Jun
Milagros de Jesús
2 comentariosNo hay duda de que Jesús de Nazaret realizó una serie de hechos asombrosos que sorprendieron a sus contemporáneos. Pero lo importante de los milagros de Jesús era su intencionalidad, lo que ellos significaban y a lo que ellos llamaban. Es llamativo que Jesús no realice milagros en beneficio propio o como ostentación o castigo, o sea, hazañas gratuitas que no tendrían eficacia salvífica. Jesús siempre busca el bien de los más necesitados. Y sus milagros son signos del Reino y buscan suscitar la fe. Los milagros de Jesús tienen un sentido muy distinto de otros narrados por la literatura judía o griega de la época.
No parece que hoy sean los milagros de Jesús lo que más llama la atención de la gente, sino su mensaje salvífico. El Sermón de la montaña, su muerte, su resurrección, eso es lo que resulta llamativo y eso es lo que hoy llama a conversión. Con esto no quiero decir que Jesús no realizase una serie de hechos que entonces se tenían como milagrosos. Pero sí digo que no hay que dar una importancia desmesurada a esos milagros y, mucho menos, sacarlos del contexto en el que ocurrieron o desligarlos de su sentido salvífico, en unos casos, y catequético en otros. El mismo Jesús pide a algunos de los beneficiarios de su actuación benéfica que no lo pregonen. Lo que importa pregonar, entonces y ahora, es que el encuentro con Jesús ha cambiado la vida y la ha llenado de alegría.
El milagro solo puede entenderse y percibirse desde la fe. Una curación puede imponerse como un hecho, pero no como un signo divino. El milagro es un signo que no fuerza a la fe, la pide y la confirma. Quien tenga una visión creyente del universo descubrirá más fácilmente la finalidad del signo. Hay acontecimientos que por su rareza, por la sorpresa y admiración que causan y por el ámbito en el que ocurren, nos hacen caer en la cuenta de la grandeza de ciertas personas, o de su santidad y del poder de la oración, en el caso de la persona religiosa.