sentimiento de atracción hacia una persona que sufre una enfermedad repulsiva. Entonces es cuando se puede mostrar un amor inmenso. Hasta el punto de llegar a exponerse al contagio e incluso la muerte. ¡Y todo por entrega, por amor! Esa es la belleza inmensa del amor auténtico. Entonces el sentimiento de compasión o simpatía se convierte en un “padecer-con”, por amor.

Wilson Rodríguez
13 de julio de 2014 a las 20:52

Ya lo expresó Benedicto XVI " El mayor acto de caridad es la predicación".¿Cómo entregar esta Predicación,(Kerigma), para que de ese fruto de arrepentimiento que conduce a querer morir al pecado, como no amar al amor? ¿Cómo preparar la escucha, cuando se teme al amor crucficado,de cuyo perdon brota la aptitud para amar?" En el "Sentido de la Cruz de Cristo", el o.p.Martín Gelabert, se dona más, diría que allí el noble frayle es predicante-y en en texto del prójimo algo psicologizante.Jesucristo interpela primero a la libertad de la fe: "sufrir por amar al otro, es bello a los ojos de Dios."Dice la E. de San Pedro. Esta nueva estética salvará a la humanidad". Mucho aprendo del ilustre domimico. ¡Gracias por corregirme, dado el caso!

Valero
14 de julio de 2014 a las 11:50

O dicho de otra manera: Amar significa que el otro es más importante que tú. El amor es la paradoja más grande del universo, ya que la máxima plenitud de vida que puedo alcanzar en esta vida, es morir a mí mismo para que el otro viva. Este morir duele y asusta,pero una vez en él, tu vida adquiere sentido y plenitud. Gracias Martín porque tu palabra y tu predicación, rebosan amor al amor.

Anónimo
17 de julio de 2014 a las 19:57

Wilson La Paz contigo y con Cristina: Te agrego esta aclaración.

"Transmitir a las generaciones futuras el amor a la belleza que, como escribe Dostoievski, "salvará al mundo" (El idiota, p. III, cap. V)."

Esta frase: “El mundo será salvado por la belleza” sabéis que es de una obra llamada “El idiota”, de Dostoievski. Hay un momento en el que el príncipe Vladimir dice que la belleza salvará al mundo, y le preguntan ¿qué belleza? ¿Cuál es la belleza que salvará al mundo? Y Dostoievski responde que no existe en el mundo mayor belleza que Cristo. Cristo salvará al mundo. ¿Cuál es la belleza que salvará al mundo?

De la Catequesis de Kiko Arguello sobre...Os enseño este canto "Hermosa eres amiga mía" y después proclamaremos el kerygma de San Pedro, que tiene el poder, porque va acompañado del Espíritu Santo, de embellecernos, de transformarnos, de hacernos los ojos como las piscinas de Jesbón, de hacer nuestros pies como de las hijas de un príncipe que va a anunciar el Evangelio, nuestra cabeza como el Monte Carmelo, etc. Describe la obra que está haciendo en nosotros el Espíritu Santo. Kiko...

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