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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

3
Feb
2015

La fe como apertura a la cultura

2 comentarios

Hablando de la fe como apertura hay otro aspecto que no conviene olvidar. Me refiero a la apertura de la fe a la cultura. La fe en Dios es algo personal, pero no privado. La fe no puede esconderse, debe transmitirse. Hasta el punto de que quién no confiesa la fe, es porque no cree. La fe privada es una falsa fe, una incredulidad escondida. Ahora bien, si la fe debe confesarse, o sea, proclamarse y publicarse, debe hacerlo con un lenguaje inteligible. Porque si lo que proclama la fe no se entiende, es como si no se proclamase o como si se quedase en algo privado.

Hemos dicho que la confesión, la publicidad, no es algo optativo, sino esencial a la fe. Por tanto, para que la fe cumpla su pretensión debe proclamarse en el lenguaje que el mundo entiende. Para eso hay que servirse de la cultura, de los símbolos, de las imágenes de la gente a la que nos dirigimos. Si la fe está abierta a todos los seres humanos, entonces es importante preguntarnos por los métodos y lenguajes más adecuados para que pueda llegar a cada uno. Una precisión importante: para transmitir la fe no basta la buena voluntad del testigo. Y, desde luego, no cabe pretender que sea el oyente el que debe adaptarse a nuestra jerga eclesiástica. Al contrario: el que debe adaptarse al lenguaje del mundo es el testigo de la fe.

Ahora bien, si el lenguaje de la fe debe abrirse a la cultura de los destinatarios, no es menos cierto que la fe también pretende renovar la cultura. La fe busca un intercambio con la cultura, una mutua apertura. Si la fe debe abrirse a la cultura para poder llegar a los destinatarios, también la cultura es invitada abrirse a la fe. En todas las culturas hay elementos positivos, pero también los hay negativos. El ser humano se encuentra ante múltiples solicitaciones, y no todas son buenas. Y, a veces, se deja arrastrar por las malas solicitaciones. Ante una cultura como la nuestra, en dónde parece que todo gira alrededor del dinero, que produce corrupción y mentira en todos los sectores de la sociedad, la fe cristiana tiene una palabra crítica que decir. La fe cristiana, aceptando y potenciando lo mejor de cada sociedad y de cada cultura, también busca renovar la cultura y llevarla a cotas más altas de humanidad, que es lo mismo que llevarla a cotas más cercanas a lo divino.

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Antonio López Sernández
4 de febrero de 2015 a las 14:34

Escribe el P. Gelabert: "... hay que servirse de la cultura, de los símbolos, de las imágenes de la gente a la que nos dirigimos. Si la fe está abierta a todos los seres humanos, entonces es importante preguntarnos por los métodos y lenguajes más adecuados para que pueda llegar a cada uno". La fe es apertura. Debe ser compartida. Tenemos que acoplarnos a la cultura de un pueblo, siempre que no vaya contra el amor. Es interesante cómo se celebra la Semana Santa en Andalucía. Soy leonés. pero vivo en la tierra del Sol y la alegría. Cuando me puse en contacto con las celebraciones (portadores, costaleros, velas, saetas que rompen el dolor en "quejío", sentidas, mujeres descalzas, fe popular...), me sentí al principio extraño, después anonadado. ¡Impresionante! A Dios hay que llegar con lo que nos rodea, a partir de nuestra situación, en comunidad hermanada. Y si estamos en otras culturas, es necesario partir de su realidad cultural, enriqueciéndola con el Mensaje Evangélico

Antonio Saavedra
5 de febrero de 2015 a las 00:35

Gracias, Martín por ese resumen: "La fe en Dios es algo personal, pero no privado". Me parece una distinción importante y vital, pues entiendo que es un error plantear la fe como una creencia colectiva de la comunidad, sin una adhesión personal previa de cada uno. Así, parece que la confirmación sirve para "fichar" a nuevos fieles sin necesidad de que haya una declaración madura de fe del neófito.
P.S.: Gracias, Antonio López, por ayudarme a comprender la religiosidad andaluza, tal vez porque no me he visto inmerso en esos ambientes.

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