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Enriquecernos con su pobreza
5 comentariosEl lema del mensaje cuaresmal del Papa está tomado de unas palabras de San Pablo: Cristo se hizo pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza. Estas palabras no son una descripción del modo como funciona el perverso sistema capitalista, en el que unos pocos se enriquecen a costa de la pobreza de muchos. Aquí no se dice que a Cristo le despojaron de unos bienes que se había ganado, para que otros se aprovechasen de su trabajo y de su sudor. Tampoco se dice que Cristo era una persona generosa que entregó parte de lo que tenía y se hizo un poco más pobre, para que otros pudieran hacerse un poco más ricos. Aquí no se trata de quitar a uno para que otros tengan. Así funciona el mundo. Pero la lógica de Dios, reflejada en Cristo, es totalmente distinta y, por eso, sorprende.
Lo que San Pablo dice es que Cristo, siendo rico, voluntariamente se hizo pobre por nosotros, para que nosotros nos enriqueciéramos con su pobreza. ¿De qué riqueza y de qué pobreza se trata? La riqueza de Cristo es su “ser de condición divina”. Pero en Cristo se revela que lo divino es el amor: Dios es Amor. Por eso, también dice San Pablo que Cristo era rico en misericordia. Así se explica que, siendo Amor lleno de misericordia, se despojase de su condición para igualarse al ser humano. Porque Dios ama a la criatura humana, su mejor obra, como no se puede amar más. El auténtico amante quiere ser como el amado. De ahí que el Dios amante, en Cristo, se despoja de todo lo que le separa de su amado humano para estar al lado del amado. Este es el sentido de su hacerse pobre. Y al hacerse pobre por amor, nos enriqueció con su amor, nos lleno de su amor. El amor es la mayor riqueza, lo que siempre permanece, lo que colma al que lo tiene.
Si no se hubiera hecho pobre, no hubiera podido llegar hasta nosotros. Su pobreza es nuestra riqueza. Su despojarse de la categoría de Dios es la posibilidad de que nosotros podamos hacernos divinos. Ser como Dios ha dejado de ser una misión imposible, una vez que, en Cristo, Dios ha querido ser como el hombre. En la Cruz aparece el mayor despojamiento, pero también el amor más grande. En la mayor pobreza aparece la mayor riqueza, en el total despojamiento se da la máxima ganancia. En esta cuaresma estamos invitados a contemplar este misterio de amor. A contemplarlo y a dejarnos interpelar por él, a cambiar como consecuencia de la contemplación. Un modo de comprobar si el cambio es efectivo es solidarizarnos con los pobres de este mundo, con aquellos con los que Cristo se identifica. El único modo de ser solidario con todos es haciéndose pobre. La pregunta es: ¿quiero yo identificarme con Cristo?