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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

6
Jul
2010

La eucaristía, ¿diaria o semanal?

11 comentarios

La Iglesia, desde tiempos antiguos, celebra cada domingo el misterio pascual. El domingo es el día de la Eucaristía, sacramento pascual por excelencia. ¿Por qué entonces se celebra diariamente? Al principio de la Iglesia no era así. Fue a partir del siglo VI cuando la misa, de semanal, se volvió diaria. En cierto modo la eucaristía perdió su carácter primero de conmemoración del día aniversario de la resurrección del Señor para responder a las necesidades de los fieles, que demandaban misas por el deseo de obtener la compensación de las penas debidas a los pecados y a la angustia del más allá. Probablemente la oración por los difuntos, vinculada a la creencia del purgatorio, también debió influir en este cambio de perspectiva. Poco a poco la Iglesia fue regulando estas misas con intenciones particulares, sobre todo por los difuntos, llegando a legislar lo que el sacerdote podía aceptar como limosna por esta intención y cuántas intenciones podía cobrar cada día.

A lo largo del siglo VI se produjo otra evolución referente al sacramento del bautismo, bajo la influencia de ideas similares, esta vez concretadas en la doctrina del pecado original. Se generalizó la práctica de bautizar a los niños recién nacidos, considerada necesaria para la entrada en el Reino de Dios, entrada impedida por el pecado original. Así el bautismo dejó de estar ligado a la profesión voluntaria de la fe y a la conversión al Evangelio y se convirtió en un rito de iniciación, del que eran responsables los padres.

Tenemos ahí dos ejemplos del paso de la fe a la religiosidad. Es muy difícil dar marcha atrás en determinadas costumbres, pero eso no impide que debamos insistir en el sentido original de estas costumbres, precisamente para vivirlas con mayor pureza. La eucaristía es, ante todo, la celebración del Misterio Pascual, no un rito piadoso, ni una ocasión para redimir penas propias o ajenas. El bautismo es también una celebración del misterio pascual, un signo de la fe que cada uno debe confesar personalmente, porque nadie puede sustituirle en esta confesión. Esto es lo que debemos retener. Cuando convertimos el bautismo y la eucaristía en ritos religiosos y olvidamos la fe que suponen, celebran y piden, entramos en un peligroso deslizamiento que no ayuda a vivirlos con toda su seriedad y verdad.

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Juanjo
6 de julio de 2010 a las 16:00

Estoy de acuerdo, en que no se trata de un problema de cantidad, no de periodicidad si no de profundidad en lo que se hace.
En general la gente va cada día menos a misa, y tendríamos que preguntarnos si lo que se celebra se entiende bien en la sociedad y cultura actual. "Las misas son aburridas" se oye o se piensa muy a menudo, además de un polémico artículo de hace algún tiempo, es algo que nos debe hacer reflexionar.

perpetuo socorro
6 de julio de 2010 a las 17:02

Muchas veces, en esa religiosidad aparente se encuentra una union con Dios increible.
Ojala existiesen muchas personas que se acercasen a redimir penas propias y ajenas. VEo mucha desesperacion y tal vez eso ayudase, no se

perpetuo socorro
6 de julio de 2010 a las 17:05

no depende de como sean las misas, existen grupos que lo hacen superdiver y nada, la gente que conozco no va porque sencillamente no le dice nada y tiene cosas mas interesantes. Creo que lo que les falta es la experiencia de Dios, creo que noy hay nada mas escalofriante

JM Valderas
6 de julio de 2010 a las 23:57

Caro Martín intento ponerme en tus zapatos. Sé que no es posible, porque cada uno tiene el bagaje que tiene y a lo más que se puede llegar es a poner gotas de dida en el propio pensamiento. Viene esto a cuenta de tu empeño el otro día en asociar loos milagros a la humanidad de Cristo, cuando sin negar ese aspecto lo genuino es el poder de Dios, como así lo interpretaron los judíos escandalizados. Y hoy tus reflexiones sobre dos sacramentos que encarnan la misión salvífica con absoluta nitidez. No veo yo ese tránsito de la fe a la religiosidad. Sobre todo, si miramos la historia de la Iglesia y de la teología que, en momentos decisivos, ha tenido que defender la razonabilidad (la no repugnancia contra la razón) de la creencia justamente a propósito del bautismo (pecado original y preadamitas con san Agustín) y del mysterium fidei el de la Eucarística frente a la Reforma (e inmediatamente, una de las supuestas razones de la condena de Galileo, por encima de la cosmología heliocéntrica). Hoy, Martín, el bautismo vinculado al pecado original es crucial para la proclamación de la fe en un marco evolucionista (¿qué hombre pecó? ¿A qué hombre vino a salvar Cristo?), lo mismo que la Eucaristía, justificación última de la vidaq cristiana. Lamento, de veras, no poder moverme en una atmósfera emocional, cuando de lo que se trata es de dar cuenta de la fe de cada uno. ¿Tú quién crees que soy? Como decían los estoicos, "vive et vale".

Una
7 de julio de 2010 a las 08:19

Mas allá de fe-creencia
teología-mística
Eucaristía
Una
Infinita

Bernardo
7 de julio de 2010 a las 13:56

Me atrevería a decir que ni diaria ni semanal, permanente. Ya me entiendes, la acción de gracias debe ser una cuestión esencial del ser cristiano, por ello no se trata de cuántas veces ni de cuando, se trata de la actitud vital. Ya sé que aquí se habla de eso que tantos aún denominan como "misa". En este caso me es indiferente, alguno dirá que siendo buena cuanto más mejor. Yo tengo la experiencia de una eucaristía mensual con un grupo de buena gente y con eso me basta, pero cada cual que lo viva como pueda, siendo para bien no importa. A mí siempre me hizo mucha gracia aquello de "hoy no he oído misa", o "¿la misa de hoy es válida?" en referencia a si la asistencia a un entierro "suplía" la asistencia a misa. Creíamos que eran cosas de otros tiempos pero no es así.
Una anécdota. Ayer mismo comía con un amigo que me dejó un folleto que repartieron en una parroquia del pueblo. En él se leía un himno de "la gran promesa", pero alguien había olvidado la letra porque se puede leer "por un hijo de la ollola" en vez de "por un hijo de Loyola" y "Cristo redentorfo y mundo jamás" en lugar de "Cristo redentor furibundo del mundo". En fin, que uno no sabe ya qué pensar de esta iglesia de España donde el Sagrado Corazón Reinará, esa es "la gran promesa", pero con esos cantores van apañados.

Diego. G. Patiño.
7 de julio de 2010 a las 20:17

La fe la tiene el creyente que no ve nada claro. Quien ve claro, pierde o perderá la fe. Con esto digo que el misterio en el más allá, además de vivencia personal será una apuesta por el otro. Y sin el otro (todos los hombres) el misterio de la Encarnación no se hubiera producido. Dios hecho hombre y como hombre desde lo más humano (profundo) vivió y nos rescató. La commemoración de esta muerte y resurrección de Jesús es tan importante que no puede pasar por aburrida. O sirve para cambiar al hombre o no tenemos nada que hacer. La Eucaristía o se celebra como commemoración en asamblea viviendo con "el otro" toda la dimensión de fe (esperar ver sin ver) o realmente la estamos desvirtuando. Xto no desvirtuó su entrega, si nosotros somos "sus discipulos" no podemos escudarnos en falsa representación. Imitar su vida es el mayor compromiso y orgullo del creyente. Amando no necesitamos falsos teatros, para celebrar hemos de estar preparados, y con una buena preparación la Celebración no puede ser en exceso sino en calidad. La vida del creyente debe tener menos "teologías" y más vivencia en el Amor.

luz ysombra
8 de julio de 2010 a las 09:37

A pesar de pasar la Misa de latín a castellano, sigue teniendo poco atractivo.Aún los que van lo hacen por piedad, fe... No por la reconciliación, reflexión de la Palabra y del compartir. El hecho es que por un lado va la Misa y por otro la vida, las obras.
La persona tiene tiempos limitados de concentración y las Misas largas terminan aburridas y los jovenes no vuelven. No es por el número sino por la oportunidad de ser un momento de crecimiento espiritual.
Todo lo repetitivo engendra monotonía, inconsciencia y esto no lleva a ninguna vivencia de fe. No debe ser obligación sino ofrecimiento y necesidad, diaria o semanal.
El sentido teológico lo dejo para los teólogos.

Xristoforos
9 de julio de 2010 a las 01:26

La Misa solo se puede amar de una forma: yendo a Misa. Y solo hay una forma de entender la Misa: explicando correctamente qué es la Misa, enseñar a las nuevas generaciones lo que los santos han creído: que quien va está asistiendo al Sacrificio de la Cruz, que quien va puede ver con los ojos de la fe un milagro extraordinario, el pan deja de ser pan y el vino, vino, para ser el mismo Cristo que vivió en la Tierra hace dos mil años, escondido en los accidentes del pan y el vino, que quien va tiene el privilegio de recibir a este mismo Cristo y unirse a Él intimamente, siguiendo el ejemplo de María Santísima.
Y desde que sé esto de la Misa, ya no se me ha vuelto a hacer aburrida.

luz y sombra
9 de julio de 2010 a las 09:04

Mi fe está muy alejada de vuestra fe, mis queridos teólogos o clerigos, y espero que la del pueblo cristiano esté mas cerca porque de lo contrario habrá muy pocos cristianos.
Xristofono, los santos creyeron en su tiempo y en su cultura. Se encarnaron y fueron cribles. y hoy necesitamos santos de hoy que hagan creíble el mensaje del evangelio, porque libera, da esperanza, ayuda a vivir.
Yendo a misa por ir, no se ama; como no se ama el trabajo por ir cada día, todo lo más se hace rutinario.

Diego, si tener fe es no ver nada claro, es una pobre fe. Jesús nos aclaró que su Padre nos amaba, era misericordioso y buscaba que el hombre fuese feliz. Este mensaje a mi me da confianza y a esta confianza yo le llamo fe.

Siento mucho disentir de una mayoría de los comentaristas, que no de Martín.
La ignorancia es atrevida. Quizá sea este mi caso.

Diego G. Patiño
9 de julio de 2010 a las 21:49

Si el creyente ve es que ya está en comunicación con Dios. Sólo se puede tener fe si creemos (confiamos) en lo que no podemos razonar con inteligencia cognoscitiva (etapa de "visión" no plena). La fe se pierde cuando estamos ante "la verdad absoluta". Al principio demostrable nunca cabe la duda. La verdad es absoluta cuando parte de proposiciones universales aceptadas por la razón; mientras que la fe es siempre intuitiva. El eterno problema de Razón y Fe.

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