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Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

17
Jun
2015

Dios presente en el riesgo del amor

5 comentarios

El predicador hablaba de san José. Y lo hacía bien. Decía que una de las cosas más admirables en José era la conjunción entre duda y amor; explicaba cómo la fe le ayudó primero a vivir con la duda y luego a superarla. José, al ver el embarazo de María se tuvo que hacer muchas preguntas, pero el gran amor que le profesaba le invitó a no hacerle daño; por eso pensaba “despedirla en secreto”, sin armar escándalo, sin señalarla. Añadió el predicador: menos mal que el ángel del Señor acudió en su ayuda y le reveló el secreto del embarazo. Una vez conocido el secreto, José se mantiene al lado de María. Entonces el predicador dijo algo que me hizo pensar: “me pregunto por qué el ángel no se apareció antes a José, por ejemplo en el momento de la Anunciación”. Así, pensaba el predicador, se hubieran evitado todas las dudas, pues la cosa hubiera quedado clara desde el principio.

El ángel no se apareció antes a José (dejemos ahora de lado los modos de la aparición) porque Dios no hace magia. En la Biblia, la aparición de un ángel es un modo de expresar la presencia de Dios en la vida de alguien. Pero Dios no se hace presente de forma espectacular. Dios habla a través de los acontecimientos de la historia. Por eso el ángel no podía “aparecerse” a José antes de que se enterase del acontecimiento, puesto que le hablaba a través del acontecimiento. Cuando José se dio cuenta de que María estaba embarazada, lo lógico, si la amaba y confiaba en ella, fue que le preguntase lo que había ocurrido. Probablemente fue un diálogo difícil. Ninguno de los dos debía comprender gran cosa. Pero se fiaban el uno del otro. En este diálogo José y María cobraron conciencia del misterio que les envolvía. Y en este cobrar conciencia estaba hablando Dios. Fiándose de María (que probablemente debía entender que con ella estaba ocurriendo algo muy extraño), José se arriesgó, precisamente porque la amaba. A través del riesgo del amor, Dios se le hizo presente.

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Mª del Carmen L
18 de junio de 2015 a las 16:53

Cierto, certísimo, que Dios habla a través de los acontecimientos de la historia de todas las personas y del mundo.Ojalá nos fiemos (me fíe) de Él como lo hicieron María y José. ¡Qué dos modelos a imitar! Que ellos nos enseñen y ayuden a correr el riesgo del amor.

Juanjo
18 de junio de 2015 a las 19:50

¿También a la actitud de José se le podría titular "Amar es creer - Creer en amar"?

Juan
18 de junio de 2015 a las 23:20

Sin restar seriedad al momento del diálogo sobre el embarazo de María, ¿no contaría José, dado su destino, con una vida interior privilegiada y una espiritualidad especial, forjada en la oración y un trabajo honesto? ¿O le pasaría la nuestra, que en los momentos difíciles nos encontramos con la oscuridad de la fe y el interrogante del Señor: me amas?

mar
19 de junio de 2015 a las 13:31

¿Quién sabe
del revés de cada cosa?
¡Cuántas veces está la aurora
detrás de la montaña!
El amor nunca se acabará...
No fue tarea facil... ni lo ha sido construir una Comunidad Cristiana.
Apesar de todo,si el Señor no hubiera estado con nosotdos, de nada hubiera servido el esfuerzo de los albañiles.
He aquí la historia de una fraternidad....
Los que pasan por delante de nuestro edificación se alejan repitiendo: esta es obra del Señor.....Más allá, más allá, siempre adelante.
Gracias Fray Martin

Antonio Saavedra
20 de junio de 2015 a las 00:21


No quisiera causar escándalo, pero creo que es un tema que debería ser objeto de reflexión amplia, revisando una interpretación sujeta a una literalidad que puede resultar excesiva.
El amor a María se ha ido cargando de sentimentalismo, divinizando su figura y disfrazándola con vestidos lujosos. Hay gentes que no creen en Dios, pero que no les toquen a la Virgen patrona de su pueblo.
Sobre la cuestión planteada, tengo leído a un fray dominico que hubo otras culturas antiguas con unos 40 relatos sobre maternidad de vírgenes, evidenciando una cierta tentación por lo aparentemente imposible.
En el cristianismo, ¿era necesario que María concibiese a Jesús sin participación de varón o es parte de la idea un tanto misógina de nuestra religión? ¿La pureza de María es por no haber copulado con José, y tener a su hijo fuera del plan de Dios para todas las parejas? ¿Hubiera quedado contaminada María de haber procreado de forma normal, como parece que quedan todas las mujeres que se casan y tiene hijos?
Revisemos tantas oraciones, incluso en la misa, cargadas de amor melifluo...
Quiero amar profundamente a María, pero me cuesta reconocerla en los retratos e imágenes que suelen hacerse de ella.

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