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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

4
Ene
2015

Cardenales no curiales

15 comentarios

Los nombres de los nuevos cardenales han sorprendido. Casi nadie esperaba una lista así. De los quince nuevos cardenales con derecho a voto sólo uno trabaja en la curia romana (el Prefecto de la Signatura Apostólica, una especie de “tribunal supremo” para resolver los conflictos jurídicos que se dan en la Iglesia). El resto son Obispos en ejercicio, algunos en pequeñas diócesis de África, Asía y América. Españoles sólo hay uno, Monseñor Ricardo Blázquez, buen Obispo y mejor persona, al que probablemente nadie le ha hecho la campaña. La lista en sí misma es un signo del desplazamiento del centro de gravedad del catolicismo. La fuerza de la Iglesia no está en la Curia, sino en el pueblo. Que entre los nuevos cardenales predominen los Obispos que están en contacto con la gente, y con gente más bien humilde y sencilla, es un signo de que algo está cambiando con este Papa, y probablemente, cambiando para bien.

Desconozco la edad de los actuales Cardenales electores. No sé cuántos cumplirán 80 años en los próximos dos años. Tampoco me interesa averiguarlo. Pero sospecho que si en los próximos dos o tres años el Papa tiene ocasión de convocar otros tantos consistorios, utilizando criterios similares a los de los últimos nombramientos, el próximo Cónclave puede resultar tan sorprendente como el que condujo a elegir a Francisco. Lo primero que hizo el actual Papa fue dejar de vivir en los palacios vaticanos. ¿Y si su sucesor dejase Santa Marta para ir a vivir más cerca aún de la gente corriente? En la Iglesia los cambios son muy lentos. Hay muchas inercias. Pero no cabe duda de que los cambios son reales. Cierto, los cambios ni nos hacen mejores personas, ni mejores cristianos. Pero ayudan a vivir con un poco más de alegría y hacen más respirable el aire eclesial. No es lo mismo poner el acento en lo que Dios exige del ser humano que en lo que Dios prepara para el ser humano. Hay modos de anunciar y vivir la fe que hacen más difícil la esperanza o que la sostienen mejor.

El Papa Francisco comenzó haciendo gestos. De los gestos se ha pasado a palabras que señalan con precisión lo que no conviene hacer y hacia dónde es bueno caminar. Y de las palabras estamos pasando a los hechos. Nuevos Cardenales, nuevos modos de preparar los Sínodos, nuevos modos de plantear los problemas, nuevas maneras de preguntar, nueva valoración de la vida religiosa y, sobre todo, nuevas orientaciones para acoger, y nuevos acentos que acercan al Evangelio. Cierto, desde algunos sectores, que consideran más importantes las palabras que las personas, el Papa recibe críticas más o menos abiertas. Lo mismo sucedió con Juan XXIII. Y lo mismo ha ocurrido con todas aquellas santas y santos que han buscado un acercamiento al Evangelio más apropiado a nuevas necesidades. El refrán que dice: “dime con quién andas y te diré quién eres”, podría prolongarse así: mira quién te critica para saber si vas por el buen camino.

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diegojulian
5 de enero de 2015 a las 04:14

Excelente comentario pues lo esencial es volver al Evangelio de Jesús, tan cercano y directo a nuestras vidas. Lo esencial es invisible a los ojos, como decia Exupery y Dios mira al corazón, no a la razón.La iglesia de Cristo es libre de las opulencias; acogernos al amor de Cristo en Sencillez, oración y alabanza.

universalidad
5 de enero de 2015 a las 11:54

Gracias Fray Martín, por esta magnífica visión nueva del nuevo tiempo que Papa Francisco quiere para la Iglesia. La lista de nuevos cardenales refleja la universalidad de la Iglesia, la colegialidad episcopal, pone en valor al Pueblo de Dios. Y zanja de raiz el carrerismo episcopal. El postureo eclesial. La llamada es al servicio no al figurar. Se retoma el Vat II, la vuelta al mensaje evangélico.
“ Cuánto desearía una Iglesia pobre y para los pobres” nos dijo, ya electo, Papa Francisco desde el balcón vaticano, en su primera noche papal.

Los cambios, las crisis en las personas y las instituciones son tiempo de renovación y crecimiento. Que el Espírtu nos encuentre como odres nuevos, preparados para el Vino Nuevo al que todos somos invitados. Un honor.

Anónimo
5 de enero de 2015 a las 14:28

Muy buena síntesis, soy uruguayo y doy fe de sus palabras. En nuestro caso, Daniel Sturla es un arzobispo cercano al pueblo y particularmente, como salesiano, a los jóvenes. Es conocedor de los problemas de la gente, buena persona y buen cristiano. Hace más de cincuenta años Juan XXIII designó al único cardenal que había tenido hasta ahora nuestro país, Mons. Barbieri fallecido en 1979. No es casualidad que sea Francisco quien nombre a nuestro segundo cardenal. Gracias por el artículo, saludos desde Uruguay.

Willy Rivero O.P
5 de enero de 2015 a las 19:22

Nuestro Papa Francisco está operacionalizando a pasos agigantados lo que hace 50 años ya se había establecido en el Concilio Vaticano II. La jerarquía debe estar cerca del pueblo, como lo dijo el sumo pontífice: "Pastores con olor a oveja". Pidamos al Espíritu Santo que lo guíe y proteja, oremos por nuestro amado Papa Francisco.

Anónimo
5 de enero de 2015 a las 21:52

Gracias, P. Martín...por seguir desde la distancia y la cátedra seguir poniéndole verbo y lúcidez a los acontecimientos de la Iglesia.

Su alumno,

+ Aníbal

Martín Gelabert
5 de enero de 2015 a las 22:26

Gracias, Anibal. Ma acuerdo perfectamente de ti. ¿Cómo olvidar a tan buen alumno? Espero que te vaya bien en tus tareas pastorales

Probergoglio
5 de enero de 2015 a las 23:18

Que se olvide monseñor Braulio Rodríguez, el prelado de Toledo , de alcanzar la más suprema dignidad de un eclesiástico dentro de la Iglesia católica: la de purpurado. El personaje no hace (o es merecedor) del puesto, por muy sede cardenalicia que sea Toledo. Olvídese y olvidémosle. Amén.

Alberto
6 de enero de 2015 a las 00:39

Yo, sin embargo, P. Martín, soy de los que opinan que el papa da pasos demasiado cortos, pasitos. Muchos esperábamos cardenales laicos y, ¿porqué no?, mujeres cardenales. ¿Cuándo empezará a llegar una reforma profunda de la Iglesia? ¿la hará Francisco? Ojalá, no lo sé.
Gracias.

messico
6 de enero de 2015 a las 05:09

El presidente del CELAM llora

Morelia
6 de enero de 2015 a las 14:46

Yo esperaba, y aún lo espero, que se elimine en la iglesia católica el título de: CARDENAL.-

Elvira de Linares
6 de enero de 2015 a las 15:03

El Papa Francisco, debió nombrar Cardenal, a Mons.AGUER, de impecable trayectoria, hombre cultísimo, y no lo ha hecho, simplemente porque guarda "viejos rencores" -
Francisco, NO es ejemplo de nada -Asombra su nombramiento -

José María Valderas
6 de enero de 2015 a las 18:23

Con el máximo respecto debido al Vicario de Cristo, la razón no debe abdicar nunca de enjuiciar todos los actos, aun a riesgo de errar, en razón de sus fundamentos limitados. Me ha llamado poderosamente la atención el juicio adverso de Elvira, la anterior comunicante. Cierto. Monseñor Aguer demuestra una formación sólida en bioética, como ha demostrado en su enfrentamiento a los que, como la presidenta del Instituto Borja de Bioética de la Universidad Ramón Lull de Barcelona, cometen el error grave de no reconocer valor humano al embrión antes de la implantación. Es la postura del obispo argentino un bofetón intelectual inapelable contra el cardenal del Instituto Pontificio de la Familia que ha nombrado, a la presidenta del Instituto Borja, miembro de dicha entidad vaticana, se supone que con el conocimiento de Francisco.

Por otro lado, sabemos que Francisco prepara una encíclica sobre ecología. Del tema hablé ya aquí cuando se gestaba en tiempos de Benedicto XVI, pero ahora parece que la redacción ha cambiado con la incorporación de teólogos de conocimientos biológicos harto mejorables como Boff y el arzobispo argentino que se dice es teólogo de cabecera del Pontífice. Sobre el tema, Aguer ha publicado artículos sólidos desde el punto de vista histórico-conceptual. No sé si ha colaborado en la redacción. Lo que sí sé es que un pastor privado de formación teológica elevado a un cargo de corresponsabilidad doctrinal es un peligro. Ya lo decía el Aquinate, que los santos se santifiquen y los prudentes nos gobiernen.

No entro a enjuiciar los cardenales escogidos por Francisco. Sí me parecen bochornosos los argumentos aducidos por el portavoz jesuita del Pontífice: Francisco no se siente obligado a respetar la tradición de sedes cardenalicias. Suena como un acto de aquí mando yo y hago lo que me da la gana. ¿Por qué no recurrir a lo que será, a buen seguro, el criterio del Pontífice: he buscado los mejores?

No creo, fray Martín, que sea un enrocamiento en la tradición mostrarse contrario al tango en la plaza de san Pedro mientras en Irak masacran a los cristianos o evidenciar sorpresa por la despedida con un "que aproveche" (buon pranzo). Ni muchísimo menos creo que la fragilidad doctrinal del Evangelii gaudium --quizá leí demasiado apresuradamente la exhortación apostólica, por lo que pido disculpas-- sea animadversión contra el Pontífice. Son tiempo duros. Y más duros vendrán. Lo previó Benedicto XVI quien adivinó una suerte de catarsis de la Iglesia desde el hundimiento absoluto.

Maria
6 de enero de 2015 a las 23:04

Aparte de ser una de las esperanzadas en que se aboliera este título honorífico del Iglesia, "cardenal", o que se nombraran laicos/as, me parece muy adecuada la decisión de Francisco de hacer más "colegiado" el cuerpo cardenalicio y no tanto que provenga de ciertas diócesis "importantes" o de la Curia, lo cual promueve el carrerismo. Es muy importante que los futuros electores del Papa sean más pastores que estudiosos y por ello no estoy de acuerdo como opina otra lectora con que se haga cardenal a Aguer. Efectivamente es un hombre muy preparado pero con escasa llegada al pueblo. (Lo he conocido por ser rector del seminario en la diócesis a la que pertenezco y los sacerdotes "hechos" por él son más apegados a las tradiciones y leyes y preceptos que a la cercanía del pueblo, con sus excepciones, claro está). No todos son iguales.

Antonio Saavedra
8 de enero de 2015 a las 22:29

Me siento apabullado por los conocimientos que lucen algunos foreros. Tal vez porque no he convivido nunca con un obispo cercano, al que visitar de vez en cuando, sin que tenga que ser en la catedral y revestido. Menos aún con un cardenal.
Lamento sentir cierto recelo con el clero, incluso con quienes creía más conocidos: ¿son educados como seres de otro nivel y que no deben confiar en los laicos?
Por eso espero y deseo que este Papa haga caso al que creo firmemente que le eligió, el Espíritu de Dios. No acertará siempre ni agradará a todos; ya se están viendo reacciones adversas. Sólo le pido que sea más defensor de la persona que del dogma.

jguerrasolana
17 de enero de 2015 a las 16:06

Aunque no me gusta dejar comentarios en los foros este tema me interesa un poco con la cercanía con que me toca. Vengo de la iglesia cubana. A la qu especialmente considero iglesia laica y cercana. En la que fui representante diocesano de jovenes. Miembro de la red informatica pastoral y miembro del conseho nacional de laicos que recientemente se estaba formando. Yo sin tener titulos nobiliarios si estuve cerca de obispos. Si los visitaba cuando queria. Pero eso por qur mi iglesia es cercano y los obispos ni andan revestidos ni con un sequito agobiante. Simplemente s o n unos mas del pueblo. Sin dejar de reconocer la tradicion de la iglesia europea en la que me encuentro. Siempre doy gracias a Dios por los valientes y honestos misioneros que desde este continente llexaron honesta y moralmente la fe a mis tierras. Pero en ocasiones percató que en este viejo continente no se entienden los nuevos aires de nuestra iglesia católica actual o por lo menos la dirección y el sentido por donde desea soplar. Y yo particularmente creo que esta soplando bien. El eje de nuestra iglesia había que compensarlo un poco. Concuerdo con este artículo y aunque sacerdote Rezo por que los laicos acaben de despertar en este mundo y ya no sean un gigante dormido clericalista sino un gigante despierto evangelizador. Iglesia cercana es lo que necesitamos.

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