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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

23
May
2018

Estos hombres no me van a ganar

4 comentarios
cruzencueva

De todos es conocido el delicado momento que está atravesando la Iglesia en Chile, debido al escándalo producido por los graves abusos de un sacerdote considerado como santo, y al encubrimiento que algunos de los actuales Obispos han hecho de tales delitos y abusos. También es sabido que el Papa ha recibido y escuchado con atención a algunas de las víctimas. Una de ellas, Juan Carlos Cruz, ha sido entrevistado en una cadena de radio española. Transcribo la respuesta que ha dado a la siguiente pregunta: después de lo ocurrido, “usted que tenía fe, ¿la conserva?”.

He aquí la respuesta: “Mi convicción es que la fe de las personas, la relación que cualquier persona tenga con Dios, sea el Dios que sea, eso es lo más personal que una persona tiene, y nadie se puede meter con eso, nadie puede invadir tu conciencia en eso. Y yo desde un principio me dije: estos hombres no me van a ganar. Para mí, mi fe es importante, para mí ser católico es importante, no soy el mejor de los católicos, pero por lo menos mi fe es importante para mí. No los voy a dejar ganar. Por eso he tratado de mantener mi fe dentro de lo que he podido”.

Admirable respuesta. La fe es un asunto personalísimo que, sin duda, puede tambalearse ante determinadas circunstancias, pero también reforzarse. Porque la causa, el motivo, la razón de la fe no es el buen o mal ejemplo de los eclesiásticos, sino la libertad del que se ha sentido seducido por el Evangelio. La Iglesia propone la fe, invita a creer, pero la causa última de la fe es Dios que mueve mi libertad a creer. Importa dejar claro que el motivo de la fe es Dios mismo ante posibles escándalos que, a veces, nos invaden al notar los pecados de la Iglesia, de su jerarquía o de fieles cualificados. Yo no creo ni dejo de creer porque el Papa o los Obispos sean santos o pecadores, actúen a mi gusto o a mi disgusto. Yo creo, en definitiva, porque Jesucristo me ha seducido y porque el Espíritu me mueve a creer.

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Emilio
23 de mayo de 2018 a las 12:29

El fondo de este artículo creo que quizás es el tema más actual no solo en la Iglesia católica sino de la religión en general. Parece que creer o no creer se debe basar en lo que hagan las cabezas visibles de esa u otra religión y como con toda seguridad como hombres que son, no son perfectos, siempre habrá alguna excusa para no creer en base a su conducta.
Cuento una pequeña anécdota sobre mi postura al respecto. En cierta ocasión un párroco con el que había tenido diferencias, al llevar un tiempo que no iba por esa parroquia, me dijo al verme en la puerta: "¡ Cuanto tiempo sin venir a verme !". Como no me se callar, le contesté que ni antes ni en es momento había ido para verle a él, sino a Quien estaba dentro. El sentido de mi respuesta es que mi fe está en Jesús, en Dios, y siendo así, lo que haga o diga otra persona no podrá con ella, porque "la roca" es precisamente esa fe y no en quien pueda decir tenerla.
Un saludo

Mercedes
23 de mayo de 2018 a las 14:49

El objeto de la fe es Dios . El sujeto de la fe es la Iglesia .
La Iglesia , comunidad de pecadores ..
En el Credo Apostólico , se dice específicamente tres veces “ creo “, : Creo en Dios Padre , creo en Dios Hijo y creo en el Espíritu Santo . No se dice “ creo “ en la Iglesia .
La fe es independiente de lo que hagan los sujetos , es más , puede verse fortalecida por las circunstancias adversas .
Yo creo en Dios , pero no creo en los sacerdotes o religiosos que , al fin y al cabo son humanos y pecadores como yo .

german flamm carvajal
23 de mayo de 2018 a las 17:48

El ejemplo de vida, que detecte y almacene, en mi familia, de honestidad, empeño y respeto por las demás personas, que fue reforzado por mi profesor en la enseñanza primaria, confirmada en el liceo, por lo jesuitas, delinearon un camino a transitar.
Hoy colaboro con personas, al interior y exterior de la Iglesia, como muchos que lo practican día a día.
El problema que hoy se vive al interior de la Iglesia, está circunscrito y encapsulado en la familia jerárquica, y lo destaco, porque muchos sectores del pueblo laical de Cristo, nunca han tenido contacto con dicha Familia jerárquica. por lo tanto no están contaminados con dicha influencia.
Esto que relato, esta relacionado con la deficiente formación de una generación de presbíteros, muchos de ellos párrocos, influenciados por la deficiente selección de postulantes a Obispos, que fueron sus formadores.
Hoy la Iglesia chilena ,tiene la oportunidad que le está señalando el Espiritu,
de promover al laico-laica, en la conducción de Comunidades, pequeños grupos donde la intimidad, les permita conocer, analizar la visión de Jesús, que hay que vivir en la sociedad, como detectar sus debilidades y que el grupo colabore,acompañe en su solución.
Germán

anónimo
24 de mayo de 2018 a las 06:50

El Papa recibirá en breve a sacerdotes chilenos víctimas de abusos. La Iglesia chilena está dando ejemplo de cómo afrontar una lacra eclesial extendida a nivel mundial. Quizá si los sacerdotes víctimas de depredadores hablan, se abran resquicios de luz en mafias y lobbys. La omertá, el silencio es cómplice del delito.

Que entre todos podamos crear estructuras eclesiales fraternas, y no de poder deshumanizante. Quizá sea tiempo de actualizar las relaciones de acompañamiento espiritual, el concepto de la obediencia a superiores. Y fomentar la educación afectivo-sexual en seminarios y comunidades, que permita detectar a los elementos tóxicos y saber cómo gestionar la situación.

Los Padres del cristianismo oriental hablan de una segunda inocencia, después de haber asumido las experiencias vitales, positivas y negativas, y sus enseñanzas. La inocencia perdida puede con la Gracia de Dios, recuperarse. Un crecimiento espiritual en el Espíritu. Que les sea concedida a todas las víctimas.

Justicia y conversión para los perversos y depredadores. Compasión y misericordia para todos. Afrontar las sombras forma parte de la madurez personal y comunitaria.

Gracias Fray Martín

c.m.c.

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