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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

25
Jul
2014

Bendiciones en vez de sacramentos

10 comentarios

Se ha hablado mucho de evangelizar la cultura. ¿Cómo denominar al fenómeno inverso, o sea, al hecho de que la cultura seculariza determinados elementos religiosos o, por mejor decir, utiliza la religión como pretexto para determinadas celebraciones que tienen un sentido también secular, pero para las que no se ha encontrado un acto secular que satisfaga todo el sentido que uno quiere darles? Quizás podríamos hablar de secularización de la religión por parte de personas que piden un acto religioso pero prescinden del sentido religioso del acto.

Hay católicos no practicantes que todavía acuden a la Iglesia para solicitar determinados servicios, fundamentalmente bodas, bautizos, primeras comuniones y funerales. Cuando a estas personas se les dice que deben hacer un cursillo para poder recibir alguno de esos sacramentos, unas veces lo aceptan con resignación, otras ponen mil excusas para no hacerlo y otras hasta protestan. En realidad esas personas buscan un modo de celebrar un acontecimiento que les afecta muy de lleno. No han encontrado el equivalente no religioso que pueda dar un sentido a la fiesta o al acontecimiento. Primero porque todavía están imbuidos de un ambiente social cristiano, que les hace recordar que en su familia esos acontecimientos se celebran de ese modo. Y segundo porque no se han impuesto aún los sustitutivos seculares correspondientes. El único sustitutivo que está ya totalmente impuesto es el matrimonio. Pero para celebrar el nacimiento, o la entrada en la adolescencia y no digamos para llorar la muerte, todavía los mejores servicios los presta la Iglesia.

Si ponemos dificultades a estas personas, poco a poco irán buscando otros modos de vivir y celebrar estos acontecimientos. Ya en la antigua República Democrática Alemana se intentó algo de eso sustituyendo la primera comunión por una fiesta de entrada en la adolescencia. ¿Vale la pena “aprovechar” esta demanda de servicios para intentar mantener un catolicismo de mínimos, o nos ponemos serios y rechazamos a los que no son serios según nuestros criterios de seriedad? No lo tengo claro, pero me planteo si no deberíamos hacer lo posible para no apagar las mechas humeantes. Siempre ha habido grados en la vivencia de la religión. Me pregunto si ha llegado el momento de distinguir entre un sacramento y una bendición eclesial. Hay muchas personas que no están preparadas para recibir un sacramento, pero sí que lo están para acoger una bendición o una oración que les ayude a vivir mejor un acontecimiento humano que les importa.

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Wilson Rodríguez
26 de julio de 2014 a las 05:21

Dios creó de la nada: la analogía de la cruz, para que aprendiéramos a sacar del insulto y la maldición, la bendición para el secular,el agnóstico, el ateo,el enemigo.De un odre vació arregló la precariedad de una fiesta. Del anodadamiento de sí, creó el perdón y la posibilidad para el hombre, de entrar en la verdad de la relación de amor.La incredulidad espera de los adheridos a Jesucristo, el amor y la unidad, éste milagro moral.Si no se ve el, "!mira a los discípulos como se aman!",no creerán.Los sacramentos ayuda a los que no han perdido la fé.A los apartados de la Iglesia hay que mostrarles con la vida que en Jesucristo Dios nos amó siendo pecadores, siendo sus enemigos.Esto es, el milagro moral debe estar puesto con la verdad en el candelabro de la predicación, para que la escucha a Dios, se abra como una botella de champaña.

Juan
26 de julio de 2014 a las 12:27

Hace ya muchos años que un buen teólogo afirmaba que ¨fuera del mundo no hay salvación¨. Desafortunadamente la Iglesia parece mantener lo de siempre: ¨fuera de la Iglesia no hay salvación¨. No importa lo que haga el hombre fuera de la Iglesia tiene valor salvífico..¿o lo tiene?

Anónimo
26 de julio de 2014 a las 19:53

Lo que seguramente dijo hace muchos años el buen teólogo que: "fuera del mundo no hay salvación" puede tener varias formas de entenderse, ya que el hombre está en el mundo no fuera de él, y desde este lugar (mundo) está llamado a trabajar por su salvación y la de otros. El príncipe de éste mundo es satanás, padre de la mentira y Jesús dijo: "la verdad hoz hará libres". El que tenga oídos que oiga.

AEL
26 de julio de 2014 a las 22:05

¿A qué mundo nos referimos?, al acuático, al subterráneo, a la superficie de la tierra, al aéreo. Fuera del 'mundo' no hay vida. Si extraigo del agua a los seres del mundo acuático, si introduzco a los seres del medio aéreo o de la superficie de la tierra e el mundo acuático, extermino esas vida. No hay salvación fuera de este bello mundo creado por Dios, sólo cuando las fuerzas de la naturaleza nos cambian el mundo por otro al que no se está adaptado. Dios es el Rey del mundo y su Madre la Reina y Señora de lo creado. Para la vida, aquel que no ayuda a dar el ambiente adecuado para que permanezca en la existencia, es su exterminador.

Anónimo
27 de julio de 2014 a las 14:41

La banalidad licua el tejido social de nuestros días a ritmo canicular.Hay que reconocer que Yelow Kitty es más popular que la Virgen María, para gran parte de las niñas de la generación " happy happy- rosa. Se diría que la banalización impregna tambien la religión. Hay que establecer cuota de mínimos, creyentes de diferente velocidad, o seguiremos asistiendo a la transformación de espacios de culto en espacios de ocio.
Hay un rechazo social de lo "intenso". " Que pereza...fulanito, resulta cansino ¡ es tan intenso", se lamentaba alguien en referencia a la seriedad con la que alguien afronta sus compromisos, su vida.

No es de ahora que parejas homosexuales encuentran un cura amigo que " bendice " su unión.

De acuerdo con usted Fray Martín Es tiempo de que la liturgia ofrezca una respuesta adecuada a las necesidades eclesiales de hoy. La intensidad del martirio en Gaza, y la banalidad colonial rosa Yelow Kitty son redes líquidas que se entrecruzan en una Iglesia, la nuestra, que no es de los perfectos, sino la de los que caminan en Amor. Una Iglesia que sume no que excluya. No olvidemos que Él murió y resucitó por todos los hombres. ¿ A quien dejamos fuera de la salvación ? Tiempo de actualizar miradas teológicas, y dejarnos de banalidades de salón

Amazing Grace

Valero
28 de julio de 2014 a las 10:55

No creo que se deba rechazar a los que acuden a los sacramentos simplemente buscando un "servicio". Si Dios tuviera en cuenta con que actitud nos acercamos a veces a él,la iglesia estaría vacía. El buen padre no analizó los motivos del hijo pródigo para volver a casa. Se alegró de verlo y lo acogió, sin más. Así que la solución pasa por acoger y alegrarse y en ese contexto, intentar dar una palabra de misericordia que ilumine la vida de ese usuario de la religión, de sorprenderle con una palabra que le conmueva y le haga descubrir que Jesús a muerto y a resucitado por él. Seguramente la mayoría no abrirán los ojos ni prestarán oídos, pero lo nuestro es sembrar, no calcular cuales serán los frutos.

Mario
28 de julio de 2014 a las 14:51

Mi opinion es que primero tenemos que preocuparnos en el sentido cristiano ñersonal como nos encontramos frente a Cristo, frente a la realidad de un mundo que trata de ahogar a los creyentes, me parece que en vez de preocuparnos por los que poco a poco se van alejando es intentar llegar con una palabra que les sirva, una palabra que les diga que Dios existe, y que nunca se olvido de ellos, que los ama y aunque se alejen los estara esperando.
Empecemos de una vez sin tanto palabrerio y tomemos las riendas empezando por el projimo, el que tenemos al lado, por tu vecino , por tu pariente, tu compañero de trabajo, compromometamonos mas con la Iglesia, comencemos a tener mas contacto con la Palabra.

luis
1 de agosto de 2014 a las 21:07

Pienso que debemos acogerlo y darle una Palabra en la que ellos se puedan encontrar con el Señor. Conmigo el Señor tuvo mucha paciencia, yo era como estos a los que nos estamos refiriendo y hubo un momento en mi vida que el Señor se me manifestó cara a cara y mi vida cambió. Igual puede hacer con estos hermanos.

Vicente Espert
3 de agosto de 2014 a las 01:34

Me gusta la expresión "mechas humeantes", y la idea de que hay diferentes niveles de vivencia de la experiencia religiosa, incluso en una misma persona según la etapa de la vida. Por eso me inclino más a no excluir a las personas que buscan la fórmula católica para ciertos eventos importantes de su vida, ya que les deja la puerta abierta a una vivencia más intensa y sacramental, que generalmente acaba llegando con la madurez.

vicent
24 de agosto de 2014 a las 01:09

yo creo que el problema viene en el momento en que los clérigos, que saben mucha teología, no llegan a los corazones de los laicos, existe una barrera o un foso entre el clero y el laico, las palabras no llegan a los corazones, mientras en otros países la gente recorre kilómetros para acudir a una celebración litúrgica que tienen una duración bastante extensa e intensa en nuestro país la gente mira el reloj, a la espera de que dicha celebración sea lo mas corta posible

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