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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

7
Feb
2012

El culpable no fue Adán, sino Caín

7 comentarios

Para que la afirmación del título sea del todo exacta habría que añadir: el culpable fue Caín según dice el libro de la Sabiduría. A veces leemos los textos bíblicos aislados del conjunto de la Biblia. Ocurre incluso que privilegiamos unos y olvidamos otros. Eso nos impide tener una perspectiva amplia de los problemas. De ahí la importancia de una buena teología, que procura hacer una reflexión teniendo en cuenta todos los datos, no sólo de la Escritura, sino también de la tradición.

El relato del Génesis que cuenta el pecado de Eva y de Adán es de sobra conocido. Quizás ya no son tan conocidos otros textos del Antiguo Testamento que, al hablar del mismo tema, ofrecen matices nuevos y distintos. Voy a ofrecer dos ejemplos. El libro de Ben Sirá o Eclesiástico, que tiene tendencias misóginas, cuando narra el pecado del origen se olvida del varón y sólo habla de la mujer: “por la mujer empezó el pecado, y por su culpa todos morimos” (25,24). Pero lo más sorprendente es que, cuando habla de la creación del ser humano, se refiere a la muerte como algo natural y no como causada por el pecado (17,1.30). En el capítulo 17,1-10 describe la creación en términos optimistas, sin referirse a ningún pecado. ¡Sorprendente silencio!

El libro de la Sabiduría, cuando habla de la creación del ser humano, sí que habla del pecado primordial, pero de forma sorprendente: “La Sabiduría protegió al primer hombre, padre del mundo; creado solo, lo rescató de su caída y le dio poder para dominar todas las cosas” (10,1-2). Se subraya la bondad de Dios, que levanta al hombre, como si su caída se debiera a su debilidad. Es llamativo que responsabilice a Caín de la perversidad de la humanidad: “De la Sabiduría se apartó el criminal iracundo y pereció con su furor fratricida. Cuando la tierra fue inundada por su culpa, la sabiduría la salvó, conduciendo al justo en una humilde tabla” (10,3-4). Lo que parece decir este libro es: la culpa fue de Caín, no de Adán. Y cuando la tierra se lleno de maldad por su culpa, Dios salvó a la humanidad, representada por el justo Noé.

He ofrecido unos sencillos ejemplos para notar que las perspectivas bíblicas son complejas y no se pueden simplificar. De ahí la importancia de una buena teología que tenga en cuenta las perspectivas bíblicas globales, y sepa ofrecer la doctrina de modo apropiado a nuestros contemporáneos. En el caso de la doctrina del pecado original las dos cosas son muy necesarias.

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Ignorante
7 de febrero de 2012 a las 18:30

Con tantos matices.. dimes y diretes nos pasa como el niño de san Agustín que quería meter el óceano en el pocito de la playa.-

Isabei
8 de febrero de 2012 a las 13:19

Sabes qué:Que hemos crecido con la manzana de nuestros 1ºs padres.Y claro ¡ la mujer tienta al varón-es la primera. Luego su marido el que cae ,pero, a la mujer antes le tentó la serpiente, dé dónde salió esta : luego el hijo 1º que mató a su hermano que por lo visto era muy bueno ¡ pobre ¡ y todos lo compadecíamos y lo que sigue hasta un libro entero de considerables dimensiones y ademas interesante :La Snta Biblia ¡ Ahora han editado una nueva con letras para los ancianos y,cambios en los temas y expresiones con otro sentido y mejor traducidos.
Y asi nos vamos inculturizando , palabra que no fue fácil ponerla en el vocabulario corriente. Luego leemos tu post, el de ayer día siete, y nos ponemos a pensar.Pues es verdad : fue la mujer la primera y , luego Cain porque Adan fue inocente y bueno. al final no sé nada y acabo como mi antecesor en el comentario : el IGNORANTE

Martín Gelabert
8 de febrero de 2012 a las 14:14

Gracias por los comentarios, que me sugieren esta respuesta: mi post actual es el primero de una serie sobre el tema "Adán/Eva". Es un tema sugerente, que tiene muchas vertientes. En esta y en mis próximas entregas pretendo mostrar aspectos poco conocidos del estas figuras que tanto han dado que hablar. En mi próximo post hablaré de Eva y Caín. Y sobre la manzana, de la que habla Isabel, diré algo en el siguiente. Los datos que pretendo ofrecer, aunque poco conocidos, han tenido gran influencia en la formulación de la doctrina del pecado original. Y otros, como los que ofrezco en el post de hoy, no se han tenido suficientemente en cuenta. Por ejemplo, además de los textos bíblicos que hablan de la relación entre muerte y pecado, existen otros, como este que ofrezco del Eclesiástico, que presenta la muerte como algo normal y natural. La Biblia hay que leerla como un conjunto, tal como muy bien ha dicho Benedicto XVI en su exhortación Verbum Domini. Desgraciadamente, las lecturas parciales de la Biblia pueden conducir a posiciones fundamentalistas y, en todo caso, imprecisas.

JM Valderas
8 de febrero de 2012 a las 20:09

No sé si nos es lícito todavía, salvo que queramos vivir en un cómodo infantilismo religioso, seguir disputando sobre Adán, Eva, la serpiente, la manzana, la costilla o la señal de Caín. No sé si es pertinente aplicar categorías de género (misoginia,etcétera) a la Escritura. Sí, sé que es algo que constituye el pan nuestro de cada día en algunas facultades de teología y en algunos libros (esos que hablan de teología feminista, frente, se supone, a una teología machista, y demás, en mi humilde opinión, zarandajas). El problema es otro. Lo vio ya san Agustín. (Los Padres son una mina, como experimentaron Congar y Henri de Lubac). El problema es el del primer hombre, ese que cayó y por quien Cristo fue víctima propiciatoria y nos salvó, como dice san Juan en su primera epístola a los puros, a los gnósticos. ¿Y quién fue el primer hombre? ¿Cojamos el toro por los cuernos. ¿Fue un neandertal? ¿Fue un Homo sapiens sapiens moderno? Lo demás, mi querido y apreciado Martín, es... Todo el Antiguo Testamento está plagado de hombres buenos y malos, alguna vez ni uno bueno (como en Sodoma), que reciben la ira de Dios; otras veces uno mismo se convierte y merece el perdón (David). Pero Cristo viene a algo más. Algo que estaba en la entraña del hombre ab initio. Los Padres hablaban de los preadamitas, aquellos gigantes cuyos huesos (de mamífero no primate) habíanse desenterrado. Hoy sabemos bastante sobre el phylum. Convendría mirar a esos textos patrísticos para entender como interpretaron el pecado original, el sentido profundo que inició nuestro abandono de Dios.

Martín Gelabert
8 de febrero de 2012 a las 20:39

Amigo Valderas: Me parece que estoy de acuerdo con el fondo de lo que tú planteas. Cierto, el problema es el del primer hombre, ese que cayó. Pero, añado, también es un problema comprender en qué consistió ese primer pecado y qué significa eso de que todos lo "heredamos". Si a alguno le interesa mi opinión, o mejor aún, mi opinión en el momento en que publiqué esos escritos, puede acudir a: "La astuta serpiente. Origen y tranmisión del pecado" (editorial Verbo Divino), y más resumido en: "¿Cómo hablar hoy del pecado original?" (segunda edición, Desclée de Brouwer). Y a propósito de quién fue ese primer hombre que pecó, mejor no tratamos de ponerle fecha (en mi opinión, al menos). En todo caso, para pecar se necesita la libertad. Y, cierto, el "phylum" de la vida es el mismo para todo lo vivo. Finalmente: voy a mantener los posts anunciados sobre distintas variantes del tema que, aunque no toquen el fondo del problema, sí que me parecen interesantes, por ofrecer, como ya he dicho, aspectos no muy conocidos y significativos.

Desiderio
9 de febrero de 2012 a las 00:47

Creo que sería interesante considerar las fechas en que fueron escritos los libros. No sé yo si a veces tendemos a pensar que el libro más antiguo fue el Génesis, porque nos narra lo cronológicamente más antiguo, y pensamos que ya es suficiente para saber lo que verdaderamente ocurrió; y en ese sentido entonces ya no caemos en la cuenta de que el tema del origen del mal en la Biblia es un tema que, como dices, se toca en distintos libros del Antiguo Testamento, libros que deberíamos también conocer. Para ello hace falta un mínimo de formación teológica, y así poder sacudirnos los estereotipos con que hemos crecido. En cuanto se piensan con un mínimo de reflexión crítica muhas de las ideas aprendidas desde siempre, nos damos cuenta de que no se pueden sostener... pero hay que darse cuenta. Igual que en la filosofía actual se habla de realismo ingenuo para hablar del realismo clásico sin pasar por la crítica moderna, ¿no estaremos inmersos en una especie de teología ingenua?

Miguel Castillo
17 de octubre de 2021 a las 11:23

Complejisima lectura .

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