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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

23
Feb
2010

Dios colérico y amenazante

7 comentarios

Algunos se preguntan cómo se comprenden las amenazas que Dios profiere contra su pueblo en algunos textos del Antiguo Testamento. Antes de responder a la pregunta hay que notar que la buena comprensión de los textos bíblicos exige tener en cuenta el conjunto de la Escritura y el que esos textos están marcados por un ambiente cultural. Si Dios quiere hablar en nuestro lenguaje solo puede hacerlo en el lenguaje de un tiempo determinado y condicionado por los límites de este lenguaje. Más aún, la interpretación cristiana del A.T. debe tener en cuenta la iluminación que ofrece Jesucristo.

Dicho lo cual ofrezco alguna idea que permite entender de forma positiva la cólera de Dios y sus amenazas. Porque estas amenazas son susceptibles de ser leídas como expresión de un amor celoso y apasionado. La amenaza, con todo su cariz terrible, muestra una relación de amor. No amenazamos a un condenado, solo al que puede reaccionar ante la amenaza. Si entendemos el pecado como la ruptura de una relación, entonces las amenazas divinas por el pecado humano presuponen una relación que ha sido empobrecida y que la amenaza intenta recomponer. La buena noticia que hay tras la amenaza divina (o mejor, tras este lenguaje, este modo de expresarse, que posiblemente nos resulte extraño juzgado desde una mentalidad distinta a la del escritor bíblico) es que el mayor pecado no puede suprimir una parte de la relación. Si nosotros podemos apartarnos de Dios (o mejor, si en nuestra ingenuidad pensamos que esto es posible), no podemos hacer que Dios se aparte de nosotros. Dios siempre está ahí, sosteniéndonos en el ser, y nunca rompe la relación, porque no se arrepiente de su creación. Por otra parte, presentar a Yahvé como Dios celoso es sobre entender que su amor está por encima de todo, pues los celos presuponen la relación por encima de la ruptura, muestran el anhelo por la restauración de la relación.

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Juanjo
23 de febrero de 2010 a las 09:48

Por eso encontramos tambien pasajes como "Desgarra tu corazón y no tus vestiduras, y vuelvete al Señor, tu Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en fidelidad, y se arrepiente de sus amenazas."
Pero lo más importante creo yo, es reconocer la infinita despropoción entre la amenaza y la misericordia

"porque yo soy el Señor, tu Dios, un Dios celoso, que castigo la maldad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, si ellos me aborrecen;
y tengo misericordia a lo largo de mil generaciones, si me aman y cumplen mis mandamientos."
(Evitese tomarse en sentido literal). La misericordia es infinitamente superior al juicio, a la amenaza como pedagogía de Dios.

fray josé mª esteve,op
23 de febrero de 2010 a las 18:14

Martin: no se como se te ha ocurrido ese título. Solo leerlo es que da un repelús
que entran ganas de correr. Yo desdeluego no creo en ese Dios, no es el mio. Ese título crea un miedo interno que si la predicación va por ahí,la gente saldra de la iglesia de estampida.Desgraciadamente,para tener bajo control a la feligresía,se ha abusado de la noción de pecado. Del ejercicio sano de analizar la honestidad de nuestros actos,se esta pasando a ver la maldad en todo lo que hacemos.De un Dios amor,que va a buscar la oveja perdida, de un Padre que otea constantemente el horizonte esperando el regreso del hijo pródigo, hemos pasado a un Dios vengativo,vigilante,atento a nuestro menor fallo. Esto transforma la religiosidad, de en vez de ser una VIVENCIA en ser un cumplimiento,en un seguimiento ciego de una ideología. En vez de ser el gozo de la vida plena,en el miedo del fracaso constante. Y/ lo más terrible es,que ese sentimiento de culpabilidad nos impide amar.Nos hace estar constantemente pendientes de las normas,de los ritos,de lo qué es lo correcto y lo que no...y nos olvidamos de vivir...que es amar.

con-sangre-en-las-venas
23 de febrero de 2010 a las 20:39

Jesucristo mostró su cólera y enfado cuando se mercadeaba en el Templo, con las palabras y con hechos.Jesucristo hunde sus raices en el Dios del AT, y nosotros en Él, también. Y llegado el momento se muestra como és
La apatheia predicada or los Padres del desierto no impide mostrar las propias convicciones. Ante quien sea. La cerviz de los pueblos, la nuestra propia, dura, requiere de lenta maceración en el yugo del Amor de Dios, suave y ligero, pero exigente.
Hay una tendencia en la tradición judeo-cristiana a culpabilizarse por la expresión de sentimientos como la cólera . Hay que aprender a manifestarla en el lugar y momento oportuno, y ante quien corresponde, no solo como expresión catartica y explosiva, sino para manifestar el propio pensar y sentir.

La feligresía más que controles dogmáticos, necesita maestros de vida que acompañen en la experiencia del caminar hacia Dios. Los métodos de antaño han quedado obsoletos. ¿ Cómo hacer recordando al profeta Isaias para que la palabra que sale de nuestra boca no vuelva de vacío y cumpla la voluntad del Padre? ¿ Como dejarnos empapar por la lluvia y nieve en las entrañas divinas?
Estoy de acuerdo en que la cólera corresponde al Amor apasionado de Dios por su pueblo. Ya va siendo hora de ir más allá de la imaginería meliflua de un Dios, de un Cristo "blandiblup"y amerengado, de sentimientos líquidos. Como su Padre, Cristo fué " todo un caracter". A Dios gracias .

Letizia
24 de febrero de 2010 a las 15:50

Muy bueno y alentador el post, y muy oportuno el comentario de con-sangre-en-las venas. Es cierto que hacen falta maestros y es aún más cierto que no se encuentran. He oido el lamento de muchas personas que van a las iglesias y no encuentran al sacerdote disponible para confesar...la feligresía necesita que se le anuncie el Amor de Dios. La buena conducta moral vendrá después como agradecimiento a ese Amor celoso de Dios por su criatura. Muchas gracias hermanos por estas reflexiones.

Uno que no entiende
24 de febrero de 2010 a las 22:06

Me resulta muy difícil entender al Dios del Antiguo Testamento, es decir, al Dios-no-encarnado, manifestando celos y cólera. Sinceramente, y salvando las enormes distancias, eso me hace pensar en los dioses de los griegos y los romanos, que tenían sentimientos y pasiones humanas. Puedo entender que Jesús, como hombre, lo sintiera... Por otra parte, creo que es muy peligroso pensar que "estas amenazas son susceptibles de ser leídas como expresión de un amor celoso y apasionado. La amenaza, con todo su cariz terrible, muestra una relación de amor"; con ello me da la sensación de que esto justifica horribles acciones humanas basadas en los celos. Yo creo que el amor eso otra cosa y se manifiesta de otra manera, y también lo predicó Jesús. Según mi entender, los celos son manifestación de desconfianza. En fin, gracias por la entrada y por las aportaciones... pero tema difícil el de la cólera y la venganza de Dios en el AT que sigo sin entender.

josecarlos
25 de febrero de 2010 a las 12:01

Actualmente se podrían decir las cosas de otra manera, pero no creo que la actitud de Dios cambiase cuando tiene que manifestar el malestar con los miembros de su pueblo. Me parece muy estimulante la interpretación que hace Fray Martín del amor apasionado y celoso que Dios nos tiene, pero Dios también emite sentencias contra el conjunto del pueblo elegido y a veces contra algunos de sus protagonistas; en este constante ajuste de conciencias Dios juzga, maldice, bendice, premia, castiga, perdona y por último, se enemista o se reconcilia con su pueblo. Sus voceros no son ni sociólogos ni psicólogos, la mayoría de las veces son personas que tienen una visión del mundo bastante distanciada, pero todos hablan en su nombre. Dicho esto, no me cabe la menor duda de que dos no discuten si uno no quiere y parece ser que este es el ajuste histórico que existe entre los humanos y Dios; cuando el monta en cólera nosotros reflexionamos y pensamos que ya se le pasara, cuando somos nosotros los que esperamos cosas que nunca acaban de llegar, es Dios el que se las ingenia para seguir a nuestro lado.

Javier
2 de octubre de 2019 a las 10:06

El Antiguo Testamento está plagado de serias amenazas por parte de un asesino en serie, psicópata y sediento de sangre humana que se hacía llamar Jehová. Le daba igual matar y mandar matar a hombres, mujeres y niños. Y todavía hay gente que le adora.

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