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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

19
Ago
2011

Bautizados, pero nada convertidos

5 comentarios

Cuando hablamos de conversión solemos pensar en los no cristianos, los alejados, los indiferentes. Pero en eso de la conversión estamos todos implicados, desde el primero (si es que se puede hablar así, pero lo digo para que nadie piense que se excluye, por ejemplo, al Obispo de Roma) al último de los creyentes (insisto, si es que se puede hablar así, porque ya se sabe: en el Reino de los cielos los últimos según los criterios humanos serán los primeros). La conversión es una tarea permanente de toda vida cristiana y de la Iglesia en su conjunto, siempre necesitada de purificación.
 

En esto de la conversión hay grados. Con motivo de la JMJ pienso en la necesidad de anunciar la conversión, o sea, la vuelta al Evangelio, a muchos jóvenes bautizados, pero muy alejados de la fe. He tenido ocasión de escuchar, en una distendida sobremesa, a un grupo de jóvenes entre 17 y 30 años, buena gente, todos bautizados, ninguno practicante, una con un niño de varios meses. De pronto se pusieron a hablar del bautismo del niño: “claro que lo pienso bautizar, decía la madre, será una buena ocasión para reunir a la familia”. Surgió el tema de los padrinos: “ahora resulta que dicen que solo pueden ser padrinos si están confirmados”. “¡Vaya tontería!”. “Si lo importante de los padrinos es que se hagan cargo del niño en caso de que falten los padres”. “Mujer, sí, (esa fue mi pequeña aportación), pero los padrinos están para hacerse cargo sobre todo de la educación en la fe, que el bautismo supone, al menos en los padres”.
 

Probablemente son más los bautizados indiferentes o alejados, que los bautizados “convertidos”. Algunos de estos convertidos (en diferente grado) estarán en Madrid en torno al Papa. Importa notar que eso de la conversión termina necesariamente en el testimonio. Sin testimonio no hay conversión plena. Pero, mientras el fanático busca “el todo o la nada”, el testigo respeta la caña cascada y el pábulo vacilante. ¿Quién llega a los bautizados no convertidos? La presencia o la palabra del Papa llegará a los ya convencidos. Solo desde la amistad, la cercanía, la escucha y el respeto es posible llegar a los alejados. Ahí está una de la tareas de los cristianos de “a pié”, tanto de los que van a Madrid, como de los que se quedan en sus casas.

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Bernardo
19 de agosto de 2011 a las 11:43

Como bien sabes, lo que planteas en el título del post es una especie de oxímoron: si estás bautizado es que te has convertido y has entrado en la vida nueva de Cristo. Cómo es posible que existan bautizados no convertidos. La respuesta es sencilla, porque el bautismo ha perdido su valor. Los ritos y los símbolos sólo tienen en la Iglesia un valor social y nada más. Como llevo diciendo desde hace mucho, hay que dejar de bautizar niños, de confirmar jóvenes y casar parejas, para que los sacramentos vuelvan a ser la expresión de un modo de vida y no la pura y simple pantomima social en que se han convertido. Pero claro, ya se sabe que a cierta parte de la Iglesia le gusta más la cantidad que la realidad. Con esas cifras van luego a los gobiernos a exigir dineros públicos para sus actos privados.

Sia
19 de agosto de 2011 a las 12:17

Estimado Fray Martin la conversión implica un encuentro,el encuentro con Cristo Jesús .Mi pregunta es ¿Hemos vivido ese encuentro? ¿Lo propiciamos? ¿Anunciamos con nuestra vida encontrada su muerte proclamamos su resurrección?

Andrés
19 de agosto de 2011 a las 15:27

Martín, pues yo tengo un cargo de conciencia con eso...

Verás, con 17 años (actualmente tengo 25) me hicieron padrino de la hija de una prima mía. La verdad es que yo, por entonces, tenía una formación cristiana muy superficial y acepté sin mayor reparo, sin ser consciente de las verdaderas responsabilidades que eso conlleva.

Yo la verdad es que no tengo mucho contacto con mi prima ni con mi ahijada, más que alguna conversación telefónica de vez en cuando. Sus padres no le dan formación cristiana y la niña ahora no quiere hacer la comunión.

Total, que yo tengo un cargo de conciencia... porque veo que he desatendido mi obligación como padrino y ahora no sabría como remediarlo... porque, como tú dices, es más necesario el testimonio que la palabra para la conversión. Yo no sabría como dar ese testimono si apenas tengo contacto con ella y si, además, su núcleo familiar (que son los que están con ella día a día) no se preocupan por su formación cristiana.

¿Qué podría pues hacer yo si mi influencia en ella es tan limitada? ¿Qué si sus padres y familiares cercanos no le dan formación cristiana?

En definitiva, con amigos y mis personas cercanas si trato de dar testimonio (a veces lo hago muy mal, otras muy deficientemente) pero con ella, mi ahijada, que se supone que tendría que darlo y no lo doy... Me siento muy mal por esto. Espero que el Señor me perdone.

Martín Gelabert
19 de agosto de 2011 a las 16:04

Es cierto que la recepción del sacramento del bautismo y el del matrimonio, y también los funerales, son en muchas ocasiones actos sociales, muy respetables, pero con poco espíritu cristiano. De todos modos yo pienso que no hay que dejar de lado a las personas que solicitan estos sacramentos. Además de una buena catequesis quizás se podría distinguir entre "sacramento" y acompañamiento eclesial por medio de una bendición o una oración. Y respecto a lo que dice Andrés, todos los que queremos tomar un poco en serio la vida cristiana, tenemos problemas parecidos. Muchas veces no sabemos qué hacer precisamente con las personas más allegadas o más queridas que viven al margen de la fe. Y más aún, si como tú dices, el contacto es limitado. Con todo, hay que decir bien claro que los principales responsables de la educación cristiana son los padres.

Andrés
19 de agosto de 2011 a las 21:17

Muchas gracias Martín, me ha dado consuelo tus palabras.

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